Hace ya diez años que murió Camilo José Cela, internacionalmente reconocido, creador de mundos muy personales y hombre de amplia cultura conocedor de documentos sociales de gran calado, como en el caso de La Colmena y La familia de Pascual Duarte, publicada hace 70 años, testimonio lacerante de un suceso de miseria económica y moral en un pueblo de Extremadura. De esta novela se hizo una película en 1976, y ahora esta versión teatral escrita por el actor y productor Tomás Gayo Bautista y dirigida por Gerardo Malla.
Ángeles Martín, Lola Casamayor, Ana Otero, Tomás Gayo, Miguel Hermoso y Paco Manzanedo serán los encargados de llevar a las tablas del Teatro Romea de Murcia este clásico de la literatura española, versionado por primera vez para el teatro. Habrá tres sesiones este fin de semana, el sábado, 2 de junio, se podrá ver a las 19:30 y 22:30; y el domingo, 3 de junio, podrá verse a las 20 horas. El precio de las localidades es de 20, 15 y 10 euros.
La Familia de Pascual Duarte es una historia sobre la España Negra, esa España profunda de violencia, soterrada o expresa, venganzas, rencillas y familias asfixiantes. Pascual Duarte es, en esencia, un hombre bueno, pero que a causa de ese tan manido concepto del condicionamiento y de la influencia del entorno acaba convertido en un asesino. 'Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo'. Es el célebre comienzo de la primera novela de Camilo José Cela.
Duarte es un campesino extremeño hijo de un alcohólico, que cuenta su vida mientras espera su propia ejecución en la celda de los condenados a muerte. Víctima de una inexorable fatalidad, Pascual Duarte es un ser primitivo y elemental dominado por la violencia, única respuesta que conoce a la traición y al engaño.
La historia se muestra en su versión teatral como un tratamiento ontológico y no ético de la vida, donde hay más preocupación por profundizar en la enjundia de las cosas que en la búsqueda de sus causas.
Tomás Gayo en la adaptación y Gerardo Malla en la dirección han atenuado en esta versión para el teatro el rusticismo primitivo, la tendencia a la fealdad y la deformidad y la violencia trágica que desprende la novela, salvo algunos detalle escenográficos.
La apuesta teatral es arriesgada, acerca las palabras de un texto que fue muy leído, obligatoriamente, en los centros de enseñanza media hace ya unos años.