La Consejería de Desarrollo Sostenible y Ordenación del Territorio, a través de la Dirección General del Medio Natural, en colaboración con el grupo Cicendela y la Asociación La Carraca de voluntariado ambiental, trabajan para la recuperación de la carraca, una especie en peligro de extinción de la que se contabilizan en la Región unas 450 parejas.
El proyecto ha logrado, por medio de la colocación de 15 cajas-nido de madera, el nacimiento de los primeros polluelos en diferentes taludes de ramblas de Fortuna y Abanilla.
El consejero Benito Mercader, afirmó que “la protección de la fauna y flora silvestres de la Región es una de las prioridades de la Consejería y estamos tomando todas las medidas oportunas para proteger las especies más vulnerables y en peligro de extinción y mantener nuestra amplia biodiversidad”.
Las cajas-nido fueron instaladas por los voluntarios en el momento en que estas aves llegaron a la Región después de finalizar la migración invernal en África. Este año se registró la llegada de las primeras carracas el 12 de abril junto al río Guadalentín en Alhama de Murcia.
La Dirección General de Medio Natural gestiona por medio de sus técnicos el diseño y programa de ejecución que están realizando junto a un grupo de 20 voluntarios, en el paisaje protegido de Rambla Salada y Ajauque, situado entre Fortuna, Santomera, Abanilla y Molina de Segura.
Mercader destacó “el valor del trabajo realizado, tanto por los técnicos de la Consejería como por los voluntarios, a la hora de conservar la especie y animamos a los murcianos a participar en la conservación de nuestro rico hábitat natural”.
Con esta acción se pretende que las carracas vuelvan a nidificar en zonas donde habían desaparecido, por lo que las cajas-nido solamente se instalan en aquellos lugares donde criaron hasta hace unos años y existen hábitat naturales y cultivos tradicionales de secano.
La carraca, más conocida como ‘azulejo’ por su color turquesa, mantiene una población en la Región en las zonas áridas donde establece sus nidos en los taludes de los terreros y en árboles. La especie, que se alimenta de grandes insectos como saltamontes, chicharras o escarabajos, se encuentra en peligro de extinción debido, sobre todo, al uso de insecticidas y la desaparición de la agricultura y ganadería tradicional.