San Javier

El encaje de bolillo convertido en arte

El encaje de bolillo protagoniza la exposición que se puede ver estos días en una de las salas del museo municipal de San Javier, organizada por la concejalía de Comercio y Artesanía, con la colaboración de la concejalía de Cultura. La muestra, que fue inaugurado por el concejal de Comercio y Artesanía, Pedro López y la directora general de Consumo, Comercio y Artesanía, María Dolores Alarcón, acoge decenas de trabajos realizados por las cerca de 60 encajeras de la asociación local, Abomar, que trabajan el bolillo, un tipo de encaje cuyo origen se remonta al siglo XVI, del que ellas se han convertido en guardianas en estos tiempos modernos.

La llegada de las máquinas a la industria textil relegó este tipo de filigrana de hilo, muy habitual hasta mediados de siglo pasado, aunque cada vez son más las personas, en su mayoría mujeres, que se suman a la reivindicación artesanal del encaje. La exposición muestra las múltiples aplicaciones de la modalidad de bolillo, en manteles, cortinas, cojines, ropa de cama y cuna, chales, pañuelos, y abanicos. También se puede ver un completo "set de boda", que incluya desde la liga de la novia a la corbata del novio.

El concejal de Comercio, Pedro López destacó la labor desarrollada por las encajeras de San Javier constituidas en asociación desde 1999,y en especial de su profesora, Carmen Bautista. López señaló su continua actividad con 7 encuentros de encajeras que ya han celebrado en el municipio, y otros a los que asisten en distintos puntos de España. El edil mostró su compromiso por desarrollar el potencial artesano que hay en San Javier y darlo a conocer al público. La directora general de Consumo, Comercio y Artesanía, María Dolores Alarcón destacó, asimismo, la importancia de sacar a la calle y dar a conocer este tipo de trabajos artesanos para contribuir a su supervivencia.

Una de las encajeras, Conchi Olmos, recitó una poesía en tono de humor que reflejaba las "vivencias de una encajera" en la que hacía alusión a su "amante, el bolillo". Los versos reflejaban el gusto convertido casi en "adicción" que siente por este arte, para el que se requiere cierta paciencia. Una labor, desestresante para algunas, y más fácil de lo que parece según las expertas encajeras, que siguen reuniéndose dos días a la semana para trabajar juntas el bolillo mientras comparten figuras y conversación, a la manera tradicional.

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