La Consejería de Educación, Cultura y Universidades muestra por primera vez al público el Vía Crucis de Antonio Garrigós tras su restauración. Las diez piezas se podrán contemplar en el Conjunto Monumental San Juan de Dios de Murcia, el lugar donde permanecerán expuestas de forma definitiva a partir de ahora, gracias a la iniciativa impulsada desde Cultura 'Patrimonio recuperado'.

El secretario general de la Consejería de Educación, Cultura y Universidades, Manuel Marcos Sánchez, destacó "la oportunidad que tienen los ciudadanos de la Región de admirar, en un entorno como la iglesia de San Juan de Dios, estas piezas del escultor murciano Antonio Garrigós creadas en la primera mitad del pasado siglo, y comprobar así el gran trabajo de restauración realizado por los técnicos para recuperar unas obras que forman parte de nuestro patrimonio artístico y cultural".

Los relieves restaurados por Cultura son diez placas de barro cocido sin policromar que forman parte de una serie de distintas estaciones de un Vía Crucis realizado por Garrigós entre 1938 y 1946 y que pertenecen a la colección estable del Museo de Bellas Artes de Murcia. La serie estaba de hecho compuesta por 14 obras y, aunque cuatro de ellas se han perdido, se guarda en los archivos material fotográfico que podría facilitar en el futuro su reproducción.

Todo el conjunto está realizado con un estilo realista de gran expresionismo retomado de la iconografía del románico medieval. Un estilo distinto a la tradición salzillesca secular que vincula a Garrigós al costumbrismo murciano, que en escultura está representado por José Planes, Gregorio Molera y Clemente Cantos.

En concreto, la intervención llevada a cabo ha consistido en una limpieza mecánica, limpieza química para eliminar restos de adhesivos, unión de algunos fragmentos, reintegraciones volumétricas y cromáticas allí donde eran necesarias y la creación de un sistema de anclaje con el fin de ubicarlos en la pared de la iglesia murciana.

Antonio Garrigós Giner (Santomera, 1886 - Madrid, 1966), fundador del Taller de los Bellos Oficios de Levante, junto al también escultor Clemente Cantós, fue uno de los creadores regionales más interesados en cultivar un arte que no olvidara las tradiciones locales. En sus figuras y terracotas trató de combinar siempre la innovación y el costumbrismo, una acertada mezcla que gustó tanto dentro como fuera de España.