“Sin paga nadie paga” es, como bien promete el cartel enunciativo de la obra y como he podido comprobar por mí mismo, una de las sátiras sociales más graciosas de estos tiempos por los que, por desgracia, atraviesa nuestra sociedad.
Esta obra, originaria de los años 70, ha sido reelaborada y adaptada de la mano de Dario Fo, Premio Novel de Literatura, con el fin de canalizar la crudeza de la crisis económica y la presión soportada por la clase media, reconduciéndola hacia una crítica de la misma y con la que se cuentan las grandes verdades, muchas veces sentenciadas al silencio, de la crisis política; sin maquillaje alguno, sin tapujos, con un aire irónico y chistoso los personajes ponen de manifiesto los pensamientos y las inquietudes de masa social. Esta obra, pues, afronta con buena cara y una gran carcajada la situación de indefensión e inseguridad que nos provoca la inflación de los precios y la crisis económica que vivimos hoy día.
La obra originaria de los años 70 versa sobre el asalto a un supermercado por parte de la población como protesta por el alza desmesurada de los precios en los productos de primera necesidad. La crisis económica y el paro son el detonante de movimientos sociales de este calibre, que enfrentan a la ciudadanía con los grandes empresarios y los políticos. A consecuencia de ello, éstos últimos disponen de la policía como brazo ejecutor que se ve obligado a acatar sus órdenes mientras que los ciudadanos reclaman reformas sociales que les beneficien. Lo cierto es que Dario Fo no ha tenido gran dificultad a la hora de adaptar esta obra a nuestros tiempos puesto que este es un tema latente en la sociedad desde que el mundo es mundo.
Lo llamativo de la obra es cómo sus personajes consiguen transformar este drama social en una comedia delirante. Especial atención merece el personaje interpretado por María Isasi, que encarna la figura literaria por excelencia de la literatura española, el pícaro, aquella persona ante la adversidad supera cualquier problema con su labia y su picaresca. Pablo Carbonell, por su parte, ofrece el punto más cómico y chocante a la obra al encarnar al conformista despreocupado que debido a las adversidades que le acongojan termina abriendo los ojos y revelándose contra un sistema que él creía erróneamente justo.
Sin paga nadie paga es, ante todo, una obra clarificadora y divertida que responde con una sonrisa a las vicisitudes que se nos presentan, abriendo un haz de esperanza y optimismo ante los tiempos que pasamos.
Diego Antonio Crespo-Cabrera
Rojo
@Dian_Totana