Miles de personas han crecido con una peligrosa sensación interior: la de sentirse “raros” sin saber por qué. No entender cómo funciona la propia mente puede convertirse en una forma de daño porque es capaz de afectar a la autoestima y llevar al aislamiento. En muchos casos, ese malestar no nace de una patología, sino de algo nunca detectado: unas altas capacidades intelectuales. Al no ser evaluadas a tiempo, pueden pasar de ser un potencial a convertirse en una fuente de sufrimiento.
Durante años, hablar de altas capacidades fue casi sinónimo de infancia. Sin embargo, hoy se sabe que muchos adultos no han sido evaluados siendo niños y nunca han dado explicación a por qué se sentían distintos a sus compañeros de clase en algunos aspectos.
Las altas capacidades intelectuales no se definen únicamente por un cociente intelectual elevado. Implican un perfil cognitivo específico que suele combinar una gran capacidad de razonamiento, una alta velocidad de procesamiento, creatividad, pensamiento divergente y, en muchos casos, una elevada sensibilidad emocional. Precisamente por esa complejidad, su identificación no puede basarse únicamente en intuiciones de los padres o tutores, ni en pruebas aisladas, sino en la evaluación de un profesional de la psicología especializado en altas capacidades.
¿Qué es una evaluación de altas capacidades?
Estefanía Cárcel es la responsable de evaluación de altas capacidades en el centro de psicología Calma al Mar. Calma al Mar es un equipo de psicólogos en Valencia altamente especializados. La profesional afirma que dicha evaluación es un proceso psicológico integral cuyo objetivo es identificar el perfil cognitivo y emocional de una persona. No se trata de “poner una etiqueta”, sino de comprender cómo funciona su mente, cuáles son sus fortalezas, sus áreas de vulnerabilidad y sus necesidades reales, tanto en el ámbito académico como social y familiar.
Este proceso de evaluación es válido y útil tanto en niños como en adultos. En la infancia, permite ajustar la respuesta educativa, prevenir el fracaso escolar o el aburrimiento crónico y favorecer un desarrollo emocional equilibrado. En la edad adulta, “puede convertirse en una auténtica revelación personal”, afirma la psicóloga.
¿Cómo se realiza una evaluación adecuada?
Una evaluación rigurosa de altas capacidades se apoya en varios pilares. En primer lugar, una entrevista clínica en profundidad, donde se recoge la historia vital, académica y emocional de la persona. Este paso es clave, ya que muchas personas con altas capacidades han desarrollado estrategias de adaptación que camuflan su verdadero potencial.
Posteriormente, se administran pruebas psicométricas estandarizadas de inteligencia, razonamiento y funciones cognitivas, adaptadas a la edad y al perfil de la persona. Estas pruebas no se interpretan de forma aislada, sino integradas en un análisis global. Además, se evalúan aspectos emocionales, motivacionales y de personalidad, fundamentales para entender el impacto real de las altas capacidades en la vida cotidiana.
Finalmente, el proceso concluye con un informe psicológico detallado y una devolución comprensible, orientada no solo al diagnóstico, sino a la toma de decisiones prácticas: educativas, profesionales y personales. “Es el momento en el que hemos visto a muchos pacientes profundamente emocionados al dar respuesta con ese informe a cientos de situaciones que habían pasado durante su infancia y adolescencia”, afirman desde Calma al Mar.
Calma al Mar: un centro especializado en la evaluación de altas capacidades
En este ámbito, el Centro de Psicología Calma al Mar se ha consolidado como un centro de referencia en la evaluación y diagnóstico de altas capacidades tanto en niños como en adultos. Su enfoque combina rigor científico y experiencia clínica.
En Calma al Mar son sensibles a que la evaluación de altas capacidades en niños exige que el psicólogo adapte de forma consciente su trato porque los niños tienen una forma particular de percibir, sentir y relacionarse con el mundo. Un abordaje rígido, excesivamente estandarizado o poco empático puede generar bloqueos y distorsionar los resultados.
Adaptar el lenguaje, el ritmo, el encuadre emocional y la forma de vincularse permite crear un clima de seguridad psicológica en el que el menor puede mostrarse tal como es, desplegar sus capacidades y expresar tanto sus fortalezas como sus dificultades. Solo desde un trato flexible, respetuoso y ajustado a su nivel madurativo es posible realizar una evaluación verdaderamente válida.
Cuando el diagnóstico llega después de los 30
Una de las realidades más frecuentes que observan los profesionales de Calma al Mar es la de adultos que nunca fueron evaluados en su infancia. Personas que, incluso después de los 30 años, descubren que tienen altas capacidades. Para muchos, este momento supone un antes y un después.
De repente, cobran sentido experiencias de vida marcadas por la sensación de “no encajar”, el aburrimiento laboral, la hipersensibilidad emocional, la autoexigencia extrema o la percepción de ir siempre “un paso por delante”. Lejos de ser una etiqueta tardía, el diagnóstico se convierte en una clave explicativa que permite reinterpretar la propia biografía.
Comprender para vivir mejor
Según la Asociación Española de Psicología Sanitaria (AEPSIS), la evaluación de altas capacidades no cambia quién es una persona, pero sí puede cambiar la forma en que es entendida. Ya sea en la infancia o en la adultez, identificar este perfil permite ajustar expectativas, mejorar la autoestima y tomar decisiones más alineadas con el propio funcionamiento mental y emocional.
En una sociedad que empieza a reconocer la diversidad cognitiva, centros especializados como Calma al Mar cumplen una función esencial: ayudar a las personas a comprender su singularidad y a vivirla no como un problema, sino como una oportunidad de desarrollo y bienestar.