Francisco J. Tapiador, catedrático de Física de la Tierra en la UCLM y quien participa en la nueva misión INCUS de la NASA, explica por qué la tecnología espacial de la agencia estadounidense puede ayudar a predecir de forma más efectiva eventos meteorológicos extremos como el registrado el año pasado en la Comunidad Valenciana.
Una vez más, los satélites de la NASA se están demostrando como una fuente de datos imprescindible para el seguimiento de las precipitaciones extremas. La tecnología espacial de la misión GPM (Global Precipitation Measurement), que ya se utilizó en las inundaciones de Valencia del 2019 y en las del 2024, está siendo fundamental para realizar un seguimiento preciso de la lluvia que está cayendo en Valencia a finales de septiembre.
Francisco J. Tapiador, catedrático de Física de la Tierra en la UCLM y quien forma parte del equipo científico internacional de esta misión desde hace veinte años, ha asegurado que "los satélites que trabajan en el rango de las microondas nos permiten penetrar en las nubes y ver la lluvia que realmente está cayendo". El científico explica que la combinación de sensores es crítica para conocer la evolución de las tormentas y dónde cae exactamente el agua. "En las zonas montañosas es muy difícil precisar si la lluvia torrencial va a caer en un valle o en el de al lado. Esto limita mucho la capacidad de respuesta de las autoridades", agrega.
La alerta naranja llegó tarde en Letur por la red insuficiente de pluviómetros
En el caso de las inundaciones de Letur, por ejemplo, parece ser que la red oficial de pluviómetros no fue lo bastante densa como para predecir qué sucedía aguas arriba, lo que llevó a que la alerta fuera sólo naranja, en vez de roja, con el resultado de seis víctimas mortales.
Los satélites que se dedican a la observación de la Tierra son cada vez más importantes para mejorar la predicción del tiempo. Las mejoras en la predicción han venido de la mano de una técnica conocida como "asimilación de datos" que usa como componente principal la información de los instrumentos que llevan estos satélites.
La misión INCUS busca descifrar la lluvia que escapa a los radares terrestres
La nueva misión INCUS de la NASA, en la que también participa Tapiador, permitirá entender mejor por qué unas nubes generan más precipitación que otras, lo que a su vez servirá para mejorar los modelos de predicción del tiempo que nos avisan de los aguaceros.
Sin embargo, la misión está en peligro por los recortes de la administración Trump. El científico confía que el congreso estadounidense salvará el proyecto cuando publique el presupuesto final. "Lo sabremos a mediados de octubre", dice cruzando los dedos. "Sin esa misión va a ser difícil mejorar nuestro conocimiento de la física de las nubes", continúa. "Las misiones de los satélites europeos, aunque valiosas y complementarias, no pueden paliar la enorme pérdida que supondría no disponer de los datos de INCUS".
Tapiador mira ahora a Corea, donde mantiene una larga colaboración con varias universidades y agencias estatales. "Aunque quizá podamos tomar el relevo con nuestros amigos asiáticos", concluye.