La Asociación de Salinas Marinas (Salimar) defiende que optar por el uso de sal marina para la desinfección de piletas evita irritaciones en la piel y en los ojos
La electrocloración o electrólisis salina es el método más demandado en España para la desinfección y el tratamiento del agua de piscinas en detrimento de otros productos químicos. Según los datos anunciados hoy por Salimar, de las más de 720.000 toneladas de sal marina que producen sus asociados, al menos destinan 185.000 toneladas de la cosecha al tratamiento de aguas. Su uso es más demandado que las opciones tradicionales, porque este sistema de desinfección del agua “es más beneficioso para la salud y para el medioambiente y el mantenimiento de este tipo de cloradores es más sostenible económicamente a medio plazo”, explican desde Salimar.
Ventajas de la electrólisis salina: sostenibilidad, salud, ahorro y bienestar
Así, el uso de la electrólisis salina presenta numerosas ventajas respecto a la utilización del cloro químico tradicional. Las tiene para el medio ambiente, ya que se trata de un sistema sostenible, dado su funcionamiento basado en dos elementos naturales (agua y sal marina) que, gracias a la electricidad, consiguen aportar el cloro a las piscinas.
Las ventajas de la electrocloración también se extienden a la salud y el bienestar. En primera instancia, porque el agua de las piscinas con este sistema de desinfección es más suave y ligera, sin el fuerte y característico olor a cloro. Y porque esa suavidad y ligereza, así como la baja concentración salina, evita trastornos en la piel y en los ojos respecto a los producidos por el sistema tradicional.
Asimismo, los beneficios también son para los encargados del mantenimiento, ya que hablamos de un sistema de funcionamiento semiautomático que garantiza constantemente la buena calidad sanitaria del agua sin requerir muchas horas de trabajo; a la vez que permite un importante ahorro económico respecto al cloro comercial y evita añadir productos químicos directamente sobre el agua de la piscina y, por tanto, tener que almacenarlos y manipularlos, con los riesgos que ello supone.
¿Cuál es el funcionamiento de la electrólisis salina?
Las piscinas de agua salada utilizan para su desinfección cloradores salinos integrados en sus sistemas de filtrado que generan cloro activo a partir de niveles muy bajos de sal en contacto con el agua, sin productos químicos, mediante un proceso de electrólisis. El resultado es un cloro inodoro e incoloro caracterizado por ser un potente desinfectante capaz de destruir cualquier microorganismo existente en el agua de las piscinas.
Concretamente, para llevar a cabo este proceso, basta con echar una pequeña cantidad de sal marina (entre 4 y 6 gramos por litro de agua de la piscina, una concentración muy inferior a la salinidad del mar e incluso inferior a la de la lágrima humana o de las soluciones fisiológicas). Esta sal pasa por unos electrodos previamente instalados en las tuberías de retorno del sistema de depuración de la piscina, que la convierten en cloro activo. Lo interesante del proceso es que es circular. Es decir, que este agente desinfectante se transforma nuevamente en sal, de forma que el ciclo se renueva constantemente.