Hay edificios históricos que son conocidos por su belleza y su valor artístico, pero que también encierran singulares historias o leyendas a veces terroríficas. Uno de esos monumentos es la catedral de Murcia. Su maravillosa portada y su impresionante torre-campanario atraen las miradas y la admiración de quien la visita. Pero sus muros esconden mucho más que arte.
La catedral de Murcia, una catedral encadenada
Hay un ornamento exterior de la catedral de Murcia que siempre llama la atención: una magnífica cadena esculpida en la piedra que rodea la capilla de los Vélez. Esa cadena, con sus 90 eslabones de un metro de longitud, despierta la admiración de todo aquel que la contempla y ha protagonizado grandes elogios desde que se tallara hace ya cinco siglos.
Pero más allá de su belleza, este particular ornamento de la catedral de Murcia esconde una leyenda particular. Y trágica, como tantas otras. Cuenta que a la ciudad llegó un mendigo que, enterado de que el marqués de los Vélez estaba construyendo una capilla, se ofreció a tallar una cadena de piedra que la rodearía, incluso sin cobrar por ello.
El marqués no pudo resistir la oferta y la aceptó con una condición: si no le gustaba, el mendigo sería ajusticiado. Siete años duró la obra y no solo consiguió satisfacer al marqués, sino que consiguió maravillarle a él y a toda la ciudad. A partir de ahí, la historia tiene diferentes versiones.
Una de ellas cuenta que el artesano manifestó tras acabar el trabajo su intención de abandonar la ciudad. Muerto de celos y temeroso de que el artesano pudiera tallar otra joya como esa en otro lugar, el marqués decidió cortarle las manos, arrancarle los ojos y encerrarle para siempre.
La otra versión de la historia no es menos terrible, aunque tal vez el final resulte algo menos doloroso: cuenta que, finalmente, el artesano sí fue ajusticiado, que el marqués decidió degollarlo para evitar que pudiera repetir tan magnífica obra en otro lugar.
De un modo u otro, lo que es cierto es que se trata de un maravilloso ornamento y que realmente es único. Y también que ha propiciado otras pequeñas leyendas, como que la cadena no tiene principio ni final o que aquel que la toque con sus manos las perderá.
El misterio de la campana de La Mora
La catedral de Murcia encierra otras historias mucho menos conocidas que las de la cadena de la capilla de los Vélez, pero no por ello menos singulares. Una de ellas la protagoniza la campana de La Mora, que es una de la más antiguas de España.
Fundada en 1383, según la inscripción que lleva, hay dudas de por qué se bautizó con ese nombre. En lo que no hay dudas es en que protagoniza una singular leyenda. Cuenta que se fundió a modo de talismán para ahuyentar al demonio y alejar epidemias y desastres naturales.
Una de las explicaciones sería la estrella de cinco puntas que lleva tallada. Esa estrella de David era considerada ya desde la Antigüedad como un símbolo protector. La otra explicación sería la inscripción que también lleva tallada y que algunos han llegado a considerar un conjuro.
Otro enigma: el del demonio burlón
Este es un misterio algo diferente en todos los sentidos y que también protagoniza de alguna manera la capilla de los Vélez. Existía en uno de sus balcones un pequeño diablo sonriente tallado que, según se cuenta, mandó esculpir Pedro Fajardo, marqués de Vélez, para burlarse del obispo de Cartagena y, por extensión, de cualquier sacerdote que oficiara una misa en la catedral de Cartagena.
El origen de tan particular escultura era una disputa que marqués y obispo habían mantenido y que acabó con la excomunión del primero. Esa es la leyenda. El misterio no es otro que la figura se retiró hace ya algunos años sin conocer el motivo de esa decisión. Y hay quien señala que tampoco se sabe cuál es su paradero.
La catedral de Murcia encierra un indudable valor artístico e histórico, pero también algunas leyendas que merece la pena conocer. Al fin y al cabo, esas otras historias ayudan a mirarla con otros ojos.