La Confederación Sindical Internacional, de la que UGT forma parte, exige que se acabe con la discriminación, las malas condiciones laborales, e incluso la violencia y acoso que padecen las trabajadoras de este sector.
Tradicionalmente la familia ha sido el marco en que las personas dependientes han desarrollado su vida y han recibido las atenciones que más o menos precisaban. En una sociedad cada vez más longeva, con una media de edad que supera los 80 años en ambos sexos, y con el avance en políticas relacionadas con los cuidados y la dependencia, se ha hecho visible una realidad laboral que hasta no hace mucho tiempo no se tenía en cuenta: la figura del cuidador/cuidadora.
Las enfermedades relacionadas con la vejez provocan que cada día sea más necesario que las personas cuidadoras tengan los conocimientos, experiencia y condiciones de trabajo dignas para poder realizar correctamente su cometido. Lo habitual hasta ahora era que el propio entorno familiar se hiciera cargo de la persona o personas dependientes, a veces con ayuda externa. Esto se articuló de manera más o menos correcta con la entrada en vigor de la Ley de Dependencia y su desarrollo posterior, pero priorizando los cuidados por parte de familiares cercanos.
La familia va a continuar siendo el marco privilegiado de atención a la dependencia en España, si bien el miembro que asume el papel de cuidador principal (al igual que el resto de los miembros de la familia) va a tener que esforzarse, aún más, para que la calidad de la atención que presta no reduzca su intensidad, pero también para conciliar su vida personal con su responsabilidad adquirida. Aunque cada vez son más las personas de sexo masculino las que asumen responsabilidades en la atención y cuidados de sus familiares dependientes, siguen siendo, de manera prioritaria, las mujeres las encargadas de todas las responsabilidades derivadas, a las que ha de añadir, llegado el caso, las propias de su actividad laboral, de la atención al resto de miembros no dependientes de la unidad familiar, del cuidado de la casa, etc.
Por estos motivos, UGT y la Confederación Sindical Internacional han querido centrar este año la atención en esta realidad, las mujeres que con su trabajo y esfuerzo son el perfil de la persona cuidadora: El 76% de los cuidadores son mujeres, que en la mayoría de los casos dedican toda su actividad laboral o casi toda a estos cuidados.
Para UGT, es imprescindible el que los Gobiernos desarrollen políticas públicas que dignifiquen las condiciones de trabajo de estas trabajadoras, que hoy día ejercen su labor en condiciones extremadamente precarias.
En el ámbito de la Región de Murcia, donde tenemos las pensiones más bajas de España (sólo por encima de Galicia y Extremadura), la precariedad de estos trabajos es mayor si cabe, y esto sumado a los altos índices de economía sumergida y los graves retrasos en la aplicación de determinadas fases de la Ley de Dependencia, se hace más urgente la adopción de medidas políticas y económicas que luchen contra la precariedad arraigada en este ámbito.
A pesar de que el 62'8% de los cuidadores familiares reciben ayuda profesional, atender a un familiar afectado por la enfermedad de Alzheimer o cualquier otra dolencia que provoque su situación de dependencia, representa una ocupación de 24 horas al día todos los días del año, lo que hace complicado conciliar la vida profesional con la vida familiar. Esto además genera dos efectos perversos: uno de ellos es la reducción de la capacidad económica de la familia; el otro, la dificultad del reingreso en el mercado laboral cuando el cuidado ya no es necesario. Ambos condicionantes contribuyen de manera notoria en el empobrecimiento de muchas familias y, por lo tanto, en la merma de la calidad de los cuidados ofrecidos que, como no puede ser de otra manera, redundan negativamente en el bienestar de la persona enferma.
El Manifiesto elaborado por CSI, y que comparte con otras organizaciones sindicales internacionales, afirma que esta movilización quiere rendir "homenaje a los trabajadores y trabajadoras del sector de cuidados y exigimos condiciones justas en su trabajo a través de reconocimiento, salarios dignos, igualdad de remuneración por trabajo de igual valor y entornos de trabajo seguros y saludables que estén libres de discriminación, violencia y acoso".
Inversión, factor clave
Algunas investigaciones, según CSI, han demostrado que "invertir el equivalente al 2 por ciento del PIB en la economía de cuidados generaría millones de empleos de calidad, ayudaría a reducir la diferencia de género en el empleo y reduciría las desigualdades de género en el trabajo remunerado y no remunerado".
Para UGT son las políticas públicas el factor clave para elevar los cuidados personales tanto en lo relativo al envejecimiento de la población, como la atención a personas en situación de dependencia- al estándar de dignidad y calidad con que nacieron aspirando a ser el cuarto pilar del Estado de Bienestar, y que se frustró al priorizar los intereses del capital privado que obtiene cuantiosos beneficios de la subcontrataciones, y la precarización extrema de las condiciones de trabajo.
Acabar con la silente esclavitud
Adicionalmente, para UGT es prioritario acometer cuantas medidas sean necesarias para liberar a las mujeres de una responsabilidad en las tareas de cuidados heredadas de un patriarcado anacrónico e injusto que debe ser desterrado de sociedades que aspiran a sustentarse sobre valores de justicia, igualdad, y democracia.
Para el Sindicato, las tareas de cuidados que asumen de forma muy mayoritaria las mujeres, tienen un coste en términos humanos y económicos que debe asumir la sociedad de forma igualitaria y con cuantos recursos públicos sea necesarios para que lleguen a todos, lo hagan con equidad, con la calidad necesaria y liberando a la mitad de la sociedad de esa silente esclavitud.