'Yo, el heredero', una comedia amarga sobre la herencia y la caridad cristiana. Tiene mucho que ver con el autor, Eduardo de Filippo (Nápoles, 1900-Roma, 1984), que era un cómico amargo. Y más allá, tiene que ver con la vida, que es tragicómica en su esencia. Es una crítica a la caridad cristiana, a eso que muchas veces nos lleva a ayudar al otro. Se trata de una crítica social a ciertas formas de altruismo contada con recursos cómicos.
Alterio interpreta a Ludovico Ribera, un hombre sabio y viajado que desembarca en la familia adinerada y filantrópica que mantuvo a su padre durante 37 años. Según el actor, "Mi personaje plantea que ayudándole durante tantos años, le impidieron desarrollarse como ser humano".
Yo, el Heredero es una obra de Eduardo De Filippo, cuyo reparto está compuesto por Ernesto Alterio, Concha Cuetos, Fidel Almansa y José Manuel Seda entre otros.
Las representaciones tendrán lugar el jueves, 4 de octubre (a las 21:30 horas); el viernes, 5 de octubre (21:30 horas); y el sábado, 6 de octubre (a las 19:30 y a las 22:30 horas).
El precio de las localidades es de 25, 18 y 12 euros.
La dirección de la obra corre de la mano de Francesco Saponaro, y la producción es de Andrea D’Odorico.
Eduardo de Filippo (autor también de Filomena Marturano, origen de la película con Sophia Loren y Mastroianni Matrimonio a la italiana) escribió el texto en los años cuarenta, y todavía sigue vigente en nuestra sociedad actual. La idea del autor napolitano es sumamente original e incisiva, así como lo son las razones perfectamente argumentadas del hijo del difunto, cuya tesis principal consiste en que por culpa de la caridad de esta familia su padre decidió convertirse en un parásito, un vago que prefirió permanecer cómodamente allí, aun siendo objeto de burlas continuadas, en vez de encontrar un trabajo e ir a buscar a su hijo al que abandonó con cuatro años.
Yo, el heredero arremete así de forma brutal contra la caridad hipócrita y la solidaridad mal entendida de una sociedad siempre con intereses ocultos. Todo tratado en la obra desde una óptica primordialmente cómica, pero que cambia de un género a otro sin problema, pasando de la comedia al drama intermitentemente, acompañando así en su perfectamente planeada inestabilidad emocional al personaje protagonista.