Región

AMETSE: "Riada de Santa María. Luces y sombras de una situación histórica"

Cuentan las crónicas de la época que durante la conocida como riada de Santa Teresa, acaecida el 15 de Octubre de 1879 solo una de las 99 casas que por entonces tenía el núcleo urbano de lo que hoy se conoce como la pedanía murciana de La Raya permaneció en pié. No fué ni mucho menos la única, la historia del sureste peninsular está plagada de crónicas de las riadas provocadas por las comunmente conocidas como "gotas frías" o DANAs como decimos la gente de la meteorología y así la de San Calixto, San Wenceslao o la que nos ha sorprendido estos días y que ha recibido el nombre de la de Santa María han escrito a base de barro y agua la historia de esta zona de la península.  

Por ello y ante unas previsiones que apuntaban la llegada nuevamente de lluvias torrenciales, desde AMETSE y su red de socios y colaboradores hemos realizado a lo largo de todos estos días un contínuo seguimiento de la situación meteorológica, y ahora que las nubes se han alejado, toca también realizar una recopilación de las cantidades recogidas en este episodio, que según los datos que hasta ahora tenemos disponibles, la convierten en la DANA con mayor volumen de precipitación recogido de los últimos 50 años en buena parte del sureste, incluso por encima de la riada que golpeó la cuenca del segura en Noviembre de 1987, habiendose convertido esta en una de las más intensas de los últimos años y sin duda la más potente del presente siglo.  

Conforme a los datos aportados por un estudio del geógrafo y miembro de nuestra asociación David Espín y basado en los registros de lluvia de más de 200 pluviométros repartidos por toda la cuenca del segura, entre los días 12 y el 15 de Septiembre de 2019 y tomando como referencia la extensión de la cuenca del segura, en más de 17000 km2 de su territorio se han recogido cantidades superiores a los 100 litros por metro cuadrado de precipitación lo que en territorio representa el 86% del total de la superficie de la cuenca. Más de 3600 km2 de la cuenca recogieron cantidades por encima de los 200 litros y entorno a 350 km2 superaron los 300 litros por metro cuadrado, una barbaridad, fundamentalmente en una zona comprendida entre los municipios de Fortuna, Orihuela, Abanilla y Santomera, aunque también hay registros similares en un área más pequeña cercana al mar menor comprendida entre El Algar y La Manga. 

Para encontrar una situación similar tanto desde el punto de vista meteorológico como de las consecuencas que acarreó, tendríamos que remontarnos a la DANA que golpeó la cuenca del segura entre el 2 y el 4 de Noviembre de 1987,  que tuvo una distribución de las lluvias muy similar y que también provocó el desbordamiento del segura en puntos de la vega baja. Recopilando episodios equiparables en intensidad recordamos también la gota fría de 1957 que arrasó la localidad de Santomera, algo que seguramente hubiera vuelto a suceder en esta ocasión de no haber existido el embalse de Santomera que laminó la crecida, pasando en pocas horas de 2 a 20 hectómetros almacenados, una cantidad de agua que de haber seguido su curso hacia el segura, no solo hubiera arrasado localidades como Santomera o el Siscar, si no que también hubiera complicado mucho más la situación en la vega baja. 

Nos encontramos pues ante una situación climatológica de libro en la que la combinación de varios factores (bolsa de aire frío ubicada entre el estrecho y el norte de Argelia, viento de levante y temperatura del mar elevada) convertían a esta DANA en una situación potencialmente explosiva. Así fué y las precipitaciones en muchas localidades del sureste supusieron que la misma cantidad de lluvia que se recoge en todo un año cayera en solo 24 horas, con las consecuencias por todos conocidas. 

Sin embargo, a la hora de hablar de las consecuencias de estas lluvias, también es importante señalar que estas no solo se derivan solamente de causas estrictamente climatológicas sino también, y de manera fundamentel, de una mala gestión del territorio y en especial de las zonas inundables, tal y como ha señalado en un reciente informe el colegio de geógrafos. En este sentido, desde AMETSE entendemos que situaciones como la sucedida en Los Alcázares o en toda la ribera del mar menor en general, que han padecido la segunda riada en apenas tres años, es un ejemplo claro de la nefasta combinación entre un urbanismo sin control, la ocupación de llanuras de inundación y la transformación agrícola del entorno sin establecer medidas de control de las escorrentías  

Sin embargo también hay motivos para la esperanza. Uno de los elementos más positivos y que ha marcado la diferencia con DANAS anteriores ha sido la efectividad de la previsión meteorológica y todo lo que ello conlleva a la hora de alertar a la población y establecer medidas y protocolos de seguridad que ayudaran al paliar los efectos de las riadas. La siempre polémica suspensión de clases escolares adoptada en la región de Murcia y varios municipios alicantinos se vislumbra ahora como una medida tremendamente acertada que además de evitar problemas, puso en valor la importancia de los avisos meteorológicos emitidos por AEMET, en muchas ocasiones tratados con poca atención y como algo anecdótico. 

Por último desde AMETSE destacar el papel de los aficionados a la meteorología a lo largo de estos días que, con un seguimiento permanente, se dejaron muchas horas de sueño y aportaron datos e información a tiempo real de gran utilidad para la gestión de este episodio, colaborando los servicios de protección civil, ayuntamientos o Confederación hidrográfica del Segura...y también, y no es menos importante, combatiendo a través de las redes sociales esa marea de bulos que por desgracia suelen acompañar este tipo de situaciones.  

AMETSE. Asociación Meteorológica del Sureste

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