Durante año y medio romanos y cartagineses, imperiales y comuneros, viejos astures, cántabros, iberos y otros personajes, humildes en su mayoría, entusiastas participantes de fiestas y recreaciones históricas que tienen lugar en toda España, han debido guardas sus armas ficticias, sus uniformes, los escudos, las banderas y gallardetes frente a un minúsculo enemigo (nada ficticio en este caso) que ha trastornado la vida del planeta. Lo han hecho con resignación pero también con esperanza y han aprovechado el tiempo para planificar el momento de retomar los festejos, buscar nuevas ideas, planificar desfiles, combates y celebraciones y volver a la vida con más entusiasmo que antes.
Pero como estas manifestaciones nada tienen de improvisación y el desarrollo de la pandemia y sus sucesivas olas y variantes es incierto, muchas de ellas han debido ser suspendidas, aplazadas o celebradas con lo mínimo, algunas por segundo años consecutivo, dando prioridad, como es lógico, a la seguridad y sanidad de los participantes y el público que los acompaña. Pese a todo, algo comienza a verse en el horizonte para los meses de verano que es cuando se celebran, o no, muchas de ellas.
Con limitaciones, aforos limitados, cancelación de los eventos multitudinarios que en este tipo de fiestas son abundantes y siempre teniendo en cuenta lo principal que es la seguridad, se han podido celebrar, por ejemplo Arde Lucus en Lugo, del 17 al 20 de junio, que conmemora la fundación de la ciudad y la convivencia del mundo celta y el romano, se montaron los campamentos de las 19 asociaciones de recreación histórica y actuaciones de teatro y conciertos y un pequeño mercado. Además hubo una programación mixta entre las actividades de los campamentos presenciales y las actividades en redes sociales y streaming. También se han celebrado, con similares restricciones, entre otras Las Alfonsadas de Calatayud (Zaragoza) del 25 al 27 de junio; los Exconxuraos de Llanera (Asturias) del 28 de junio al 4 de julio; Mojados, corazón de un Imperio, en Valladolid del 2 al 4 de julio; Astures y Romanos en Astorga (León) del 3 al 25 de julio; Festival Ducal de Pastrana (Guadalajara) del 15 al 18 de julio; Reino de Nájera (La Rioja), del 20 al 24 de julio y el Cronicón de Oña (Burgos) del 11 al 15 de agosto.
En las próximas semanas algunas fiestas y recreaciones históricas parecen volver a la vida, aunque siempre con limitaciones. Por ejemplo, la Semana Renacentista de Medina del Campo (Valladolid), del 14 al 22 de agosto, que “celebra”, curiosamente, la quema de la villa por las tropas imperiales frente al alzamiento de los comuneros y que cumple 500 años, prescinde este año de dos de sus máximos atractivos como los desfiles y recreaciones en los que participaban miles de personas de Medina y el popular mercado que tenía lugar en su espectacular Plaza Mayor de la Hispanidad, pero mantendrá los conciertos, exposiciones, teatro y el ya tradicional y vistoso festival de mapping sobre la fachada de la Colegiata. Los actos se celebrarán en un espacio acotado con reserva previa de localidades y con medidas de seguridad en la propia Plaza. Naturalmente no faltarán los participantes con sus trajes de época y la animación habitual.
Algo parecido ocurre con la Festa do Esquecemento en Xinzo de Limia (Ourense), en la tercera semana de agosto, en la que se conmemora el paso del río Limia por las tropas romanas y el enfrentamiento con los locales, con gran protagonismo de las mujeres, pero que dio lugar al encuentro de las culturas latina y castreña. En general se han sustituido los eventos multitudinarios, como el campamento o el mercado (que se hará en el recinto ferial) por actividades con aforos controlados. Una veintena de actos completan el programa, que ofrece desde conciertos hasta magia, teatro, talleres o cine de barrio, entre otras propuestas.
Aparentemente sin cambios, salvo el aforo limitado y la necesidad de reserva previa, la Representación Histórica de la Batalla de Atapuerca (Burgos) del 20 al 22 de agosto de 2021, recuerda el enfrentamiento ocurrido el 1 de septiembre del año 1054 entre los reyes y hermanos Fernando I rey de León y conde de Castilla y García III rey de Pamplona. El desenlace de la Batalla de Atapuerca, con la muerte del rey navarro, constituyó los cimientos para el nacimiento del reino de Castilla. El acto central de la fiesta tendrá lugar el domingo 22, será de noche y con un aforo limitado. En los últimos meses se ha procedido a la actualización y renovación de parte del vestuario y, curiosamente, se ha prescindido de delantales para las mujeres y escudos y estandartes en los hombres, ya que en aquella época no se utilizaban y la fiesta pretende ser lo más fiel posible a la historia. Para quienes no puedan asistir a la representación, el Centro de Participación Turística Batalla de Atapuerca permite conocer la Batalla de Atapuerca durante todo el año.
Para los meses de septiembre y octubre, una decenas de fiestas y recreaciones históricas esperan su turno y confían en recuperar la animación y participación de otros años.