Estamos al día de los diversos bonos juveniles que distintas autonomías van a iniciar para que nuestros jóvenes puedan alquilar una vivienda. Nos resulta muy preocupante y alarmante, que en la actualidad apenas un 13% hayan podido emanciparse abandonando la vivienda paterna y estableciéndose por su cuenta. En ningún momento están teniendo en cuenta las diversas administraciones que son muchos los que desean formar una familia y a fecha de hoy no les es posible. Bonos de 200 euros en pleno siglo XXI, al estilo de Sudán del Sur, Niger o Burundi en el Occidente del siglo XXI es inconcebible.
Las barreras financieras en Europa hacia la vivienda tampoco se quedan atrás. La subida del coste de la vivienda por encima del aumento de los ingresos está poniendo en serias dificultades a muchos, sobre todo en las grandes ciudades, que son el imán fundamental para gente joven en busca de empleo. Los precios inmobiliarios y del suelo están disparados. La cantidad de viviendas disponibles para la población local se reduce en muchas ocasiones para alquileres turísticos a corto plazo a través de plataformas digitales. Un inquilino estable es menos rentable que una serie de inquilinos turísticos de paso. Cuando la vivienda absorbe más del 40% de los ingresos disponibles se considera que el hogar está sufriendo una sobrecarga. Vamos a fijarnos en Europa, la proporción de los que tienen que dedicar más del 40% de su renta al alquiler sigue siendo muy variable según los países: el 35% en Italia y en Reino Unido, 43% en España, en Croacia el 45%, mientras que en Alemania alrededor del 25%. En Francia un 17%.
Tenemos por cierto que en los últimos 25 años se ha ido incrementando el tiempo dedicado a la formación, y por lo tanto, los jóvenes se incorporan más tarde al empleo. Además, a diferencia del resto de Europa, muchos jóvenes no compaginan el estudio con el trabajo, tema que deberíamos meter la cabeza, y terminan sus estudios en el domicilio familiar.
Ahora, tanto Alemania como VALORES pensamos que hemos de favorecer la vivienda social en toda Europa, así atajaríamos el aumento de los precios de alquiler. En este plan debería incluir la posible compra de la primera vivienda, el aumento de la oferta del suelo y construcción de más viviendas sociales. Tenemos claro que con la vivienda, el suelo y la educación no se especula.
De todas maneras, en breve tendremos reuniones con otros partidos políticos europeos y de ahí esperamos sacar conclusiones más frescas y motivantes donde la ciudadanía joven y menos joven pueda vivir tan dignamente como se merece.
Sabemos que los partidos políticos, en plena crisis, nos situamos ante una prueba de fuego retadora del ingenio para reinventar lo mejor y la búsqueda del bien común de los nuestros. Seguimos estudiando para que el acceso de nuestra ciudadanía a una vivienda digna no sea por desgracia la no iniciación de formar una familia. A más familias centradas y con trabajo, más familias cotizando y más prosperidad para nuestros países.