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“Es todo un reto, desgastarse cada día por el servicio a Dios y a la Iglesia”, Antonio Lucas Belmar

El próximo domingo, a las 18:00 horas, Antonio Lucas Belmar será ordenado presbítero por el Obispo de Cartagena en la parroquia de San Andrés de Mazarrón, su pueblo natal. A dos días de ser ordenado sacerdote, asegura sentirse tranquilo: “Ahora estoy mejor, el domingo pasado fue el día de los nervios, pensaba: “a esta hora ya estaré ordenado”. Me acerco con temor a ese día, por la gran responsabilidad que significa este gran regalo, pero siempre confiando en la gracia de Dios. También con la tranquilidad y paz de saber que el Señor sabrá lo que hacer con este pobre instrumento”.

Antonio pertenece a una familia creyente, solía acudir con su madre a Misa todos los domingos. “Cuando hice la Comunión quise ser monaguillo, ya que mi primo lo era. Tenía a mi primo como referencia, porque yo soy hijo único y él es siete años mayor que yo”. Durante esos años participó muy activamente en las celebraciones y se planteó su vocación como sacerdote: “me llamaba la atención esa vida de servicio y disponibilidad que él (el sacerdote) tenía”. Los años de adolescencia le alejaron un poco de la vida parroquial aunque seguía acudiendo cada domingo a Misa. Comentó con su párroco esta inquietud y le animó a participar en una convivencia vocacional en Isla Plana. “Después de la convivencia vocacional quería abrir más las puertas a Dios y quise probar en el curso introductorio del Seminario. Después de esta experiencia decidí entrar en primero”.

Durante los últimos seis años Antonio se ha formado en el Seminario Mayor San Fulgencio, “estoy agradecido a la Iglesia por la preparación que me ha dado, el Seminario ha sido un tiempo de discernimiento y de oración que me ha ayudado a observar cual era mi vocación. Sobre todo me han ayudado en mi madurez los compañeros y especialmente los de mi curso, Eduardo y Pedro, he podido contar con ellos en los momentos difíciles y han sido mi apoyo durante estos seis años”.

En este tiempo como seminarista Antonio ha participado en diferentes pastorales: los dos primeros cursos fue monitor del Seminario Menor San José, “fueron años en los que el Señor me enseñó a cuidar y preocuparme por las vocaciones sacerdotales”. En tercer curso estuvo de pastoral en la parroquia de San Juan Bautista de Beniaján (Murcia), “fue el primer contacto con una comunidad parroquial; aprendí la importante labor de la catequesis y la preocupación por los fieles”. Fue el primer seminarista que colaboró en la parroquia del Espíritu Santo de Espinardo, donde asegura que disfrutó mucho, “la Iglesia se hace presente en los lugares que mucha gente evita”. También durante ese año participó en la Pastoral Penitenciaria, “experimenté que también los presos tienen sed de Dios; prestaban una especial atención a las lecturas y homilías, buscando una palabra de aliento”. En quinto curso estuvo en la parroquia de San José Obrero de Yecla; “a Yecla se llega llorando y se vuelve llorando”, asegura Antonio, recordando con cariño la acogida por parte del párroco y de la comunidad parroquial, “fue entrañable”.

Antonio ha ejercido el ministerio de diácono en dos parroquias: en San Mateo de Lorca y en la de San Francisco Javier – San Antón de Murcia, donde permanecerá como Vicario Parroquial tras su ordenación sacerdotal. Asegura que este tiempo le ha servido, no sólo para comenzar a administrar los sacramentos del Bautismo y el Matrimonio, sino también a entregarse por completo a la vida parroquial. “Es todo un reto, desgastarse cada día por el servicio a Dios y a la Iglesia”, asegura.

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