La Iglesia de Cartagena ha celebrado esta mañana la Misa Crismal, la magna celebración en la que se consagra el Santo Crisma y los óleos con los que se ungirá a catecúmenos y enfermos, y donde más de 200 presbíteros diocesanos han renovado sus promesas sacerdotales. En la celebración han participado además los seminaristas del Seminario Mayor de San Fulgencio, del Misionero Redemptoris Mater y del Menor de San José.
“La Misa Crismal es una manifestación de la plenitud sacerdotal y un signo de la especial comunión entre los presbíteros con el Obispo”, con estas palabras ha iniciado la homilía el Obispo de Cartagena.
Mons. Lorca ha hablado de la unidad de la Iglesia y de la importancia de que los sacerdotes permanezcan fieles a esta unidad. Ha destacado que la celebración de la Misa Crismal es importante para el presbiterio diocesano porque permite renovar las promesas realizadas en la ordenación sacerdotal: “Queremos estar más fuertemente unidos a Cristo y a la Iglesia, queremos configurarnos con Él, para seguir aceptando los sagrados deberes de servir a la Iglesia”.
Les ha hablado de la importancia de la figura sacerdotal que ayuda a saciar la sed espiritual “que sólo Dios puede colmar”; de la necesidad de implicarse en el mundo “para ayudar a todos, especialmente a los más desfavorecidos”; y les ha invitado a descubrir cuál es el verdadero deseo de Dios “favoreciendo la meditación del Evangelio”; a abrir el corazón a la acción pastoral misionera; y a salir al encuentro de cada persona. “El sacerdote encuentra a diario muchas razones para ser feliz, porque se abandona en Dios, se confía en sus manos y sostiene la fe y la confianza en Nuestro Señor… El sacerdote sabe que Dios tiene sed de nuestra fe y quiere que encontremos en Él la fuente de nuestra auténtica felicidad, paz y alegría”, ha destacado.
Al finalizar la homilía, los presbíteros presentes en la celebración han renovado ante el Obispo sus promesas sacerdotales. Después se ha consagrado el Santo Crisma, con el que serán ungidos los bautizados, confirmados y los ordenados para el ministerio sacerdotal, y con el que también se consagrarán altares e iglesias; y se han bendecidos los óleos con los que se ungirá a enfermos y catecúmenos.