Sin embargo, con la evolución y ampliación de sus servicios, estas tecnologías pueden propiciar efectos nocivos para las personas en las dimensiones más personales, como son el trabajo y las relaciones. Con motivo del Día Mundial de las Telecomunicaciones y Sociedad de la Información, que se celebra mañana 17 de mayo, el Servicio de Psicología del Hospital de Molina recomienda aprender a diferenciar entre uso y abuso para prevenir que se pongan en peligro las dimensiones personal y social de una persona.
Un uso excesivo de internet, el móvil, redes sociales o whatsapp puede desencadenar que se convierta en una obsesión y producirse una adicción. "Para prevenir este tipo de adicciones hay que ser conscientes de los factores de riesgo que las desencadenan: baja tolerancia a la frustración, pasar un gran número de horas al día desocupado, aburrimiento, búsqueda excesiva de aceptación por parte del grupo social, timidez, baja autoestima, etc", advierten desde el Servicio de Psicología del Hospital de Molina.
Privarse de sueño (<5 horas) para estar conectado a la red; descuidar el contacto con la familia, las relaciones sociales, el estudio o el cuidado de la salud; recibir quejas en relación con el uso de la red de alguien cercano, como los padres o los hermanos; pensar en la red constantemente y sentirse irritado excesivamente cuando la conexión falla o resulta muy lenta; intentar limitar el tiempo de conexión, pero sin conseguirlo, y perder la noción del tiempo; mentir sobre el tiempo real que se está conectado o jugando a un videojuego; aislarse socialmente, mostrarse irritable y bajar el rendimiento en los estudios; o sentir una euforia y activación anómalas cuando se está delante del ordenador, son algunas de las señales de alarma advierte el Servicio de Psicología - que manifiesta la dependencia a las TIC o redes sociales.
Para prevenir esta dependencia, el Servicio de Psicología del Hospital de Molina recomienda:
Limitar el uso de aparatos y pactar las horas de uso del ordenador.
Fomentar la relación con otras personas.
Potenciar aficiones tales como la lectura, el cine y otras actividades culturales.
Estimular el deporte y las actividades en equipo.
Desarrollar actividades grupales, como las vinculadas al voluntariado.
Estimular la comunicación y el diálogo en la propia familia.
Y en el caso de la infancia y la adolescencia, la limitación del tiempo de conexión a la red, la ubicación de los ordenadores en lugares comunes y el control de los contenidos, constituyen estrategias adicionales.