Irene Villa despejó anoche en la conferencia que ofreció en San Javier las claves de la actitud vital y la filosofía de vida, con las que sorprendió a todo el país, y que le hicieron no perder la sonrisa después del grave atentado terrorista en el que sufrió la amputación de las dos piernas cuando tenía 12 años. Irene Villa contó como su madre que también perdió una pierna y un brazo en el mismo atentado le expuso, todavía en el hospital, las dos opciones que tenían a partir de ese momento “ser desgraciadas toda la vida por lo ocurrido o mirar hacia delante con alegría y optimismo”. En aquel momento Irene decidió “que había nacido sin piernas”.
Aceptar la realidad y sacarle el máximo partido con optimismo, perseverancia y jamás decir no puedo, forman parte esencial de una forma de afrontar las reveses de la vida de esta mujer licenciada en comunicación audiovisual, psicología y humanidades, autora de dos libros, y medalla de plata de esquí alpino adaptado. Irene Villa convirtió su experiencia vital en un ejemplo de superación ante cualquier adversidad en su conferencia “Del amor a la esperanza. Una vida sin rencor” que se celebró anoche en la carpa del parque Almansa y con la que se inauguraba la Semana de la Familia en San Javier, organizada por las asociaciones de padres de alumnos del municipio, varias parroquias, el Teléfono de la Esperanza, con la colaboración del ayuntamiento de San Javier.
No fue el atentado, ni lo que vino después, ni tampoco las duras operaciones a las que se sometió en Suecia para poder disponer de unas piernas adaptadas que le permitieran una mayor autonomía, el peor momento en la vida de Irene Villa que se refirió a los atentados del 11-M como la situación más dramática que ha afrontado hasta ahora. Fue el único momento en el que se vino abajo, aunque aún así decidió plantarse en Ifema para acompañar a los familiares de las víctimas. “Es precisamente el dolor ajeno, el de las personas a las que quieres” el que más cuesta superar, aseguró Irene Villa que admitió que su propio padre y su hermana, son los que más han sufrido lo que les ocurrió a ella y a su madre a la que se refirió como “mi motor, un ángel de luz al que le salieron unas alas muy grandes después de lo ocurrido”.
Como si de un manual de autoayuda se tratara Irene Villa recordó al público la necesidad de afrontar las desgracias y los problemas sabiendo que “tras una dificultad siempre hay un aprendizaje, que los límites están en la mente, y que siempre hay que ver más posibilidades que limitaciones, y todo ello sin perder la sonrisa”, decía la mujer que recibió de manos de Diana de Gales el premio “Niño de Europa”, “que me dieron por se capaz de sonreír y levantarme después de una desgracia, porque yo no había hecho otra cosa”, reconocía Irene Villa que cerró la conferencia con un video de la Fundación También, dedicada a la promoción de cualquier deporte para discapacitados y a través de la cual ha llegado al ski, pasando por el submarinismo “donde no existen las barreras arquitectónicas”, y hasta el parapente.