Opinión

El uso de la fuerza en los cuerpos de seguridad

El uso de la fuerza por parte de nuestras Policías la realizan de forma impersonal o independiente de la víctima, toda actuación es fiscalizada por Jueces y Tribunales, donde se determina si existió ilegalidad o no en el uso de la fuerza, este acto hace que la sociedad juzgue a estos profesionales sin base profesional alguna, pongamos un ejemplo, una persona ejerciendo resistencia, si la misma persistiera y se hiciera violenta, el policía utilizaría su defensa y desde fuera las personas estarían viendo una desproporción al uso de la misma, mientras el agente en sí estaría utilizando uno de los medios legítimos a su alcance con una proporcionalidad adecuada para esa actuación.

El problema de todo es que aún seguimos funcionando con la Ley 2/86 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que tiene 38 años de antigüedad, actualmente no existen protocolos unificados ni para el uso del arma reglamentaria ni para el uso de la fuerza, esto seguido a que la formación policial actual está encaminada a multitud de funciones que nada tienen que ver con el uso de la fuerza en sí. En la actualidad, las academias de formación de nuestros agentes están enfocadas sobre el Derecho, en sus distintas ramas, lo aconsejable sería que dicha formación se basara en la intervención policial, materia básica del uso de la fuerza como pasa en otros países europeos.

El uso ilegítimo desproporcionado de la fuerza policial acarrea consecuencias muy serias tanto a la persona a la que se le aplica como al propio agente, con lesiones graves por no ser utilizada de forma correcta, por ello es capital que la legislación actual sea más clara y determinante; de este modo se estaría dotando de una mayor protección a los agentes a la hora de poder efectuar una intervención donde fuese necesario el uso de la fuerza sin verse comprometidos.

La actual legislación sobre el uso de la fuerza es escasa y la mayoría de las veces es poco o nada interpretable, originando una indefensión en los cuerpos policiales, dando lugar a que cuando se tiene que intervenir surge indecisión, temor, dudas en una materia de la que dependen las vidas de las personas con una toma de decisiones que debe ser rápida, en cuestión de segundos, sin olvidarnos del factor psicológico que el agente sufre y que desemboca en estrés seguido de una baja laboral en el mejor de los casos.

Pienso que la sociedad actual debería agradecer la gran labor de este colectivo que lo da todo, deberíamos ser más asertivos y comprender que el trabajo que realizan es esencial y a su vez difícil por su complejidad. No hay que olvidarse que estos profesionales dan su vida por un sueldo que no es acorde, ni de lejos, al trabajo y sacrificio que realizan día a día para que nosotros los ciudadanos podamos transitar libremente.

José Antonio Carbonell Buzzian

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