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Transformar la vida escolar desde el patio

Un patio escolar puede ser un lugar donde se generan conflictos de forma continuada. En su mayoría estos conflictos surgen por dos motivos principales: las peleas derivadas del uso compartido del espacio, y el aburrimiento causado por la falta de alternativas de ocio y, en consecuencia, a tensiones entre el alumnado.

Es posible ignorar la situación y permitir que continúe, o bien, buscar alternativas que permitan revertirla. Repensar los patios escolares es, en esencia, repensar las relaciones sociales que se construyen entre los diversos actores que están interactuando. Este proceso requiere de tres pasos y un conocimiento profundo del uso del juego como herramienta para la transformación: decidir qué juegos son los más adecuados, quién se encargará de acompañar este proceso y buscar una estrategia sencilla y efectiva.

Un punto de partida: qué juegos

Una de las características esenciales del juego es que solo se necesita talento y creatividad para disfrutar de grandes experiencias. Conocer a fondo los distintos tipos de juegos permite responder a necesidades variadas y buscar la solución más adecuada para cada contexto.

El juego tradicional es una herramienta poderosa para iniciar este proceso en los patios escolares. Por una parte, no requiere de materiales costosos ni de espacios específicos y por esto es adaptable a cualquier entorno y accesible en todas las realidades. Además, tiene la capacidad de transmitirse de manera espontánea y natural favoreciendo su rápida expansión. Por último, permite la integración de las diversas culturas presentes en una sociedad multicultural, reforzando así la convivencia.

Vistos así, estos juegos, como la rayuela, las cuerdas para saltar o las chapas, son mucho más que simples pasatiempos. Se trata de herramientas valiosas para la socialización que fomentan la interacción, ayudan a construir relaciones, a trabajar en equipo y a comprender las reglas y los roles sociales. 

Segundo paso: quién enseña los juegos

No es suficiente con dejar material en el patio y esperar que se utilice de manera adecuada. Hay que plantear quién enseña a jugar y cómo se transmite este conocimiento. Aunque se podría delegar esta tarea al equipo que suele estar presente en los momentos de ocio (equipo educativo en el comedor o las actividades extraescolares), hacerlo así podría significar perder una valiosa oportunidad de conectar el aula con el ocio, promoviendo valores compartidos.

Se puede entender el proyecto como una iniciativa educativa integral, que comience en el aula y se extienda al patio. Entendido así, todo el equipo educativo juega un papel clave, ya que debe supervisar el juego, guiarlo, enseñar sus reglas y fomentar su práctica.

Y gran parte de este trabajo puede hacerse dentro de las aulas. Se pueden crear fichas visuales de los juegos, que se dejen dentro de las cajas de materiales en el patio, funcionando como guías de autoservicio. Asimismo, el aprendizaje de estos juegos puede integrarse de manera transversal en diversas áreas educativas. Por ejemplo, en clase se pueden leer y comprender las reglas de los juegos, en educación física se pueden practicar y perfeccionar las técnicas, en educación artística se pueden crear versiones visuales de los juegos o elaborar materiales personalizados, y en educación musical se pueden aprender las canciones o las retahílas que suelen acompañarlos.

Abordando el juego desde múltiples frentes, el patio escolar se transforma rápidamente, convirtiéndose en un espacio dinámico donde se dibujan rayuelas en el suelo, se escucha el sonido de chapas en movimiento y se cantan canciones de palmadas. Estas actividades, además de ser lúdicas, ofrecen una oportunidad para trabajar valores y ética, como el respeto a los turnos, el cumplimiento de las reglas y la convivencia.

Tercer paso: una estrategia

Una estrategia efectiva para revitalizar los patios escolares es la creación de una caja de juegos tradicionales que contenga los elementos para jugar, las instrucciones y los diagramas de los juegos pintados en el suelo.

Y como parte del proyecto, algunos alumnos mayores, de forma rotatoria, pueden dedicarse a enseñar juegos a los más pequeños. El patio, de esta forma, se parece a una plaza pública donde los mayores aprenden de los pequeños, con todas las consecuencias educativas que esto conlleva.

Qué se necesita saber

Para llevar a cabo proyectos educativos como este, es fundamental contar con un conocimiento profundo de las diferentes tipologías de juegos, la manera en que se pueden crear comunidades a través del juego y la experiencia en el uso del juego como herramienta de transformación educativa.

Los másters en juego, gamificación y tecnología aplicados a la educación de Euneiz y Enti-UB están diseñados para proporcionar estos conocimientos, ofreciendo una visión amplia que combina teoría y práctica, y trabajando desde el codiseño para desarrollar proyectos educativos de alta calidad que transformen los patios escolares en espacios de convivencia y aprendizaje.

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