La Unidad Especial de Caballería se creó en 1825, tan solo un año después de la fundación de la Policía Nacional, mientras que la Unidad Especial de Guías Caninos se integró en el Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico en 1945
Durante su intervención, el director general de la Policía ha señalado que ambas unidades “representan la excelencia operativa construida desde la disciplina, el compromiso y el trabajo en equipo”. De la Unidad Especial de Caballería ha destacado que “su sola presencia ya es prevención porque está donde otros no pueden llegar: en los lugares e instalaciones más sensibles, en las grandes concentraciones de personas, en espectáculos públicos, en eventos deportivos o en la protección de altas personalidades”, mientras que de la Unidad Especial de Guías Caninos ha recordado que “su labor aporta un valor añadido incalculable a todas las áreas de trabajo policial, ya que son un apoyo imprescindible para la seguridad ciudadana, la lucha contra el narcotráfico y el blanqueo de capitales, la protección en grandes dispositivos, la investigación criminal, la lucha contra el terrorismo, la inmigración irregular y las catástrofes”.
El futuro de estas especialidades pasa, sin duda alguna, por el desarrollo del “Proyecto San Jorge”, cuyo planeamiento y diseño no consiste solo en la construcción de unas instalaciones para la estabulación de los animales bajo criterios de bienestar animal, sino que también se plantea como un verdadero centro de formación para animales de aplicación policial. La intención final es hacer de este complejo el germen de un futuro Centro de Referencia Internacional, con el que exportar talento y generar sinergias con otros operadores de seguridad y de emergencias nacionales e internacionales.
Por esta razón, el bienestar de los animales supone un objetivo prioritario para la Policía Nacional. Garantizar su alimentación, asegurar la vigilancia de su salud y proporcionarles espacios adecuados para su correcta estabulación y desarrollo madurativo y social son fundamentos que ya están fuertemente arraigados en el acervo profesional del Cuerpo.
Durante el acto, ambas unidades han realizado una exhibición para, a continuación, proceder a la entrega de reconocimientos en recuerdo a Beatriz Marín Peña, miembro de la Unidad Especial de Caballería fallecida en acto de servicio; María del Carmen Cantalejo Martino, primera mujer integrante de la Unidad Especial de Caballería; Lino López Rey, policía en activo con mayor antigüedad en la Unidad Especial de Caballería; María del Carmen Fernández los Arcos, primera mujer integrante de la Unidad Especial de Guías Caninos; y Carlos Luis Bermejo Laina, policía en activo con mayor antigüedad en la Unidad Especial de Guías Caninos.
Dos siglos a caballo
Prácticamente al mismo tiempo que nacía la Policía Nacional hace 200 años, también lo hacía su Unidad de Caballería. Los antecedentes datan de 1823, cuando Francia envió a España a los conocidos como “cien mil hijos de San Luis”. En ese momento se dispuso la creación de un regimiento de Caballería al que denominaron Cuerpo de Celadores Reales.
Este Cuerpo de Celadores Reales es el predecesor directo de la actual Unidad Especial de Caballería de la Policía Nacional, cuya fundación se estableció definitivamente en la Real Orden de 1 de septiembre de 1925. Su misión era prestar servicio de seguridad pública en Madrid y sus inmediaciones.
En la actualidad, la Sección Operativa Central de Caballería se encuentra en Madrid, y participa tanto en la planificación como en la coordinación y ejecución de numerosos eventos de especial relevancia, como las cumbres de las presidencias europeas de 2010 y 2023, la del cambio climático de la ONU de 2019 o la de la OTAN de 2022, así como las visitas a España de jefes de Estado, presidentes de Gobiernos y altos dignatarios de países extranjeros, sin olvidar grandes eventos deportivos de masas como la final de la Copa Libertadores en 2018 y la Liga de Campeones de 2019, así como, de manera periódica, todos los encuentros de primera división de fútbol. En el plano internacional más reciente, la Unidad Especial de Caballería formó parte del dispositivo de seguridad de los Juegos Olímpicos de París, celebrados en 2024, donde colaboró con sus homónimos franceses en patrullas mixtas a caballo.
En estos momentos, la unidad está presente en el Proyecto San Jorge, que conlleva la construcción de unas nuevas instalaciones para albergar al personal y a los caballos de la Sección Operativa Central y de la Unidad de Caballería adscrita a la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Además, se está trabajando en la mejora de recursos para hacer frente al aumento de la demanda de servicios a prestar por esta unidad.
80 años compartiendo trabajo con agentes caninos
En enero de 1945, integrada en el Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico, se creó la Sección de Perros Policía, con sede en Madrid. La sección se dotó en sus orígenes con ocho pastores alemanes procedentes del ejército germano, tras el repliegue del territorio francés que había ocupado durante la II Guerra Mundial. En esta primera fase los canes fueron destinados a tareas de obediencia, acompañamiento y defensa, rastreo y trabajos de aplicación militar.
Más tarde, en el año 1947, se creó la Escuela de Adiestramiento Canino de la Policía, dependiente de la Academia Especial del Cuerpo, con la misión de asumir la formación de los futuros guías de perros, la selección, enseñanza y adiestramiento de los ejemplares caninos, la realización de las demostraciones operativas, así como la importante tarea de cría y socialización de los cachorros.
A finales de 1991, la Sección de Guías Caninos de la Comisaría General de Seguridad Ciudadana, abandonaba su antigua ubicación en las instalaciones policiales de Canillas, para trasladarse a su base actual, en la Casa de Campo.
En estos 80 años de existencia han sido muchos los cambios producidos en la Unidad Especial de Guías Caninos. El más importante es el tratamiento que la Policía otorga a estos animales, como verdaderos seres sintientes, con identidad propia, autonomía funcional e individualidad emocional. En este sentido, se ha promocionado la interacción de la organización policial y de sus profesionales con los ejemplares caninos, de forma que, lejos de considerarlos como una simple herramienta o un elemento de trabajo, se configuran como sujetos de derechos, con habilidades y competencias cuyo aprovechamiento ensancha y engrandece la capacidad operativa de la Policía Nacional, que ha encontrado en el perro de aplicación policial un firme aliado.
Otro de los elementos que han cambiado de forma significativa es el número de perros en activo. Desde los ocho pastores alemanes originales hasta los 507 ejemplares de las más diversas razas que integran hoy la fuerza canina pone de manifiesto la importancia que estos seres tienen para la institución policial. Así, la carta de servicios que hoy ofrece la Unidad Especial de Guías Caninos es más prolija en especialidades que la que se ofertaba en los años cuarenta del siglo pasado.
En estos momentos la Policía Nacional dispone de canes adiestrados en la detección de sustancias explosivas, sustancias estupefacientes, billetes de curso legal, armas y acelerantes del fuego. También dispone de especialistas en rescate de personas en situaciones de emergencia, localización de personas ocultas y localización de restos humanos.
La evolución en el campo del manejo, la educación y el adiestramiento ha sido también significativos. En estos momentos, las técnicas y sistemas de aprendizaje animal se llevan a cabo a través de la gestión de refuerzos positivos, cuyos beneficios en la dinámica de trabajo de los canes se ponen de manifiesto en la motivación permanente hacia el trabajo especializado y en la devoción e incondicional lealtad que profesa a su guía.
Sirve como ejemplo de esto el hecho de que actualmente muchos de los guías integran a los canes de la Policía Nacional en su núcleo familiar. De este modo fomentan un vínculo mucho más intenso entre ellos, lo que favorece el desarrollo social de los perros y la eficacia operativa del equipo canino.