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La primera ola de calor del verano termina oficialmente, pero deja señales graves: muere una trabajadora en Barcelona y miles siguen desprotegidos

Este martes 1 de julio finaliza oficialmente la primera ola de calor del verano en España, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Ha sido un episodio prematuro, intenso y extenso: durante cinco días consecutivos, provincias como Sevilla, Córdoba, Badajoz, Zaragoza, Jaén, Madrid, Toledo, Valencia, Ciudad Real o Murcia han soportado temperaturas extremas, con máximas que superaron los 44?°C y mínimas que apenas bajaban de los 27?°C en algunas zonas urbanas.

Aunque la bajada de temperaturas ya ha comenzado, esta ola deja una advertencia muy clara: el calor extremo ya no es una anomalía estacional, es parte del nuevo escenario climático. Y lo más grave: sigue cobrándose vidas.

En Barcelona, una trabajadora de limpieza de 60 años falleció tras desplomarse en plena jornada laboral, mientras realizaba tareas en la vía pública durante las horas centrales del día. No pudo ser reanimada, pese a la intervención rápida de los servicios de emergencia. Su caso ha generado protestas sindicales y ha reactivado el debate sobre la falta de protocolos reales y tecnología de protección para trabajadores vulnerables al calor.

Un problema nacional: miles de trabajadores en riesgo en toda España

Este episodio ha afectado a más del 60?% del territorio nacional, dejando expuestos a miles de trabajadores que desarrollan su labor en la calle, en entornos industriales o rurales sin cobertura adecuada: personal de limpieza, operarios municipales, repartidores, forestales, técnicos de mantenimiento, agricultores, personal de obra, y muchos más.

En provincias como Almería, Huelva, Castellón, Tarragona o Salamanca, donde el trabajo agrícola y de campo es esencial, los riesgos se multiplican. En ciudades como Madrid, Sevilla, Zaragoza o Murcia, con altas densidades urbanas y largas jornadas al sol, los golpes de calor pueden convertirse en una emergencia en cuestión de minutos.

Muchos ayuntamientos aún no han implementado planes de protección con tecnología de detección temprana. Y muchas empresas, especialmente pymes, tampoco disponen de sistemas activos de alerta.

Tecnología española, diseñada para proteger… cuando ya no hay margen para reaccionar

Frente a una amenaza que se repite cada verano con más fuerza, las recomendaciones generales —como hidratarse o evitar el sol— no bastan. En muchos casos, las personas afectadas no tienen capacidad de pedir ayuda cuando ocurre el desmayo o el golpe de calor. Y ese es el verdadero problema.

Para evitar que la vida de un trabajador dependa únicamente de que alguien lo vea a tiempo, algunas empresas y administraciones locales están comenzando a incorporar tecnologías automáticas de emergencia, como relojes inteligentes con botón SOS, localización GPS y sensores que detectan caídas o inmovilidad prolongada. Estos dispositivos pueden enviar alertas incluso si la persona ha perdido la conciencia.

Entre las propuestas disponibles en el mercado, Tracmi, empresa española especializada en dispositivos de emergencia, ha desarrollado modelos específicamente pensados para situaciones de riesgo térmico y laboral. Consultados por este medio, aportan una visión técnica y preventiva ante este nuevo escenario climático:

"Cada verano será más extremo, más largo y más peligroso. No se trata solo de estar informados, sino de estar equipados. Las empresas y ayuntamientos tienen hoy la posibilidad de dotar a sus equipos con herramientas reales de protección. Porque lo que está en juego no es solo el bienestar: es la vida", afirman desde Tecnovida, grupo al que pertenece Tracmi.

Mientras se enfría el ambiente en los mapas meteorológicos, se calienta la responsabilidad de quienes deben proteger a las personas que trabajan en las calles, los campos y los polígonos industriales de nuestro país. No podemos permitir que la próxima ola nos vuelva a pillar igual.

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