Aunque el método Montessori tiene más de 100 años de existencia, hoy en día está tan vigente, o incluso más, que cuando fue desarrollada por la médico y pedagoga italiana María Montessori. En un mundo en el que se ha ido extendiendo el concepto de la crianza respetuosa, no es de extrañar que este método también se amplíe en el plano educativo.
Después de 3 años en el Barrio de Gracia, Bunga Montessori ha inaugurado sus nuevas instalaciones en el Carrer de Homer, 26, con un nuevo proyecto pedagógico único en Barcelona, en el que combina juego en familia, day care y zona de padres. Allí, ofrece un método con una educación respetuosa, en el cual la función del adulto ya no es la de interferir ni imponer, sino la de acompañar y apoyar al niño en su propio proceso de descubrimiento y aprendizaje, tanto de sí mismo como del exterior, por medio del juego y el movimiento libre.
Descubrir Bunga Montessori
Este proyecto pedagógico está coordinado por Carla Imparato, madre y guía Montessori con certificación en Educación Positiva y estudios en Pedagogía Pikler. Y la acompaña un equipo de mujeres comprometidas con un mundo más humano y respetuoso hacia la infancia.
Bunga Montessori lleva años de actividad en su propósito de ayudar a las familias a ofrecer una educación en positivo a los niños de entre 0 y 6 años de edad. Y, ahora, tiene su propio espacio en un local en Carrer Homer 26 en Barcelona.
Se trata de un novedoso establecimiento, diseñado en concordancia con los estándares de la enseñanza Montessori. Está equipado con las comodidades necesarias para que los niños puedan sentirse en un estado de bienestar e interés para que desarrollen sus capacidades cognitivas y emocionales al máximo.
Enseñanza basada en la libertad
El método Montessori puede considerarse como revolucionario, dado que propone un paradigma completamente opuesto a lo que plantea la formación tradicional. Fue visionario al momento de su creación, entre finales de siglo XIX y principios del siglo XX y sigue siéndolo en la actualidad.
Todo se debe a que María Montessori planteó que el pilar de la educación debía ser la confianza en el niño, entendiéndolo como un ser capaz de desarrollar su propio potencial, de autoconocerse, de explorar y de establecerse disciplina.
El rol del adulto
Por ello, bajo este esquema, cambia el rol del maestro y de los padres respecto a la educación del infante, ya que en lugar de dirigir, dar órdenes, prohibir, recompensar o castigar, el adulto cumple una función de acompañamiento y de observación.
En todo momento, el niño es el epicentro y eso implica comprender sus particularidades, sus gustos e intereses y, por sobre todo, su libertad.