¡Navidad, feliz Navidad!, es la música y la letra de este tiempo, ¡cuántas buenas intenciones y fantásticos propósitos! En la misma vida notamos la presencia de Dios y podemos sentirle muy cerca. Lo reconocerás en el silencio del corazón y en los acontecimientos de cada día, pero en Navidad tendrás muchas ocasiones.
Las señales que da Dios son tan admirables, como inesperadas. En el Evangelio de san Lucas se nos narran los signos que Dios ofrece a los pastores: un niño, pañales y pesebre. A ellos no les extrañó, les supo a promesa cumplida, ¡tanto tiempo estaban esperando al Mesías! Y la Palabra se hizo carne, carne humana, carne nuestra, en el vientre de una muchacha, especialmente elegida, y en un pueblo lejano, casi desconocido.
La humanidad comienza otra etapa, todo comienza a cambiar… ¡Guardad silencio, que está hablando Dios!: «¡Qué increíble valor debe tener nuestra vida para que Dios venga a vivirla de tal manera! Pero ¡qué increíble amor para quererlo hacer! Hoy, cerca de la cueva de Belén, no es día de decir: "Dios mío, te quiero". Es el día de asombrarse diciendo: "¡Dios mío, cómo me quieres tú!"» (san Ambrosio).
Ahora, salgamos a proclamar el amor de Dios a los cuatro vientos, que para esto nos quiere Dios. En esta Navidad nos encontraremos con Cristo, pero a su estilo, como él quiere, ¿cuántas veces has sido invitado a acercarte a él en el pesebre, en lo sencillo? ¿Y cuántas le has respondido: “Espera, Señor, que estoy muy ocupado…” o “llámame luego o dentro de un ratico…”?
¡Prepárate, ponte en pie y responde, como los pastores, en vigilia, con el alma limpia de pecado, y goza contemplando el rostro de Jesús en esta Navidad!
¡Feliz Navidad a todos! ¡Que Dios os bendiga!
José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena