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El estrés posvacacional potencia las molestias digestivas y afecta a un 25% de la población

El cortisol, una hormona que segregamos en mayor cantidad cuando sufrimos estrés, puede afectar a nuestro sistema digestivo

Cuando se prolongan las molestias digestivas pueden ser un signo de enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), patología ulcerosa u otros trastornos digestivos

El estrés puede ralentizar la digestión, manteniendo los alimentos en el estómago por más tiempo, lo que puede ser un desencadenante de síntomas como ardor y mala digestión

El final de las vacaciones y la adaptación a la rutina laboral y doméstica trae consigo en ocasiones algunas molestias digestivas relacionadas con el estrés, la preocupación y la ansiedad. Las molestias digestivas, como ardor e hinchazón abdominal, son algunas de las formas que tiene la ansiedad de manifestarse, puede percibirse desde una ligera molestia hasta en ocasiones como dolor intenso.

Tal como explica la doctora Isabel Iranzo, especialista de aparato digestivo en el Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre, "muchas veces la ansiedad y la angustia generan ardor y dolor de estómago, ya que el estrés afecta a la mucosa digestiva produciendo lesiones y reducción de la barrera moco defensiva de la misma. Además, el cortisol, que es una hormona que segregamos en mayor cantidad cuando sufrimos estrés, puede afectar a nuestro sistema digestivo ya que puede interferir con la síntesis gástrica de prostaglandinas, que son necesarias para mantener la barrera protectora normal contra el ácido gástrico, y la pepsina. En ocasiones, esto puede producir molestias y/o derivar en trastornos digestivos".

Distrés abdominal

Las molestias que se dan en el aparato digestivo por estrés se conocen como distrés abdominal y, según la especialista, "llega a afectar a un 25% de la población" y subraya que "puede afectar a todo el aparato digestivo, y es incluso capaz de intervenir en nuestro sistema nervioso modificando el apetito".

La forma más común en que el estrés afecta al sistema digestivo es empeorando los síntomas de una afección digestiva ya existente. "Por ejemplo, -afirma la profesional-, el estrés puede ralentizar la digestión, manteniendo los alimentos en el estómago por más tiempo, lo que puede ser un desencadenante de la acidez gástrica; incluso la mala digestión puede aparecer y desaparecer dependiendo del nivel de estrés".

Es necesaria la visita a un especialista si la afectación por reflujo, mala digestión o síntomas del síndrome del intestino irritable (SII) incluye dolor abdominal recurrente y cambios en el ritmo deposicional dos o tres veces a la semana. "Las molestias digestivas prolongadas en el tiempo pueden ser un signo de enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), patología ulcerosa u otros trastornos digestivos", afirma la doctora Iranzo.

Hábitos

Para que la vuelta del verano no sea tan dura y podamos cuidar nuestro estómago, existen hábitos que para la doctora Iranzo son fundamentales: "hay que evitar la ingesta de alcohol, reducir o eliminar el café pues es un irritante de las mucosas del estómago y esófago. Además de no abusar de la ingesta de cítricos cuando se tienen síntomas de reflujo como el ardor, por su grado de acidez".

Con respecto a la dieta, las comidas ligeras son la mejor opción y un régimen que elimine los alimentos de difícil digestión. "Se recomienda un dieta equilibrada y variada, rica en fruta y verdura que contiene mucilago. Fibra que protege la mucosa interna del organismo y que se encuentra en productos como la calabaza, los higos, la borraja y las judías verdes. En la medida de lo posible se debe apostar por el pescado azul, como por ejemplo el salmón y el atún; y la carne blanca, como por ejemplo el pollo y el pavo, afirma el profesional quien resalta la importancia de no abusar de las especias, picantes, embutidos y bebidas con gas".

Antiinflamatorios

Hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones el inicio de la rutina diaria olvidado durante las vacaciones y el cambio estacional puede provocar dolores de cabeza, espalda y musculares que tratamos con antiinflamatorios. "Puntualmente no son perjudiciales, -comenta la especialista-, pero si los convertimos en un hábito y abusamos de ellos pueden ocasionar también problemas digestivos".

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