El día de Santiago Apóstol ha sido el elegido para descubrir una placa en la misma casa donde vivió el Maestro Gabriel Pardo Zapata, que desde hoy da nombre a una calle en Santiago de la Ribera, localidad que hoy celebra su día grande. La alcaldesa de San Javier, Pepa García acompañada por dos hijas del homenajeado, Raquel y Rita Pardo han descubierto la placa en presencia de hijos, nietos, bisnietos y tataranietos del maestro Gabriel Pardo, nacido en 1911 en Santiago de la Ribera, donde acabó su azarosa vida profesional, como maestro y director del colegio local, y donde murió hace 32 años.
La alcaldesa de San Javier ha recordado como Gabriel, que ayudaba a su padre en las tareas de pesca en el Mar Menor demostró pronto una gran habilidad para los estudios, y como fue el médico de San Javier el que se encargó de guiarle para, con mucho esfuerzo, mientras trabajaba transportando cántaros de agua extraída de los hoyos excavados en La Manga, acabar obteniendo el título de maestro en la Escuela Normal de Murcia. Gabriel Pardo que tuvo seis hijos con su mujer, Francisca Martínez Montesinos, ejerció como docente en Murcia, Pozo Estrecho, en Orense y en Las Lomas del Albujón, donde fue secretario de la Casa del Pueblo.
La Guerra Civil truncó su vocación, y tras ser inhabilitado para ejercer cargo público por sus ideas políticas, no se amilanó y trabajó de pintor en la Academia General del Aire, de administrativo, volvió a la pesca, y dio clases particulares. A principios de los años 50, por una amnistía, consiguió volver a la docencia a la que se dedicaría hasta su jubilación, pasando por varios destinos, siendo El Mirador, y Santiago de la Ribera los últimos.
Familiares y amigos han destacado el buen carácter y lo querido que era por todos sus vecinos Gabriel Pardo, a quien uno de sus nietos ha dedicado un emotivo recuerdo, destacando la huella que su personalidad dejó en toda su familia “y aquel título de maestro enmarcado en el salón que yo añoraba conseguir y que hoy hemos conseguido varios de sus hijos y nietos para poder dedicarnos a la profesión más maravillosa que existe”. En nombre de toda su familia, su nieto daba las gracias a “toda la corporación por acordarse de mi abuelo en esta mañana de verano poniendo su nombre a la calle donde vivió sus últimos años”.