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“Lo que menos me importa es lo que yo quiero hacer en la vida, porque lo que quiero es hacer la voluntad de Dios”, Carlos Francisco Delgado García

Este domingo, la parroquia del Carmen de Murcia acogerá su ordenación sacerdotal

A sus 42 años, el domingo 2 de julio, será ordenado presbítero Carlos Francisco Delgado García, en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Murcia, a las 19:00 horas. Un hombre que cambió su vida por completo por dar respuesta a la llamada que sintió a ser sacerdote. Tras catorce años estudiando la oposición a la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, al cuerpo superior de administradores (opción jurídica), aprobó, y después de dos años trabajando en su plaza como asesor jurídico en el Servicio Regional de Empleo y Formación (SEF), decidió darle un cambio a su vida. Cogió una excedencia voluntaria y entró en el Seminario Mayor San Fulgencio de Murcia.

Aunque él no lo siente como un cambio radical, sino como un proceso. Una decisión que le llevó casi cuatro años tomar: “Cuesta, porque fueron catorce años estudiando, pero lo volvería a hacer”, asegura entre risas. Un tiempo que estuvo de discernimiento con ayuda del director espiritual del seminario y su rector, quien le recomendó que empezara a estudiar Teología en el Instituto Teológico de Murcia de los Franciscanos. Al terminar los dos primeros cursos, el ciclo filosófico, entró directamente en tercero como seminarista.

A lo largo de toda su vida Dios estaba presente, pero fue cuando finalizó todo el proceso de la oposición y tomó posesión de su plaza, cuando empezó a reflexionar un poco más sobre lo que había sido el paso de Dios en su vida. Hay varios momentos que realmente le han marcado: “El primero de ellos fue un camino de Santiago que hicimos un grupo de ocho amigos, la mitad con una motivación religiosa. Durante el camino no fui consciente pero sí a la vuelta, con cosas como por ejemplo el ver los grupos de parroquias que iban rezando el Rosario, o los sacerdotes que iban confesando, o los que llevaban camisetas que ponía ‘voto de silencio’. Eso se me fue quedando marcado de modo que los tres veranos siguientes volvimos a hacer el camino de nuevo. En uno de ellos, estuve con un sacerdote amigo de mi familia y aproveché para lanzarle indirectas y preguntarle cosas hasta que hubo una pregunta que él me hizo una noche: ‘Carlos, ¿tú qué es lo que quieres hacer en la vida?’ Y yo le contesté: ‘Después de estos años en proceso de discernimiento, lo que menos me importa es lo que yo quiero hacer en la vida, porque lo que quiero es hacer la voluntad de Dios’. Después de eso me dijo que fuera a hablar con mi párroco”.

Otro de los momentos que también han marcado su vocación fue un viaje a Roma y a Asís, donde mientras rezaba vísperas en San Damián, notó fuertemente esa llamada. “Al principio cuando la sientes no sabes a qué es, si es a vida contemplativa, a vida activa, como sacerdote diocesano secular o a qué; pero sientes la llamada y luego ya empieza el discernimiento”, relata. “Ha sido un camino muy lento –cuenta Carlos–, pero de agradecimiento porque el Señor me ha permitido en la vida hacer todo lo que yo he querido. Hasta que llegó un momento en que sentí que me decía: hasta ahora has hecho todo lo que has querido, ahora quiero que te dediques a mí”.

Antes de entrar al Seminario había hecho el máster habilitante para realizar la tesis doctoral, que comenzó en el segundo año y que a principios de este 2017 ha defendido. “He ido intentando dar respuesta a lo que la Iglesia me ha pedido”. ‘Innovación, tecnología y administración pública, especial referencia a los servicios públicos de empleo’ es el título de su tesis, que le fue encargada realizar en Derecho, centrada en determinados ámbitos que podían ser útiles para la Diócesis, como es la protección de datos, sede electrónica y transparencia. Una forma de poner al servicio de la Iglesia su formación civil.

“Bonitos, interesantes y costosos a veces”, así define Carlos estos cuatro años en el Seminario, en los que ha aprendido a dar respuesta a las necesidades que pueden surgir en el día a día. En estos años ha estado en distintos sitios de pastoral: Jesús Abandonado, Nuestra Señora del Rosario de Santomera, La Asunción de Alcantarilla y este último año, como diácono, lo ha pasado en San Mateo de Lorca, donde ha comenzado a administrar los sacramentos del Bautismo y del Matrimonio, y a presidir las exequias, lo que le ha hecho sentir que era “como un cauce de gracia”. “Cuando la gente me pregunta si estoy nervioso por el destino que me puedan dar después de la ordenación, les contesto que no, porque la experiencia de todas las parroquias por las que he pasado ha sido muy buena”, asegura.

En tan sólo unos días, el próximo domingo a las 19:00 horas, recibirá el Orden Sacerdotal en su parroquia, el Carmen de Murcia, donde al día siguiente, el lunes 3 de julio, a las 20:00 horas, celebrará su primera misa de acción de gracias. 

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