El Centro de Estudios Murciano de Opinión Pública (CEMOP) de la Universidad de Murcia ha editado y presentado la V Encuesta Nacional de Polarización Política, cuyos resultados reflejan un contexto de polarización firme y persistente en España. Este estudio, realizado por el Grupo Especial de Investigación CEMOP y la Cátedra y Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Murcia, pone el acento en la interacción entre los medios de comunicación y la polarización.

La encuesta, cuyo trabajo de campo se realizó del 20 de mayo al 17 de junio de 2025, abarcó el ámbito nacional, utilizando 1.525 entrevistas telefónicas que se redujeron a 1.110 casos tras aplicar coeficientes correctores. La muestra de la Región de Murcia fue de 36 entrevistas diseñadas y realizadas, con un error muestral del $\pm$16,7%.

La ciudadanía percibe un aumento de la crispación política

Una de las conclusiones más claras del estudio es la percepción generalizada de un clima de confrontación. La mayoría de la población española, concretamente el 70,1%, considera que el nivel de crispación y enfrentamiento en España es mayor que hace un año. Solo el 25,8% cree que la situación está igual, y apenas un 2,4% opina que ha disminuido.

Esta percepción de mayor crispación no se distribuye de manera homogénea:

• Es ligeramente más alta entre hombres (71,5%) que entre mujeres (68,9%).
• Se intensifica en los tramos de edad de 45-64 años (71,5%) y de 65 o más años (71,0%).
• Se relaciona con el nivel educativo y laboral, siendo mayor entre personas con estudios universitarios (72,4%) y en situación de desempleo (72,8%).
• El factor ideológico es decisivo: la percepción de "más crispación" alcanza el 87,6% en la extrema derecha (9-10 en la escala ideológica) y desciende al 53,5% en la extrema izquierda (1-2). Este patrón se replica en el recuerdo de voto, con el 90,7% de votantes de Vox y el 82,6% de votantes del Partido Popular (PP) reportando mayor crispación.

Medios: alta influencia y baja credibilidad

El estudio revela una percepción ambivalente de la ciudadanía respecto al papel de los medios de comunicación en España. Por un lado, se les atribuye un papel fundamental en la democracia (media de 6,6 en una escala de 0 a 10). Por otro lado, la valoración más baja corresponde a la afirmación de que los medios son una fuente confiable de información (media de 4,3 o 4,1).

La valoración más elevada (media de 8,0 o 8,3) corresponde a la afirmación de que los medios de comunicación buscan influir en la opinión pública para promover un punto de vista determinado. Esta percepción de intencionalidad destaca entre los jóvenes de 18 a 30 (8,3) y de 31 a 34 años (8,5).

En este contexto de desconfianza, la mayoría de la población se ubica en el "primer anillo" o de mayor vigilancia. El factor al que los ciudadanos otorgan mayor importancia para decidir la credibilidad de una noticia es la coincidencia de la noticia con otras similares en otras fuentes o medios (37,1%). La desconfianza se traduce en una percepción generalizada de manipulación. Un 82% de la población (tramos 7-10) considera que la manipulación de medios no afines es elevada, siendo la extrema derecha (9-10) la que mayor sensación de manipulación total percibe (63,6%).

El enfado como emoción dominante y la exposición selectiva

El consumo mediático en España sigue un patrón de exposición selectiva, donde los ciudadanos tienden a seleccionar medios afines a su posición ideológica. Los votantes de izquierda concentran sus lecturas en El País y Eldiario.es, mientras que los de derecha se inclinan por El Mundo, aunque El País sigue siendo una referencia. Un hallazgo clave es que, en promedio, la prensa aparece más moderada que sus lectores.

El estudio también analizó las emociones que despiertan tres cabeceras nacionales: El País, El Mundo y ABC. En los tres periódicos, la emoción predominante es el enfado:

• ABC concentra el mayor rechazo, con el 32,4% de sus lectores declarando sentirse enfadados.
• En El Mundo, el porcentaje de enfado es del 31,0%.
• En El País, el 28,5% de los lectores declara enfado.

La tranquilidad es la segunda categoría más citada. La identidad ideológica es el factor más determinante para la distribución de estas emociones: El País genera tranquilidad entre sus lectores de izquierda, pero despierta enfado en la derecha. El Mundo y ABC siguen la pauta inversa.

Consumo de información: la brecha generacional y los titulares

La televisión sigue siendo el medio principal para consumir información política para el 64,1% de la población. Los periódicos digitales son utilizados por el 47,6% y las redes sociales y plataformas de vídeo por el 46,3%. Se confirma una clara brecha generacional: las personas mayores tienden a recurrir a medios tradicionales (televisión, radio, prensa impresa), mientras que los jóvenes (18 a 30 años) prefieren canales digitales como las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea.

En cuanto al tipo de contenido consumido en la prensa, ya sea impresa o digital, la ciudadanía se orienta hacia la inmediatez:

• La lectura completa de noticias breves o informativas es el contenido preferente en primer lugar (66,5%).
• El consumo de titulares solamente (sin leer la noticia completa) también es mayoritario en primer lugar (63,3%).
• Esto se da en detrimento de formatos más elaborados, como reportajes o columnas de opinión.

En la prensa digital, los canales de acceso más utilizados son los buscadores web (37,4%) y el acceso directo al sitio web del medio (23,6%). Los simpatizantes de Vox destacan en el uso de redes sociales y aplicaciones de mensajería para acceder a la prensa digital (27,6%), mientras que los simpatizantes del Partido Socialista (PSOE) prefieren los buscadores web (42,8%).

La polarización como un sistema emocional

El estudio concluye que el panorama político español está marcado por un desgaste de los liderazgos, donde el rechazo hacia líderes como Pedro Sánchez o Alberto Núñez Feijóo supera el de sus partidos. La polarización afectiva, aunque muestra un descenso coyuntural respecto a 2024, sigue en niveles superiores a los registrados antes del ciclo electoral de 2023. Este descenso no se debe a una relajación de la animadversión, sino a una reducción de la intensidad identitaria dentro de cada grupo. En esencia, la política se vive bajo una lógica emocional, donde el enfado y la animadversión hacia el adversario se mantienen estables, dificultando los consensos transversales.