Sergio, un murciano de 29 años, comparte un testimonio valiente sobre su vida como hombre transgénero, marcada por el descubrimiento de su identidad, los retos de la transición y su lucha contra la adicción. Su historia refleja tanto los obstáculos personales como las barreras sociales y legales a la que se enfrentan las personas trans en España, pero también su determinación por alcanzar la felicidad y vivir auténticamente.
Un despertar temprano y un sistema poco comprensivo
Sergio comenzó a percibir que su identidad de género no coincidía con la asignada al nacer a los 12 años. Su madre, intuitiva, ya notaba algo diferente desde los 9, observando que Sergio prefería juguetes y actividades típicamente asociadas a niños. A los 12, acompañado por su madre, acudió a su médica de cabecera en busca de orientación, pero la respuesta fue desalentadora: “Tú lo que estás es perdida” y “trastornada”, le dijo la profesional. Esta experiencia, lejos de ayudarlo, lo desanimó y retrasó su búsqueda de apoyo profesional durante años, evidenciando la falta de formación en temas de identidad de género en el sistema sanitario de entonces.
Acoso escolar y el refugio en las adicciones
La adolescencia fue un período especialmente duro para Sergio. En secundaria, sufrió acoso escolar constante, con insultos como “marimacho” o “maricón”, reflejo de una confusión social que mezcla identidad de género con orientación sexual. “La gente pensaba que era gay o lesbiana”, explica. Esta falta de aceptación, tanto externa como interna, lo llevó a consumir porros a los 13 años y, más tarde, a los 18, a caer en la adicción a las máquinas tragaperras. “No me aceptaba a mí mismo, y me refugié en las drogas y el juego”, confiesa. Sus padres desconocían estos problemas hasta hace apenas tres años, lo que resalta la soledad a la que enfrentó en esa etapa.
Un proceso de transición lleno de obstáculos
No fue hasta 2010, animado por un amigo trans que formaba parte del colectivo LGTB+ "No te prives", cuando Sergio decidió iniciar su transición. En aquella época, el proceso era complejo y burocrático: requería un diagnóstico psicológico de “disforia de género” (término hoy obsoleto), dos años de tratamiento hormonal y múltiples trámites para cambiar el nombre y género en el DNI. La falta de profesionales especializados en los servicios públicos dificultaba aún más el acceso a un acompañamiento adecuado. “Ahora lo tienen más fácil gracias a la nueva ley”, señala Sergio, refiriéndose a la Ley 4/2023 para la igualdad real y efectiva de las personas trans, que simplifica los cambios registrales sin requisitos médicos.
Sergio también se enfrentó a discriminación directa. En una ocasión, fue rechazado para un empleo con la frase “maricones no contratamos”, porque su DNI aún indicaba género femenino, a pesar de haber cambiado su nombre. “La ley existía, pero no se aplicaba; estaba guardada en un cajón”, denuncia. Además, destaca las largas listas de espera para cirugías: “Esperé tres años para la mastectomía, y tuvieron que consultar con mi psiquiatra para verificar mi estabilidad emocional”. Estas experiencias subrayan las carencias en el sistema sanitario y la necesidad de agilizar los procesos médicos para personas trans.
La transición física y emocional
En junio de 2019, Sergio comenzó la hormonación con testosterona, un tratamiento que mantendrá de por vida. Su primera cirugía fue una histerectomía, ya que no deseaba tener hijos: “Quería quitarme el útero y los ovarios para no ser padre”. La mastectomía, realizada el 27 de marzo de 2025, marcó un hito emocional. “Al verme por primera vez tras la operación, me sentí extraño, pero fue mucho mejor de lo esperado; el resultado es muy estético”, cuenta. Este paso no solo transformó su cuerpo, sino que reforzó su autoestima y su sentido de identidad.
A nivel emocional, Sergio describe un camino lleno de altibajos. La hormonación, aunque necesaria, no eliminó inmediatamente conflictos internos, como lidiar con el periodo menstrual. Sin embargo, cada avance en su transición le permitió acercarse más a su verdadera identidad, un proceso que describe como liberador, aunque desafiante.
El apoyo del entorno y el papel clave de su pareja
El apoyo familiar ha sido fundamental. Sus padres aceptaron su identidad desde el principio, y su abuela, una mujer de más de 80 años, le dio un consejo sencillo pero clave: “Si eres feliz así, sigue adelante”. Sin embargo, el pilar más significativo en su vida actual es su novia, quien lo acompañó durante las cinco horas y media de su mastectomía. “Cuando desperté, lo primero que pregunté fue dónde estaba ella”, recuerda Sergio. Su pareja, con una frase que resume su amor incondicional, le dijo: “No me enamoro de genitales, me enamoro de la persona”. Este apoyo ha sido un ancla emocional en los momentos más difíciles.
El amigo trans que lo animó a iniciar su transición y su conexión con el colectivo LGTB+ también fueron clave. “No te prives”, una asociación regional, le ofreció un espacio de comprensión y apoyo cuando los servicios públicos no estaban preparados para atender sus necesidades.
La lucha contra la adicción
Sergio está actualmente en su sexto intento de superar sus adicciones en una comunidad terapéutica, tras un paso por la unidad hospitalaria de desintoxicación. El programa, que incluye aislamiento inicial y salidas progresivas, busca ayudarlo a reintegrarse en la sociedad sin recaer. “Creo que esta vez lo voy a conseguir, gracias al apoyo de mi familia y mi novia”, afirma con optimismo. Este proceso, aunque exigente, refleja su resiliencia y compromiso con su bienestar.
Un mensaje de esperanza
A pesar de los avances, Sergio se enfrenta a retos en su día a día, como el acceso a vestuarios en equipos deportivos masculinos: “Puedo jugar en el equipo, pero ¿dónde me ducho?”. Su motivación para compartir su historia es clara: visibilizar las barreras que aún persisten en el ámbito laboral, deportivo y judicial. “Ya está bien de discriminación. Quiero que nadie pase por lo que yo pasé”, declara.
A los jóvenes trans, Sergio les ofrece un consejo claro: “No os echéis para atrás, no tengáis miedo. La vida son dos días y hay que vivirla lo mejor posible”. Además, aboga por mejoras urgentes en el sistema sanitario, como reducir las listas de espera para cirugías y aumentar la formación en diversidad de género para profesionales de la salud.
Un contexto necesario
Según un informe de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) de 2023, el 70% de las personas trans en España han sufrido discriminación en algún ámbito de su vida, y solo el 20% de los servicios sanitarios públicos cuentan con protocolos específicos para atender a este colectivo. Aunque la Ley 4/2023 ha facilitado los cambios registrales, las listas de espera para cirugías pueden superar los tres años, y la formación en identidad de género sigue siendo insuficiente en muchos centros de salud.
Agradecimiento y deseos de éxito
Desde Murcia.com agradecemos a Sergio por su valentía al compartir su historia, que pone en evidencia la necesidad de una sociedad más inclusiva. Le deseamos éxito en su proceso de recuperación y en su camino hacia una vida plena y auténtica.