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La revista Consumer analiza los procedimientos de las alertas alimentarias

Las alertas alimentarias, fundamentales para la protección de la salud pública

Consumer informa de que aunque las alertas alimentarias pueden generar desconfianza en el sistema, su volumen es muy escaso

Gemma del Caño, farmacéutica especialista en seguridad alimentaria: "Europa es el sitio con la mejor seguridad alimentaria del mundo"

El sistema actual está basado en el autocontrol de las propias empresas productoras

No son frecuentes, pero recientemente han saltado varias alarmas por alimentos que pueden llevar en su interior materiales peligrosos. Hace unos meses un lote de galletas con chocolate procedente de Países Bajos fue retirado por la posible presencia de fragmentos metálicos. También se detectaron fragmentos de plástico en un lote de pan integral de España y fragmentos metálicos en un helado procedente de Alemania. Y, en abril, hubo una nueva alerta por posible presencia de fragmentos de plástico en croquetas de setas procedentes de España. Este tipo de alertas, que emite la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), pueden generar desconfianza en los sistemas de control de los alimentos, pero si atendemos al volumen ingente de alimentos que se producen cada día, las alertas con productos contaminados son escasas.

Alertas alimentarias para proteger la salud pública

Las alertas de la Aesan son avisos que informan a la población sobre la presencia de riesgos en productos alimentarios. "Se emiten cuando hay un producto en el mercado que no es seguro para la persona consumidora. Esto puede deberse a fraude alimentario, un riesgo sanitario, un error en el etiquetado de alérgenos o la presencia de contaminantes físicos, químicos o microbiológicos", indica Gemma del Caño, farmacéutica especialista en seguridad alimentaria.

Como explica la propia Aesan, "cuando se lanza una alerta, significa que empresas o autoridades competentes han identificado determinados productos no seguros y trabajan a contrarreloj para retirarlos, evitando en última instancia que sean puestos a disposición de la población". Estas alertas son fundamentales para proteger la salud pública y permiten a los consumidores tomar decisiones informadas sobre los productos.

La seguridad alimentaria no es fruto del azar, sino el resultado de un complejo sistema de prevención que involucra a múltiples actores.

"Los operadores alimentarios trabajan siguiendo unas buenas prácticas y, además, tienen autocontroles internos que las empresas deben implementar para identificar y prevenir peligros en cada fase de la producción", cuenta Amaia de Ariño, doctora en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y directora técnica de la Fundación Elika, una entidad del Gobierno vasco que asesora en el desarrollo de buenas políticas alimentarias.

La seguridad en los productos que vienen de fuera tiene las máximas garantías

Todos los productos que se producen en la Unión Europea están sometidos a una normativa muy estricta y Gemma del Caño es contundente: "A día de hoy, Europa es el sitio con la mejor seguridad alimentaria del mundo." "Los productos que importamos de terceros países también tienen que cumplir esa normativa", explica Amaia de Ariño. "Aunque en el país de origen, por poner un ejemplo, se pueda usar un aditivo que aquí tenemos prohibido, ese producto no se puede importar". Según explica Del Caño, antes de entrar en el país están un tiempo parados en la frontera y se hace un muestreo representativo de algunos de ellos. "El control que tenemos de los proveedores es muy alto, porque les pedimos las mismas cosas que le solicitamos a un proveedor español o europeo", añade.

En todos los puntos de la producción y de la distribución hay controles y, si se detecta cualquier anomalía, saltan las alarmas: las alertas dentro de España se gestionan mediante el Sistema Coordinado de Intercambio de Información (SCIRI) y, a nivel europeo, mediante el Rapid Alert System for Food and Feed (RASFF).

Según Amaia de Ariño, los sistemas de seguridad alimentaria han evolucionado mucho en las últimas décadas. En los años noventa se hacían controles de calidad en los productos ya elaborados. "Luego se empezó a trabajar de manera más preventiva, poniendo énfasis en la producción de los alimentos, desde la granja hasta la mesa. Entonces se comenzó a controlar mejor la cría de animales y los cultivos vegetales, a controlar las materias primas en la industria alimentaria y a poner controles intermedios en las distintas fases de producción y distribución. De esta manera, el sistema es mucho más eficaz, porque puedes detectar cualquier peligro y hay posibilidad de reaccionar en el momento en el que se produzca y no a posteriori", valora.

Tras la crisis de las vacas locas en el año 2000, la Comisión Europea convirtió la seguridad alimentaria en una de las prioridades para los siguientes años y se publicó el Libro Blanco sobre la Seguridad Alimentaria, que recogía las acciones necesarias para completar y modernizar la legislación que existía en el ámbito de la alimentación.

El autocontrol por parte de las empresas es fundamental

Actualmente, el sistema está basado en el autocontrol de las propias empresas productoras y no se fundamenta tanto en los controles que hace la Administración, si no que esta debe asegurarse de que los operadores están aplicando bien la normativa a través de inspecciones. "A pesar de que siempre hay excepciones y se pueden producir fraudes alimentarios, los que trabajamos dentro de la industria somos los primeros interesados en que funcione una alerta alimentaria. Es un problema de imagen de marca muy serio. Además, ha habido alertas que se han llevado empresas por delante, así que ponemos mucho interés", dice Del Caño. Por su parte, De Ariño abunda en este tema: "Normalmente la gran mayoría de alertas y las retiradas provienen de la propia empresa, que es la que identifica el peligro y la que lo notifica", comenta.

A pesar de los estrictos controles, algunos productos contaminados pueden llegar al mercado

En el caso de los fragmentos de plástico, metal u otros materiales, entre las principales causas se encuentran los fallos en el funcionamiento de los equipos o la falta de mantenimiento. "La formación y la sensibilización del personal son claves para prevenir errores y garantizar la correcta aplicación de los protocolos de seguridad", dice Del Caño. "El verdadero objetivo de la seguridad alimentaria es que nunca llegue al consumidor", concluye.

Un cuerpo extraño es más fácil de localizar y, por lo tanto, de evitar el riesgo. La seguridad alimentaria es un proceso complejo que involucra a todos los actores de la cadena, desde la producción hasta el consumo. Los controles y las normativas existentes, junto con la responsabilidad de las empresas y los consumidores, garantizan que los alimentos que llegan a nuestra mesa sean seguros. Aunque el riesgo cero no existe, según De Ariño podemos estar seguros de que cada día comemos de forma más segura que ayer. "Creo que tenemos un sistema muy bueno", opina la experta de la Fundación Elika. "Todo es mejorable, por supuesto, y lo que hay que hacer es trabajar sobre todo en la prevención y, cuando esto falla, reaccionar de la manera más rápida y coordinada posible para remediar el problema cuanto antes y de manera transparente", concluye.

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