Lucía, una joven brillante en los estudios y a la que le gustaba cambiar de color su cabello, descubrió la crueldad del ser humano demasiado joven. Ir al instituto para ella, se convirtió en una carrera de obstáculos.
Consiguieron llevarla al extremo hasta que no pudo más, así que decidió ponerle fin a su corta vida, no encontró ánimo que la consolara ni el apoyo que necesitaba para enfrentarse a una situación de humillaciones constantes. Tropezó con la típica pandilla de críos inseguros y malcriados que necesitan de otro para atacar al más débil.
En mi época de estudiante viví situaciones parecidas a mi alrededor. Siempre surgía alguien que envidiaba o intimidaba a otro chaval que trataba de hacerle la vida imposible en el patio o en la entrada a la escuela. Pero antes las cosas las solucionábamos de otra manera.
El caso de Lucía no se trató de ninguna niñería como pretendían hacer ver, tal y como ha quedado demostrado. Esta niña se sentía sola y pensaba que la vida no tenía sentido. La zarandeaban a diario en el autobús, la llamaban fea, gorda y le decían "das asco".
Después de la expulsión a uno de los increpaban a la niña, la madre de la joven se lo encontró por la calle acompañado de su madre a lo que ésta le recriminó que este hecho iba a aparecer en el expediente académico de su hijo.
¿Qué clase de monstruos estamos criando? ¿Qué valores les transmitimos a nuestros hijos? Y es que la educación empieza en casa con nuestro ejemplo y comportamiento diarios. Al colegio se acude para aprender y no son los profesores quienes deben educar a nuestros hijos, pero no tenemos tiempo, estamos muy ocupados y no les hablamos, no dialogamos y no los escuchamos. Nos limitamos a comprarlos y compensarlos con regalos y ellos crecen carentes de civismo, obligaciones y empatía hacia los demás.
Algo está pasando y desde mucho antes ocurría en EE.UU. Debemos tomar nota y legislar en esta materia como ellos hicieron hace años. En su código penal el acoso escolar aparece tipificado como delito. Se protege a las víctimas y los protocolos de actuación funcionan. En los centros de enseñanza existe una figura que se encarga exclusivamente de este tema, que estudia y valora la situación para actuar sin demora. Hay que proteger a los menores y existe una ley, pero ¿quién protege a la víctima de acoso escolar menor de edad?
Los datos están ahí y hablan por sí solos. Murcia es la comunidad con más casos de acoso escolar de todo el país, seguido de Andalucía, Melilla y Baleares.
Los maestros no pueden abarcar esta situación, así que se pueden hacer pruebas piloto, como introducir a personal de seguridad privada en estos centros, que observen y controlen en los patios y en las salidas del centro.
Además se deberían elaborar políticas y normas para comprometer a padres y jóvenes. Educar a estudiantes y personal escolar para crear un entorno seguro. En definitiva adecuarse a los tiempos que vivimos. Es un tema que por una razón o por otra nos toca a todos y conocemos a algún caso de acoso cercano. Hay que hallar el modo de ponerle fin al acoso escolar. Porque aquí el protocolo existente no funcionó y una niña de tan solo 13 años decidió acabar con su vida.