La Obra Social "la Caixa" y el Ayuntamiento de Murcia presentan siete esculturas monumentales del maestro francés en el contexto del programa Arte en la Calle de la Fundación "la Caixa"
El presidente de la Región de Murcia, Ramón Luis Valcárcel; el alcalde de Murcia, Miguel Ángel Camara; el director ejecutivo territorial de “la Caixa” en Levante y Murcia, Bibiano Martínez; la responsable de exposiciones del Musée Rodin de París, Audrey d’Hendecourt; y el secretario general de la Fundación “la Caixa" Lluís Reverter, han inaugurado hoy la muestra Auguste Rodin en Murcia, que demuestra la modernidad del artista, que apostó por exponer sus esculturas al aire libre.
El principal objetivo de Rodin era acercar más las obras al paseante, a todo el mundo. Y es que, cuando la escultura «invade» la ciudad, no hay otra razón: cuando Rodin elige colocar el monumental grupo de Los burgueses de Calais sobre un alto pedestal para que la escultura se recorte sobre el cielo, o cuando, por el contrario, lo hace sobre un pedestal muy bajo «para que el público pueda penetrar en la esencia del tema, como en las sepulturas de las iglesias», la intención del artista siempre es buscar la armonía entre el lugar y la representación, pensando en el espectador.
La ciudad de Murcia se convierte ahora en el espacio de exposición de la obra de Rodin. La Plaza de Santo Domingo, sus habitantes y visitantes conforman un vivo e inédito marco para estas monumentales estatuas. El lugar tiene su propia memoria, y la escultura universalidad, y en esa confluencia encuentra la obra una nueva lectura.
Auguste Rodin
A Rodin (París, 1840 – Meudon, 1917) inició su formación artística a la edad de catorce años de la mano de Lecoq de Boisbaudran y Louis-Pierre Gustave Fort en la Escuela Imperial Especial. Tras un breve periodo en una orden religiosa, regresó a la vida laica para seguir los cursos de Barye en el Museum y empezó a trabajar en el estudio de Carrier-Belleuse. El viaje que realizó a Italia en 1875 le permitió observar a los clásicos, sobre todo a Miguel Ángel, y a partir de aquel momento se dedicó a crear sin interrupción formas eternas, como La Edad de bronce, El Hombre que camina o San Juan Bautista, en un universo muy personal.
A finales del siglo XIX su prestigio aumentó considerablemente y recibió el encargo de realizar una puerta monumental de bronce destinada al futuro Museo de Artes Decorativas de París. Rodin se inspiró en el imaginario de Dante para crear La Puerta del Infierno y representó escenas como la agonía de Ugolino y figuras retorcidas que simbolizaban a los condenados. Durante esta época, Rodin recibió varios encargos como Los Burgueses de Calais o los monumentos a Víctor Hugo y a Honoré de Balzac. En 1890, junto con Carrière, Puvis de Chavannes, Dalou y Messonier, fundó la Sociedad Nacional de Bellas Artes.
El papel de Rodin en el contexto artístico de la época es muy importante. Retrató a sus amigos y a las celebridades del mundo del arte, las letras y la política, y siempre plasmó una dimensión personal y humana en sus obras. A partir de 1908 inició una serie de esculturas centradas en el movimiento del cuerpo al bailar, fascinado por la libertad de gestos y posturas. En conjunto, la obra de Rodin, situada en el cambio de siglo, ofrece una gran variedad de estilos, materiales y soportes. El artista creaba libremente, utilizando múltiples combinaciones y desarrollando conceptos originales que hoy en día siguen constituyendo una referencia para el arte contemporáneo.
El Pensador
A partir de 1880, fecha del encargo de La Puerta del Infierno, Rodin pensó en incluir en la composición una figura de Dante que dominara la Puerta y contemplara bajo sus pies el desarrollo de la tragedia de la Divina Comedia. Esta figura, originalmente titulada El poeta, se convirtió en El Pensador. En 1904 el artista explicaba esta transformación: “El Pensador tiene una historia. En días ya lejanos, estaba ideando La Puerta del Infierno. Delante de esta Puerta, sentado en una roca, Dante, absorto en una meditación profunda, concebía el plan de su poema. Detrás de él estaban Ugolino, Francesca, Paolo, todos los personajes de la Divina Comedia. Este proyecto no se llevó a cabo. Delgado, ascético, envuelto en su rígido ropaje, mi Dante, separado del conjunto, no habría tenido sentido. Siguiendo mi primera inspiración, ideé otro ‘pensador’, un hombre desnudo, agachado sobre una roca, sobre la que se retuercen sus pies. Con el puño contra los dientes, está pensando. El pensamiento fecundo se elabora lentamente en su cerebro. No es en absoluto un soñador, es un creador. Hice mi propia estatua.“
En su tamaño original (71 cm de altura), El Pensador, colocado bajo las Tres Sombras, domina la Puerta; la vigorosa musculatura, inspirada en el Torso del Belvedere, y la tensión interiorizada de la escultura remiten, como casi siempre, a la lección de Miguel Ángel. Al igual que muchas figuras de La Puerta del Infierno, El Pensador, en efecto, se había convertido en un tema autónomo. Fue expuesto por primera vez en Copenhague, siendo después aumentado, entre 1902 y 1904: la versión grande en yeso (181 cm de altura) fue expuesta en 1904 en Londres y, el mismo año, se expuso el bronce en París.
La obra provocó bastante polémica entre los visitantes del Salón y entre la prensa; un grupo de amigos de Rodin propuso, un poco a modo de reto, lanzar una suscripción nacional con el fin de ofrecer El Pensador a la ciudad de París en su tamaño original. Rodin escogió el Panteón como lugar de exposición. La estatua fue inaugurada el 21 de abril de 1906 pero, al obstaculizar el desarrollo de las ceremonias, fue trasladada al Museo Rodin en 1921. Otro gran Pensador fue erigido sobre la tumba del escultor en Meudon.
Monumento a los Burgueses de Calais
El episodio de la devoción heroica de la Burgueses de Calais, uno de los más célebres de al historia de Francia, se sitúa durante la Guerra de los Cien Años, en la que se enfrentaron Francia e Inglaterra. En 1347, Eduardo III sitió el puerto de Calais, en el norte de Francia, y declaró que actuaría con indulgencia si seis notables (los burgueses) aceptaban entregarse ante él en camisa, con la cabeza y los pies desnudos y una cuerda al cuello, presentándole las llaves de la ciudad. Eustache de Saint-Pierre y cinco de sus compañeros aceptaron sacrificar sus vidas a fin de salvar la ciudad, pero la reina intercedió y obtuvo el perdón. Varios alcaldes de Calais, deseosos de conmemorar este acto insólito, pensaron en encargar una escultura que lo glorificara. Se plantearon diversos proyectos, que no tuvieron continuidad, y hasta 1884 no se volvió a considerar el asunto. Fue entonces cuando Rodin fue escogido para realizarla. El primer esbozo nos muestra un grupo de seis héroes instalados sobre un pedestal según las normas artísticas de la época; sin embargo, la imagen de estos seis hombres abatidos y resignados ya se alejaba de la del grupo heroico conforme a la tradición académica del siglo XIX.
Rodin trabajó intensamente en el proyecto. El gran modelo del grupo fue presentado en 1889 en la exposición Monet-Rodin y resultó ser la pieza clave de todas las presentadas. Sin embargo, el alcalde de Calais se había retirado en 1885 y el comité para la erección de la estatua había quebrado en 1886. Además, el diseño de Rodin había evolucionado considerablemente. La propuesta que presentó en el sentido de suprimir el zócalo de la estatua le acarreó grandes reproches por parte de los que la encargaron. El escultor proponía, en efecto, una visión original, muy avanzada para su época, que infringía las normas habituales que regían la estatuaria monumental: “el grupo, para que resulte impresionante, ha de instalarse al nivel del suelo, de manera que se pueda penetrar mejor en el aspecto de la miseria y del sacrificio del drama”.
El proyecto se reemprendió en 1893. Finalmente, habiendo reunido ya los fondos, el monumento (que pesa más de dos toneladas) fue inaugurado el 3 de junio de 1895 pero, desafortunadamente, fue colocado sobre un pedestal en el centro de un pequeño jardín: “yo quería hacer sellar mis estatuas, unas detrás de otras, delante del Ayuntamiento de Calais, al nivel de las losas de la plaza, como un rosario viviente de sufrimiento y sacrificio. Creo que hubiera causado un fuerte impacto. Pero rechazaron mi proyecto e impusieron un pedestal tan poco agraciado como superfluo”. Sólo al terminar la Segunda Guerra Mundial la ciudad de Calais respetó la voluntad del escultor y presentó el grupo al nivel del suelo, tal y como se puede contemplar en París, Filadelfia y Tokio.
En realidad, la idea general de Rodin de hacernos entrar a ras de suelo en el drama que se desarrolla ante nuestros ojos era demasiado revolucionaria como para no chocar con el gusto oficial que regía los destinos de las bellas artes durante la Tercera República. Si examinamos las seis figuras una por una, esta impresión no hace sino confirmarse: Eustache de Saint-Pierre, el viejo, guía con fuerza y determinación el grupo de los seis héroes; Jean d’Aire, con aire resuelto y viril, lleva las llaves de la ciudad que está a punto de ofrecer al rey de Inglaterra en señal de vasallaje; Andrieu d’Andres, con la cabeza entre las manos, expresa toda la desesperación del renunciamiento heroico; Pierre de Wissant muestra un momento de duda cuando se dirige junto al grupo hacia la muerte; su hermano Jacques de Wissant camina hacia un destino inevitable y, finalmente, Jean de Fiennes, abriendo los brazos, simboliza la juventud sacrificada al acto heroico. Rodin, que se opone a cualquier confesión anecdótica o superflua y rechaza la tipología académica, presenta una obra poderosa y única de carácter universal.