Desde ATIM queremos manifestar nuestro rechazo más contundente a los hechos acaecidos en la frontera entre Ceuta, Melilla y Marruecos desde la semana pasada.
La avalancha de personas naturales de Marruecos que acudieron a Ceuta y Melilla para visitar a sus familiares desde todos los puntos de Europa era perfectamente previsible. Las restricciones derivadas del coronavirus en los dos últimos años, la apertura de la frontera, la celebración de la Fiesta del Cordero y el coste del traslado, significativamente más barato por esta vía de acceso, hacían prever una gran concentración de personas tratando de cruzar la frontera.
Por eso resulta incomprensible la dilación en el paso fronterizo marroquí derivada de unos trámites que exigían, en muchos casos, una hora de duración. Sorprende la escasa previsión, pero resulta insoportable la ineficacia a la hora de tomar decisiones que paliasen el sufrimiento de sus conciudadanos. Nada que objetar a las medidas de control pero sí a la forma de llevarlas a cabo y al número de funcionarios disponibles a tal efecto.
Nadie pareció darse por aludido ante los miles de marroquíes que, tras un largo viaje que en algunos casos supuso atravesar media Europa, tuvieron que esperar hasta nueve horas al sol para conseguir su entrada en Marruecos. La principal preocupación de las autoridades de un país debiera ser el bienestar de sus ciudadanos. No parece que sea el caso de las marroquíes. Unas autoridades incapaces de prever e improvisar soluciones antes un problema a de esta magnitud no merece el respeto de sus ciudadanos.
Tampoco las autoridades españolas quedan exentas de responsabilidad. Tuvieron tiempo de prever espacios de sombra ante la previsible llegada de ciudadanos marroquíes interesados en cruzar la frontera, tuvieron tiempo de habilitar asistencia y servicios de todo tipo para paliar en lo posible el sufrimiento. ¿Dónde estaba el delegado del gobierno en la ciudad autónoma que no hizo acto de presencia en la frontera ni se puso al frente públicamente de la búsqueda de soluciones? ¿Había una urgencia mayor a la que atender?
¿De verdad tenemos que creer que la policía española no podía hacer otra cosa que el don Tancredo o servir de comparsa a la ineficacia marroquí? No queremos a uno y otro lado de la frontera una policía que denigre a los ciudadanos y sea insensible ante el sufrimiento humano.
Las acciones humanitarias han brillado por su ausencia y eso mancha la conducta de los responsables marroquíes y españoles pero también deja una huella difícil de borrar en dos ciudades, Ceuta y Melilla, que se mostraron insensibles ante las necesidades de hombres, mujeres y niños. Que se presentaron como incapaces de dar respuesta a lo que no dejó de ser una crisis humanitaria y que olvidaron que la solidaridad es un principio moral básico frente a quienes están en dificultades.
Como Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes en España que velamos cada día para facilitar sus trámites administrativos, hacer lo más sencillo posible su tránsito en España y que, en definitiva, nos preocupa su bienestar, nos resulta insoportable la humillación a la que fueron sometidos nuestros compatriotas en la frontera tanto de Ceuta como de Melilla.
Junta directiva ATIM