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El riesgo de un infarto de miocardio se reduce en un 38% con ejercicio aeróbico

El ejercicio físico sirve como tratamiento para prevenir los problemas del corazón, las extremidades, ictus, diabetes, hipertensión, obesidad, entre otros.

La rehabilitación cardiaca juega un papel fundamental en la adecuada recuperación de los pacientes tras un infarto, contribuyendo así a reducir la mortalidad y prevenir futuros episodios.

Las enfermedades cardiovasculares representan una de las principales causas de muerte a nivel mundial. Hay una variedad de prácticas y de cambios que podemos realizar en nuestra vida para disminuir el riesgo de presentar alguna de estas enfermedades. Sin duda, una de las más importantes y fáciles de hacer es el ejercicio físico regular.

Desde hace muchos años se conoce que el ejercicio físico disminuye la mortalidad cardiovascular y por todas las causas. Esta disminución es proporcional a la cantidad de ejercicio que realizamos. De hecho, la reducción del riesgo para padecer un infarto de miocardio es de un 38% en los individuos que realizan algún tipo de actividad física con relación a los sedentarios, según la Fundación Española del Corazón.

De igual manera, el ejercicio físico es beneficioso para el control de muchas otras enfermedades como la hipertensión, obesidad, diabetes, y el control del colesterol, entre muchas otras.

La Unidad de Cardiología del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre insiste en los amplios beneficios que aporta la actividad física realizada de forma regular, tanto en la esfera cardiovascular como en la salud psicológica en general. En palabras del doctor Julián Abdala, cardiólogo, "los beneficios que aporta el ejercicio físico realizado de forma regular son muy amplios, siempre asociados a una buena prevención primaria y controlando factores de riesgo mayores como el tabaquismo, niveles de colesterol elevados o la hipertensión arterial".

Ejercicios aeróbicos

Se recomienda que los adultos de todas las edades se esfuercen por alcanzar al menos 150-300 minutos a la semana de actividad física aeróbica de intensidad moderada, o 75-150 minutos a la semana de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa, o una combinación equivalente de ambas, para reducir la mortalidad por todas las causas y la mortalidad cardiovascular. Los ejercicios de tipo aeróbico son los que han demostrado más beneficio, pero los ejercicios de fuerza tienen muchos efectos beneficiosos asociados.

Existen varias formas de definir y configurar un programa de entrenamiento basado en la información sobre la frecuencia cardiaca que obtenemos de una prueba de esfuerzo con o sin consumo de oxígeno. Sin embargo es importante resaltar: "Cualquier ejercicio es mejor que ningún ejercicio, siempre y cuando nuestro cuerpo lo permita."

Este programa de ejercicios también incluye a las personas que han sufrido una patología cardíaca previa ya que como explica el profesional, "el ejercicio físico moderado y supervisado es un pilar básico de los todos los programas de rehabilitación cardíaca, mejorando la calidad de vida y el pronóstico de las personas en prevención secundaria".

No solo en personas enfermas o con factores de riesgo, la evaluación cardiovascular previa es un punto muy importante para los individuos que realizan deportes de alta intensidad o de competición. "Recomiendo un reconocimiento clínico y pruebas complementarias básicas para descartar patología cardiovascular subyacente en todas las personas que se inicien en la práctica deportiva con vistas a una intensidad elevada".

Ejercicios anaeróbicos

Se recomienda realizar ejercicios de resistencia, además de la actividad aeróbica, al menos 2 días por semana para reducir la mortalidad por todas las causas. El ejercicio de resistencia, añadido al ejercicio aeróbico, está asociado con un menor riesgo de eventos cardiovasculares.

Estilo de vida saludable

El programa de ejercicio se debe de complementar con un estilo de vida activo evitando las conductas sedentarias en el trabajo, en las actividades cotidianas y domésticas y en las actividades de ocio.

Los beneficios de la actividad física van en aumento hasta las 8-12 semanas de comenzar un programa de ejercicio y se mantienen mientras se sostiene el mismo nivel de entrenamiento. "Si se interrumpe, sus beneficios se pierden en 1-3 meses. De ahí la importancia de concienciar al paciente de la necesidad de convertir el ejercicio en una práctica habitual y regular en su vida", afirma el doctor Abdala.

Factor psicológico

El ejercicio físico ayuda también al tratamiento de la ansiedad antes o después de un evento coronario. Una limitación importante en la práctica de ejercicio físico que suele ocurrir tras un evento isquémico es la producida por el impacto psicológico que puede crear la enfermedad, de ahí la necesidad de la participación de un psicólogo en los programas de rehabilitación cardiaca. "Suele dar tranquilidad conocer bien los síntomas de alarma y saber diferenciarlos de sintomas secundarios a otros motivos que carecen de importancia real", concluye el profesional.

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