En 2024, las condenas por delitos sexuales a menores aumentaron casi un 30%, reflejando una realidad que se agrava año tras año.
Uno de cada seis niños ha sufrido o sufrirá violencia sexual y la mayoría de los agresores pertenece a su entorno más cercano. Solo la educación, la prevención y la implicación social pueden frenar una crisis que pone en jaque la seguridad de la infancia.
El abuso sexual infantil sigue siendo una de las formas de violencia más graves que enfrenta nuestra sociedad y los últimos datos demuestran que, lejos de disminuir, ha sufrido un aumento en los últimos años. La mayoría de las víctimas son niñas y adolescentes, y según Save the Children en 8 de cada 10 casos, el agresor es alguien del entorno familiar o próximo al menor. lo que hace que muchas veces el riesgo pase inadvertido hasta que es demasiado tarde.
En 2024, más de 1.100 adultos fueron condenados por abuso o agresión sexual a menores, mientras que 550 menores también recibieron condenas por delitos sexuales, un incremento cercano al 30 % respecto al año anterior. Casi la mitad de estos casos se prolonga más de tres años en los tribunales, y sólo un porcentaje reducido llega a denunciarse, lo que dilata la protección y la reparación de las víctimas.
La magnitud del problema exige que la prevención salga del anonimato y se instale como prioridad. Se estima que uno de cada seis menores en España ha sufrido o sufrirá algún tipo de violencia sexual a lo largo de su infancia o adolescencia, una cifra que evidencia que no se trata de casos aislados, sino de un problema estructural. Las consecuencias físicas, emocionales y psicológicas son profundas y duraderas: baja autoestima, problemas de confianza, ansiedad, depresión y dificultades en la vida social son algunas de las secuelas más comunes.
Frente a esta realidad, la prevención es fundamental. Educar e informar a los adultos permite detectar señales, proteger y actuar a tiempo. En este contexto, iniciativas como la Escuela de Padres “Creciendo Seguros” del Colegio Cumbres School Valencia resultan esenciales. En su última sesión trabajaron junto con Rocío Fernández Durán, psicóloga educativa y responsable de “Ambientes Seguros” de Colegios RC, para comprender qué es el abuso sexual infantil, cómo prevenirlo desde casa, cómo se aborda desde el colegio y qué pasos seguir ante sospechas o revelaciones.
“La prevención no es solo aplicar protocolos, es construir una red de protección activa entre familia, escuela y sociedad”, explican desde la dirección del centro.
Estas acciones ayudan a los adultos a asumir un rol responsable y consciente, generando entornos más seguros y fortaleciendo la capacidad de reacción ante situaciones de riesgo.
Por todo esto, hablar del tema, formar a los adultos y empoderar a las familias no es opcional: es vital. La evidencia es clara, la magnitud del problema es alarmante, y la responsabilidad de proteger a los menores es de todos. Iniciativas educativas, información accesible y vigilancia activa son la manera de darles a nuestros hijos una infancia segura.