Región

La vivienda: un derecho desahuciado

25 de octubre. Día de las personas sin hogar

La vivienda se constituye como uno de los grandes problemas españoles, pero esta vez como un derecho definido como tal en el artículo 47 de la Constitución Española, que no sólo aparece como inalcanzable sino como algo que se arrebata a aquellos que más sufren las consecuencias de una crisis económica que el propio sistema de producción de viviendas ha desencadenado.

Junto a su valor patrimonial, la vivienda es un objeto de identidad familiar y personal de los individuos, un espacio que al definirlo supone un calificativo de la persona que lo ocupa, y que afecta notablemente a su desarrollo personal y social. Eso es algo que va más allá de su función de cobijo, siendo la base para una integración social en el medio en el que se habita. Por ello, y frente al cambio sustancial del sistema de provisión de viviendas que ha dejado detrás de sí la crisis, se hace necesario revisar a fondo las políticas de vivienda social que puedan solucionar algunos de los graves problemas que hoy en día padecen muchas personas.

El derecho a la vivienda en cuarentena. Impactos de la crisis de la COVID-19 en la vivienda de las personas atendidas por Cáritas

Durante el Estado de Alarma decretado para hacer frente a la pandemia de la COVID-19, la vivienda ha adquirido el valor social que, desde Cáritas, hace tiempo que venimos señalando. Muchas personas vieron como sus vidas quedaron recluidas en viviendas inadecuadas, muchas familias se sintieron todavía más atrapadas en aquellas habitaciones de realquiler con insuficiente ventilación y luz natural. La verdadera cara de la vulnerabilidad del derecho a la vivienda se ha podido ver durante esta pandemia.

El derecho a la vivienda es un derecho reconocido, pero frecuentemente vulnerado. Las personas en situación de exclusión social no han podido beneficiarse de las medidas aprobadas durante la crisis de la COVID-19, puesto que éstas han sido pensadas como apoyo a personas que han entrado en precariedad a raíz de la parada de la economía por culpa de la pandemia. En cambio, las personas que ya estaban en situación de exclusión sufrían unas condiciones de acceso mucho más complicadas, puesto que no disponen de contrato de alquiler, muchas veces no disponen de las garantías necesarias para poder alquilar una vivienda y, ni mucho menos, acceder a una hipoteca.

Cáritas ha realizado una encuesta entre los hogares que atiende para ver cómo les ha impactado esta crisis de la COVID-19. Más de la mitad (51,2%) indican que no pueden cubrir los gastos que tienen de suministros del hogar (facturas de luz, agua, gas, internet), y un 49% afirma que no pudieron pagar el precio del alquiler, realquiler o de su hipoteca. Un 19% se ha tenido que mudar o se está planteando mudarse debido a la incapacidad para hacer frente a los pagos. Hasta un 13% ha recibido una amenaza de expulsión.

No nos habíamos recuperado de una crisis económica iniciada en 2007 y que tuvo como consecuencia una emergencia habitacional todavía no resuelta, y nos hemos encontrado con esta situación de la COVID-19.

La situación de grave dificultad en el acceso al derecho a la vivienda se ha visto empeorada debido a las consecuencias del Estado de Alarma. Ahora hay que hacer un sobreesfuerzo que además del importante esfuerzo que ya se venía haciendo antes de la COVID-19 para garantizar que todo el mundo tenga una vivienda digna, un hogar adecuado.

El abordaje del sinhogarismo

La celebración, en pleno impacto social y sanitario de la pandemia, delDía de Personas Sin Hogar, que se convoca el 25 de octubre, ha puesto a la luz la realidad de muchas personas sin hogar o de personas que viven en infraviviendas, lugares poco salubres y dignos para poder vivir con cierta seguridad y para quienes es una utopía poder adoptar las medidas de prevención decretadas por las Administraciones.

Con el contundente lema "NO TENER CASA MATA" de la campaña de sensibilización, Cáritas quiere llamar la atención de los poderes públicos y de la ciudadanía sobre los efectos que la falta de una vivienda adecuada supone para miles de personas y familias en nuestro país, donde se estima que cerca de 800.000 hogares y 2,1 millones de personas sufren situaciones de inseguridad en la vivienda (VIII Informe Foessa sobre Exclusión y Desarrollo Social en España).

El Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en la Región de Murcia presentado hace unos meses (Fundación FOESSA), presentaba algunos datos alarmantes sobre la Vivienda:

  • 38.000 familias y 100.000 personas tienen la incertidumbre de quedarse sin vivienda.
  • 47.000 hogares y 168.000 personas habitan viviendas inadecuadas.
  • El 13% de la población (195.000 personas) viven bajo el umbral de la pobreza severa al descontar los gastos del pago de la vivienda y los suministros de la misma.
  • El 12% de la población han recibido avisos de cortes de los suministros básicos.

Cáritas conoce de primera mano estas situaciones de precariedad extrema gracias al trabajo de acogida y apoyo que se ofrece anualmente a las casi 40.000 las personas en situación de sin hogar acompañadas desde los proyectos desarrollados en todo el país por el conjunto de la Confederación.

Propuestas de Cáritas en España:

  • Incrementar el esfuerzo realizado por la Administración pública en materia de rehabilitación y mantenimiento del parque de viviendas, y promoción de vivienda en alquiler social de forma preferencial.
  • Definir e implementar una estrategia específica de lucha contra la exclusión residencial/sinhogarismo, basada en un enfoque de derecho humano a la vivienda con dotación presupuestaria adecuada y apoyada en la coparticipación de los distintos niveles administrativos y administraciones.
  • Continuar con la medida extraordinaria de paralización de desahucios y desalojos sin alojamiento alternativo en vivienda habitual en alquiler. Según datos del Consejo General del Poder Judicial, en 2019 en España se realizaron 54.006 desahucios; aunque las cifras suponen un 9,5% menos que en 2018, siguen reflejando una realidad dramática: casi 150 desahucios diarios, 6 cada hora.

La respuesta de Cáritas en la Región de Murcia

El programa de Vivienda de Cáritas Diócesis de Cartagena posee proyectos en distintos municipios de la Región de Murcia que han reformado y ampliado con la pandemia. El confinamiento ha permitido relatos de esperanza con los cambios positivos experimentados por los participantes que en algunos casos han comenzado procesos en comunidades terapéuticas, reestablecido el contacto con sus familias o accedido a un empleo y alojamiento definitivo.

Más de 60 agentes entre voluntarios y contratados están vinculados al programa de Vivienda de Cáritas en la Diócesis. El perfil de estas es el de trabajadores sociales, educadores, sociales, psicólogos y pedagogos.

  • Viviendas para familias. Dos casas en Bullas y Cehegín en el que se acompaña a sus miembros de forma integral en su proceso de integración social.
  • Viviendas de acogida. Catorce viviendas con 118 plazas en los municipios de Murcia, Lorca, Alcantarilla y San Javier. Con la COVID-19 se abrieron cuatro nuevas casas y aumentaron 24 el número de plazas disponibles.
  • Albergues. Cinco albergues con 30 plazas en Lorca, Torre-Pacheco, Bullas, Cehegín y Yecla. Durante el Estado de Alarma, Cáritas aumentó su acompañamiento a las personas sin hogar con la gestión de tres centros en Murcia, Cartagena y Mazarrón con 200 plazas. Además, el albergue de Lorca amplió el horario de atención a 24 horas.
  • Hogar de baja exigencia. Un espacio con servicio 24 horas en Cartagena con capacidad para 13 plazas creado en 2018.
  • Recurso tutelado de atención profesional. Un centro 24 horas en la ciudad de Murcia con 14 plazas. Dispositivo puesto en marcha este año, siendo el primero de estas características en la Región de Murcia dirigido a hombres y mujeres mayores de edad con problemas de salud mental.
  • Vivienda personas convalecientes. Cuatro plazas en la ciudad de Jumilla.
  • Acompañamiento en asentamientos. Atención, orientación y formación a 250 personas, familias y temporeros, en los municipios de Murcia, Cartagena, Torre-Pacheco, Cieza y Jumilla. Durante el Estado de Alarma se intensificó el reparto de alimentos y junto a la Administración se trabajó para la colocación de grifos de agua potable cercanos.
  • Otros recursos:
    • Comedor social.
    • Ayudas de transporte.
    • Información y orientación sobre vivienda.
    • Ayudas de alquiler y suministros del hogar.

MANIFIESTO DÍA PERSONAS SIN HOGAR. 25 DE OCTUBRE

 ¿Y , qué dices? di bastaNADIE SIN HOGAR 

“Hola, mi nombre es ninguno. No tengo rostro. No tengo vida y hasta yo dudo de mi propia existencia. Tampoco tengo familia, ni amigos y solo siento el aliento de la soledad y el silencio.

Yo soy la cara de él o de ella, soy la nada con recuerdos y una historia por mochila. Una vez fui tú. Fui una persona de las que llamáis “normal”, con familia, hogar, amigos y las mismas necesidades banales de las que hoy tan orgulloso se jacta esta sociedad. Hoy, esta persona sin rostro ni nombre habla por todas aquellas que cargan el mismo peso. Por cada anciano, anciana, hombre, mujer, niño o niña que atraviesa por este sinuoso y angosto camino… posiblemente tú nos conozcas mejor como excluidos sociales… vaya palabra ¿eh?... empero, ¿Qué significa en realidad? ¿Qué no contamos?, ¿Qué restamos?, ¿Qué no valemos?... ¿Qué somos para ti?...

Nosotras, las personas sin hogar no juzgamos a la totalidad de la sociedad, pero mentiría si no dijese que sí sentimos vergüenza. Sentimos una humilde y pacífica vergüenza de esta sociedad que siempre imperó “tanto tienes, tanto vales”.

¡Que irónico!… Resulta que, tenemos ganas de vivir, ganas de progresar. Luchamos cada día por conseguir una buena acción, algo que aporte y no reste.

Peculiarmente la vida tiene su forma de corregir y nos ha enseñado al mundo entero que no debemos ir por el mismo camino por el que íbamos… no olvides nunca que yo, fui tú… A principios de este año un insignificante virus puso en jaque a todo el planeta…. Y surgió el milagro, lo mejor de nosotros y nosotras salió como raza. Ya no había tanta diferencia, ya todos éramos uno y las alianzas volvieron a nacer, volvieron a resurgir. Gran parte del mundo fue consciente de lo que era la soledad y el silencio. Voluntarios y voluntarias, autoridades, profesionales, desconocidos y desconocidas dieron lo mejor de sí mismo para minimizar los daños de esa enfermedad que se llevó a la generación que nos dio la vida. Nuestros padres, madres, abuelos y abuelas… una generación que supo de la miseria y la agónica tristeza. Aprendamos de nuestros fallos y cuidemos como el gran tesoro que son, nuestros mayores, se lo debemos, nos lo debemos.

Por todo ello, pedimos a las autoridades la puesta en marcha de programas efectivos para que se nos rebautice de nuevo, para dejar de ser una nada y formar parte de un todo. Un todo que luche aunando esfuerzos y en la misma dirección. No más silencios, no más dolor, no más vacíos… la sociedad ahora comienza a intuir que bogamos los mismos mares y debe de entender que si remamos todos y todas, menos será el esfuerzo. Necesitamos proyectos reales de inclusión social, tratamientos médicos para los drogodependientes que abarque mayor espectro social. Programas efectivos de visita, ayuda y escucha de nuestros mayores. Necesitamos que nuestros jóvenes conozcan nuestra historia para evitar que se reproduzca de nuevo. Queremos que la sociedad entera se haga eco de nuestra muda voz y que piensen en que hoy somos nosotros y nosotras, pero… ¿y mañana?... hacemos un llamamiento a los gobiernos que nos rigen para que no haya más gente sin nombre ni cara, sin vida ni futuro.

Nosotros y nosotras, que somos vosotros y vosotras, lanzamos un grito sordo de ayuda para que contéis con cada uno de estos hombres y mujeres que están preparados parar coger el testigo y devolver a esa parte de la sociedad la ayuda recibida. Pero nada cambiará hasta que no entiendas que una vez, fui como tú.”

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