A todos nos ha pasado al menos una vez ir de vacaciones sin nadie disponible para cuidar y regar nuestras plantas, y luego encontrarlas moribundas. No es una sensación agradable, y la idea de que todo el trabajo y el cuidado dedicado durante el año se pierde por unas semanas de ausencia es decididamente frustrante.
Los expertos de Interflora han preparado una serie de trucos y consejos para preparar las plantas -tanto de interior como de exterior- para nuestro periodo de ausencia, y así encontrarlas espléndidas cuando volvamos.
A continuación te damos unos consejos muy útiles e imprescindibles para cuidar las plantas -con éxito- cuando nos vamos de vacaciones.
Prepararlas para la separación. Como no podremos cuidarnos de ellas en los siguientes días/semanas, lo mejor es dejarlas en las mejores condiciones posibles. Retiremos las hojas secas, cortemos las ramas secas, quitemos el polvo, procedamos, si es necesario, a la poda y fertilización. De esta forma, nuestras plantas estarán en condiciones de afrontar la separación sin sufrir demasiado.
Colocarlas en una zona templada. Si no están expuestas a una excesiva luz solar directa, lo agradecerán. Este consejo es especialmente bueno para las plantas de exterior. En verano las temperaturas pueden ser insoportables, sobre todo para algunas especies de plantas, y la luz directa en esta temporada es muy fuerte. Encontrar una zona bien iluminada, pero sin excesos -al no poder estar allí para intervenir en caso de necesidad- es siempre la mejor solución.
Cuidado con la luz. Uno siempre piensa en el agua y descuida la iluminación. Este es un error que se comete un poco por necesidad, porque cuando nos vamos de viaje solemos dejar todo cerrado. Pero poca luz y mucha agua es la peor combinación, porque las plantas corren el riesgo de pudrirse. Para ello tenemos que pensar en soluciones, tal vez ponerlas en un rincón resguardado del balcón, o dejar las persianas entreabiertas. Una alternativa es recurrir a la luz artificial para las plantas. Lo que importa, sin embargo, es que cualquier cambio se haga a tiempo y gradualmente, para acostumbrar a la planta a la nueva situación.
Protegerlas de las corrientes de aire. Una vez más, nos referimos principalmente a las plantas de exterior. A la mayoría de las plantas, incluso a las más resistentes, no les gusta estar expuestas a corrientes de aire, lo que puede comprometer su salud y durabilidad. En verano, las tormentas son frecuentes, y esto representa un grave peligro para las plantas que corren el riesgo de romperse o volcarse.
Botella de plástico volcada. Es el truco casero más conocido y antiguo para regar una planta cuando nos vamos de vacaciones. Tomemos una botella de plástico y la llenemos con agua. Con una aguja de coser caliente, se perfora la tapa. Una vez realizado este procedimiento, se coloca la botella boca abajo en la tierra, que se irá humedeciendo poco a poco con las gotitas. La única contraindicación: el agua podría salir demasiado rápido o el orificio podría obstruirse, dificultando el riego, por lo que siempre debe probarse.
Sistemas de riego con cono de terracota. A diferencia de la botella de plástico, es un sistema de riego más reconocido y disponible en el mercado. Sin embargo, el procedimiento es el mismo: el agua colocada en los conos desciende poco a poco, regando la planta a un ritmo constante, según sea necesario. Funciona muy bien, pero siempre debemos comprobar que las dosis de agua son suficientes.
Truco de la cuerda de algodón. Simplemente hay que colocar un extremo de la cuerda en la tierra y el otro en un recipiente lleno de agua. De esta manera el agua fluirá por el hilo de manera uniforme y respetando las necesidades de la planta. De nuevo, conviene asegurarse de que la cantidad de agua cubra las necesidades de la planta durante nuestra ausencia.
Gel de riego . Se trata de botes que contienen una solución de gel a base de agua, o en formato perla. Para aquellos que usan perlas -o bolitas- se debe proceder con la activación, es decir, ponerlas bajo el agua hasta que dupliquen su volumen, y colocarlas en la tierra. Es un sistema sencillo de utilizar, ideal para principiantes y recomendado sobre todo para los que planeen viajes no muy largos, y conviene estar siempre atento a las dosis (posiblemente habrá que poner más de una botella o aumentar el número de perlas). Es perfecto para los que no tienen muchas plantas y lo importante es seguir siempre las instrucciones del envase.
Sistema de riego automático. Es el sistema más caro en comparación con los anteriores y requiere instalación. También en este caso es necesario probarlo previamente. Una vez instalado y realizadas todas las pruebas necesarias, nos permite regar todas las plantas incluidas en el sistema de riego de forma uniforme y constante. Es decididamente funcional, especialmente para aquellos que tienen muchas plantas y tienen la intención de irse de viaje durante mucho tiempo.
Haz una prueba general. Ya lo hemos indicado anteriormente. No improvisemos y no dejemos todo para el último momento. Antes de partir, es recomendable hacer una prueba general al menos una semana antes de la fecha de salida. De esta manera, podremos saber si todo funciona y, si algo sale mal, siempre hay tiempo para tomar las medidas adecuadas y resolver los problemas. Cualquier sistema de riego, desde el más rudimentario hasta el más sofisticado, puede encontrar defectos o complicaciones, especialmente si lleva tiempo sin usarse. Para evitar sorpresas y salir tranquilos, es fundamental prepararse con tiempo.