La Consejería de Cultura y Portavocía ha iniciado el procedimiento para declarar Bien Catalogado por su relevancia cultural la plaza de abastos de San Pedro, en Alcantarilla, con una resolución con la que si inicia el proceso, publicada en el Boletín Oficial de la Región (BORM) el pasado 15 de abril.
Se trata de una construcción inspirada en el estilo industrial de comienzos del siglo XX. Un edificio casi centenario que, según explicó la directora general de Bienes Culturales, María Comas, "es uno de los mercados locales más interesantes de la Región de Murcia que, además, sigue en funcionamiento y que ha sido restaurado y conservado hasta nuestros días casi en su totalidad".
Por todo ello, y teniendo también en cuenta que "la plaza de abastos tiene un especial significado en la ciudad de Alcantarilla, ya que continúa siendo un lugar de encuentro", desde Cultura se ha decidido incoar su declaración como Bien Catalogado "para proteger el inmueble, garantizar su integridad y evitar su futuro deterioro, del mismo modo que se trabaja para la conservación de numerosas construcciones y también tradiciones que conforman nuestra identidad e historia como Región", añadió Comas.
El edificio
El proyecto para construir la plaza de abastos de San Pedro de Alcantarilla fue presentado en el año 1924 por el arquitecto murciano José Antonio Rodríguez, uno de los más importantes de la Región de Murcia a comienzos del siglo XX, contando con un presupuesto de 46.230 pesetas.
Se edificó en el lugar donde se solían reunir los puestos ambulantes de productos agrícolas y ganaderos desde finales del siglo XIX, y las obras finalizaron en 1926. Se trataba de una nave con cubierta de teja a dos aguas sobre armadura de hierro, con dos fachadas y una superficie construida de 996 metros cuadrados.
La fachada principal consta de un acceso central de gran altura terminado en un arco de medio punto y a ambos lados se sitúan tres pequeños vasos, también terminados en arcos de medio punto, y que según se alejan del arco central, disminuyen su altura. La fachada se remata con cuatro pináculos que marcan los tres espacios que se distinguen en el interior y que se aprecian gracias a la diferencia de altura de las naves.