Por Gloria Martín Rodríguez
Concejala de Izquierda Unida-Verdes en el Ayuntamiento de Lorca
Entre los múltiples factores que explican el comportamiento de los votantes en una coyuntura o contexto electoral, hay dos fundamentales: el sentimiento decepción y el anhelo de cambio.
Diego José Mateos pudo llegar a negociar la alcaldía de Lorca, y eligió para ello al único concejal de C's, porque el Partido Popular perdió tres concejales a causa del desencanto ciudadano y porque parte de su electorado tradicional se decantó por el voto plástico, que es un tipo de sufragio moldeable, flexible y elástico que se aprovecha de la naturaleza influenciable del ser humano, principalmente a través de los estímulos que proporcionan los medios de comunicación, que inciden en la formación de la opinión pública en una sociedad con una pobre cultura política. Y allí estaba VOX, en pleno apogeo mercadotécnico, para recogerlo.
Las pocas encuestas de opinión realizadas en Lorca cuando está a punto de cumplirse el ecuador del mandato corporativo, apuntan a que la ultraderecha no crece en el municipio. En parte, porque el trabajo de los de Abascal en la Ciudad del Sol, de un partido que llegó a la escena política sin conocer ni haber laborado en el campo del municipalismo, está más enfocado a utilizar su posición en el Ayuntamiento como amplificador de su estrategia nacional y regional (al próximo Pleno presentan dos mociones tipo de tres) que a defender los problemas y las necesidades de los lorquinos y las lorquinas.
Algo parecido a lo que ocurre con C's, que además de un vicealcalde, tiene un grupo municipal propio que sólo utiliza sus iniciativas plenarias como altavoz de lo que Inés Arrimadas y la ejecutiva del partido naranja quieran contarnos, o como arma arrojadiza en el vergonzoso navajeo que se llevan entre manos en la Asamblea de la Región de Murcia. Nada sobre Lorca. Nada sobre sus ciudadanos y ciudadanas. Qué paradoja.
A diferencia de VOX, cuya marca electoral aún conserva cierto tirón, C's desaparecerá del espectro político de nuestro municipio, casi con toda probabilidad, en las elecciones de 2023. Esas encuestas apuntan, hoy por hoy, a que la ultraderecha no amplía su base social, pero sí mantiene sus dos concejales. Suficiente para un PP que sólo necesitaría ganar un escaño para volver a gobernar en Lorca en coalición con ellos.
Y todo esto, que no necesita de un sesudo análisis politológico para ser percibido, no parece suscitar ninguna reacción por parte del alcalde del PSOE ni de la dirección local de su partido. Quizás porque creen que para los próximos comicios habrán colmado las expectativas de aquellos que en mayo de 2019 apostaron por el cambio. Se equivocan. En estos casi dos años, en su errónea y antinatural búsqueda del centro, el PSOE ha practicado una política continuista dando la espalda a la clase trabajadora mediante un pacto fiscal con VOX por el que se han perdonado impuestos a las empresas más ricas mientras las ordenanzas castigan a las familias lorquinas en materia de IBI, agua, sello del coche o plusvalías. El equipo de Gobierno municipal, condicionado por las exigencias de C's y reticente a practicar cualquier viraje a la izquierda, ha sido incapaz hasta ahora de aprobar unos presupuestos municipales propios. Los colectivos sociales y vecinales más orientados al progresismo, a la igualdad o al ecologismo, se sienten igual de ignorados que cuando gobernaba el PP. No hay un proyecto de futuro para la ciudad que sea compartido y participado por quienes vivimos en sus barrios y en sus pueblos. No se vislumbra ningún avance ni oportunidades de futuro que hagan prever que, cuando concluya este mandato, Lorca recuperará, aunque sea un poco, el brillo prometido. Y nada de eso es responsabilidad de aquellos que hemos sido excluidos de las funciones ejecutivas y cuyo papel se limita, por tanto, al de inspeccionar de cerca la labor del gobierno de turno, buscar la transparencia en su acción, aportar la crítica constructiva, dar voz a quienes necesitan ser escuchados y plantear alternativas edificantes. Creo, honestamente, que los dos concejales de Izquierda Unida-Verdes y las mujeres y hombres que forman parte de nuestra organización, cumplimos sobradamente ese cometido.
Evitar la llegada de las derechas a la alcaldía de Lorca que anuncian las encuestas no es una cuestión de orgullo partidista mal entendido ni, desde luego, debería enfrentarse con el objetivo de conservar la autoridad, sin más. El "poder por el poder", que es el error que está cometiendo Mateos, es una aspiración egoísta que prescinde por completo de la finalidad que da sentido a la política, que es la gestión y la satisfacción de los intereses de la ciudadanía en general y que, en este caso, debería estar ejerciéndose desde unas ideas y valores determinados: los de la izquierda.
No, lo que de verdad debería preocuparnos son los efectos concretos que una hipotética política municipal dirigida por el PP y por VOX tendría sobre nuestros vecinos y vecinas y sobre su convivencia. Y deberíamos ser capaces de anticiparlos con la simple observación de lo que sucede en aquellos escenarios donde estas dos formaciones ya cohabitan. Nuestra Región, el más cercano.
La capacidad de Mateos de enfrentar esta amenaza depende de sus propias expectativas políticas. Puede conformarse simplemente con haber cumplido el sueño de verse incluido en la histórica nómina de alcaldes de Lorca y volver tranquilamente a su profesión tras una derrota electoral que dejará a su espalda un erial para las expectativas de la izquierda y una penosa, larga y amarga travesía por el desierto (la última duró doce años) hasta su reconstrucción. Para eso, lo que está haciendo le vale. O puede autoconvencerse de su propio discurso de investidura, y no obligar a nuestros vecinos y vecinas a prescindir de la polity, como espacio donde encuentran satisfacción a sus principios y convicciones, y de la policy, que es de la que obtienen prestaciones de su Administración a través de una política pública bien gestionada por personas competentes y comprometidas con su bienestar.
En la primera de las opciones seguirá encontrando una IU contestaria y rebelde, porque es mucho lo que se juega este pueblo como para permanecer impasibles existiendo alternativas serias y viables para abordar los problemas de nuestro municipio. Si escoge el segundo de los caminos, hallará un aliado para construir la Lorca que sus habitantes merecen y por la que nuestro partido lleva más de cuarenta años trabajando.