Totana

La Parroquia de Santiago el Mayor de Totana celebra la festividad de la Sagrada Familia y el día de San Juan Evangelista

En un clima de recogimiento, solemnidad y participación comunitaria, la parroquia de Santiago el Mayor de Totana celebró la festividad de la Sagrada Familia, una jornada que coincidió litúrgicamente con el día de San Juan Evangelista, uno de los apóstoles más cercanos a Jesús y símbolo del amor fraterno y la fidelidad. La eucaristía fue presidida por el coadjutor de la parroquia, Gonzalo Portillo, y contó con varios elementos destacados que realzaron la celebración.

Entre ellos, la presencia junto al altar de la imagen titular de la Hermandad de San Juan Evangelista, colocada de manera visible y cercana al presbiterio, así como el acompañamiento musical de una representación de la banda de música de la propia Hermandad, que interpretó diversas piezas durante distintos momentos de la liturgia, contribuyendo a crear un ambiente de especial recogimiento y solemnidad.

Durante su homilía, Gonzalo Portillo centró su mensaje en el valor incalculable de la familia, a la que definió como la “célula vital de la sociedad”, subrayando que no se trata de un elemento secundario, sino del fundamento básico sobre el que se construyen los pueblos y las comunidades. En este sentido, afirmó que no puede existir una sociedad sana si no se protege y cuida la institución familiar, ya que es en ella donde la persona aprende a amar, a respetar y a desarrollarse como ser humano.

Al comentar el pasaje evangélico de San Mateo que narra la huida de la Sagrada Familia a Egipto, el coadjutor recordó que la familia de Nazaret es un modelo para todas las familias cristianas, pues muestra cómo, incluso en medio de dificultades, persecuciones y situaciones adversas, es posible salir adelante cuando Dios ocupa el centro de la vida familiar.

El perdón como fundamento de la unidad familiar

Uno de los ejes principales de la predicación fue la importancia del perdón mutuo como antídoto frente a la división que, según señaló, hoy destruye a numerosas familias. Portillo lamentó que la cultura actual favorezca actitudes de enfrentamiento y revancha, resumidas en la expresión “tú me la pagas”, en lugar de promover la reconciliación y el diálogo.

Frente a ello, recordó que Dios es comunión de tres personas distintas unidas por el Espíritu Santo, y que ese mismo modelo de unidad en la diversidad debe vivirse en el seno de la familia. En este contexto, destacó que solo quien reconoce sus propios errores y limitaciones es capaz de perdonar de verdad, mientras que la soberbia, que lleva a pensar que uno siempre tiene razón, dificulta gravemente la reconciliación.

La misión insustituible de los padres en la transmisión de la fe

El coadjutor se dirigió también de forma explícita a los padres, a quienes recordó que su misión va más allá de proporcionar sustento material o formación académica a sus hijos. Subrayó que los padres cristianos están llamados a ser los primeros transmisores de la fe, inculcando la palabra de Dios desde la infancia mediante el testimonio de vida.

En este sentido, cuestionó la idea de posponer la educación en la fe hasta que los hijos sean adultos, comparándola con decisiones fundamentales que los padres toman sin consultar al niño, como la alimentación o la educación escolar. La fe, explicó, es una semilla que se siembra en el hogar y que, con el tiempo, puede dar fruto si ha sido cuidada con coherencia y ejemplo.

Humildad, sencillez y alabanza en la vida familiar

En la parte final de la homilía, Gonzalo Portillo invitó a las familias a pedir tres gracias concretas en este tiempo de Navidad: humildad, sencillez y alabanza. Animó a reconocer la propia pequeñez, a saber pedir perdón y a no dejarse absorber por preocupaciones secundarias que, en ocasiones, desvían la atención de lo verdaderamente esencial.

Asimismo, destacó la belleza de ver a las familias reunidas en la celebración de la fe, alabando y cantando juntas al Señor, como expresión visible de una vida familiar centrada en Dios y abierta al amor y la reconciliación.

La homilía concluyó con la bendición final, dejando en los fieles un mensaje de esperanza y una llamada clara a cuidar la unidad, el perdón y la fe en el seno de cada hogar, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret y bajo la intercesión de San Juan Evangelista.

NOTA: Próximamente se publicará un video resumen 

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