A petición del coordinador de los encuentros Oretania de poetas de la provincia de Ciudad Real, Luis Díaz-Cacho, la poeta Elisabeth Porrero ha aceptado componer el prólogo para esta ocasión. Díaz-Cacho afirma que "Elisabeth es reflexión serena y meditada, verso sincero y pálpito intenso" y tiene el convencimiento de que el prólogo no dejará a nadie indiferente. Como muestra este pequeño párrafo: "Si quien escribe poesía siempre se desnuda en ella, en "Palabras a la muerte" tenemos deshojadas en hermosas estrofas las almas de diecisiete personas que nos regalan sus reflexiones y sentimientos ante una de las visitas que recibiremos en la vida: La de la muerte. Aunque pensar en ella pueda parecer siempre triste, obras como esta nos ayudan a considerar su llegada como una parte más del proceso de estar vivos y nos ayudan a poner ungüento en las heridas".
Elisabeth Porrero Vozmediano, nació el 27 de septiembre de 1977 en Ciudad Real. Ingeniera Química. Habla inglés, francés e italiano. Profesora de Educación Secundaria y actualmente Asesora Técnica Docente en la Delegación Provincial de Educación, Cultura y Deportes de Ciudad Real. Perteneciente al Grupo Literario Guadiana desde 1998; ha ganado una treintena de premios literarios entre poemas, cartas de amor y recitación y es autora de cuatro libros, su obra figura en numerosas antologías, es colaboradora de tertulias televisivas y diferentes medios de comunicación.
Elisabeth, en nuestra entrevista, nos dice que su obra es más intimista, reflexionando más sobre ella misma, sus inquietudes, sus anhelos y el mundo que le rodea, que en los años de su adolescencia y juventud donde escribía mucho sobre el amor romántico. Para ella escribir se ha ido convirtiendo en una necesidad y cuando pasa un tiempo sin hacerlo nota cómo los poemas reclaman salir al mundo. Conozcamos un poco mejor a esta gran poeta.
¿Cómo le cogió el gusto a la poesía? ¿Por qué escribe?
De pequeña leía muchos cuentos y por eso empecé a escribir. Miraba sus dibujos, los calcaba, inventándome las historias que me sugerían. Era una niña que leía y estudiaba mucho.
Desde entonces nunca he dejado de escribir, aunque he tenido épocas en las que lo hecho de forma más continuada y otras de forma más esporádica.
Una maestra se dio cuenta de que escribía poemas, además de los cuentos y me animó mucho a seguir haciéndolo.
¿En qué cosas está más cerca y en qué cosas está más lejos del poeta que era de más joven?
En los años de mi adolescencia y juventud escribía mucho sobre el amor romántico. Pero según pasaba el tiempo, y con la madurez que este nos otorga, he ido escribiendo una obra más intimista, reflexionando más sobre mí misma, mis inquietudes, mis anhelos, el mundo que me rodea…
Creo no haber perdido mi capacidad de asombro, creo conservar el entusiasmo por cada pequeña cosa que pueda sorprenderme y admirar la belleza aún en los sitios más insospechados.
Escribir se ha ido convirtiendo en una necesidad. Cuando paso un tiempo sin hacerlo noto cómo los poemas reclaman salir al mundo y me piden, desde muy dentro de mí que los plasme en papel, que cuente lo que ellos me dictan.
¿Se siente más cerca de la muerte o de la infancia?
Supongo que, después de la pandemia, todos nos hemos sentido un poco cerca de la muerte. En general podría decir que me encuentro en un punto intermedio, no me encuentro mayor, no me veo actitudes de persona despegada de la vida, pero la infancia quedó muy atrás, claro, dado que me encuentro en los cuarenta y cinco.
¿Qué persigue ahora?
Me apasionan leer, escribir y aprender, en general.
Disfruto mucho de los viajes, de los paisajes que contemplo, de dar paseos, de la música y el arte… todo ello me sirve para reflexionar y poder componer luego los poemas y artículos.
¿Qué dimensión le da la poesía al ser humano?
Le ayuda a vivir mejor, a conocerse más a sí mismo, a sentirse más cerca de otras personas, a comprender los sentimientos que experimentamos ante situaciones determinadas.
La poesía nos acompaña, nos reconforta, nos acoge, nos muestra un mundo que sí bien podíamos intuir, hasta que no lo leemos no sabemos reconocer y hacer nuestro.
¿Se colaba la muerte en sus poemas?
No era un tema del que escribiera normalmente, sí lo he hecho más a raíz de la muerte de mi abuela el año pasado y de la pandemia. Es verdad que había leído poemas hermosísimos de otros autores sobre la muerte. Es un tema que debería resultar menos tabú de tan natural como es. Debería tratarse con más frecuencia e incluso abordarla desde varias perspectivas, hay un grave problema con los suicidios y convendría hablar sobre ello para intentar mermarlo.
¿Qué son para usted la vida y la muerte?
La una nos enseña sobre la otra. Cuando oímos hablar sobre la muerte nos aferramos con más fuerza a la vida y la madurez nos enseña que el final es un proceso lógico y nos ayuda a perderle miedo.
Confeccionamos la vida con amor y dejando buenos recuerdos en los demás. Eso es vivir, tratar de no hacer daño a nadie y de enriquecernos con cada momento que habitamos y con las personas que nos rodean.
¿Qué le duele más de la muerte?
No poder hacer todo lo que dejaré pendiente, siempre he dicho que necesito varias vidas para viajar, leer, aprender idiomas, disfrutar de la gente querida tanto como quisiera.
Encuentro muchas, muchas cosas interesantes qué hacer y es una pena no poder llevarlas a cabo todas.
Y, por supuesto, duele no volver a acariciar o a hablar a los seres queridos. Aunque el amor que nos dejan los convierte, de algún modo, en inmortales.
Nota: El tema de este XIV Encuentro Oretania de Poetas de la provincia de Ciudad Real, es "Palabras a la muerte". Se celebrará el 29 de octubre a las 19,30 horas, en el Centro de la Juventud de San Carlos del Valle. Coordinado por el poeta solanero Luis Díaz-Cacho, esta edición cuenta con el prólogo de la poeta, Elisabeth Porrero Vozmediano y las composiciones poéticas de Alfredo Jesús Sánchez Rodríguez, Antonia Cortés, Antonia Piqueras, Diana Rodrigo, Eloísa Pardo Castro, Eusebio Loro, Francisco Jesús López, Isabel Villalta Villalta, Juan Camacho, Juan José Guardia Polaino, Luis Alberto Lara Contreras, Luis Díaz-Cacho Campillo, Luis Romero de Ávila Prieto, Natividad Cepeda Serrano, Pilar Serrano de Menchén, Santiago Romero de Ávila y Teresa Sánchez Laguna. La colaboración de los "poetas del barro", familia Leal Arias, (Centro Alfarero La Estación y Alfar Arias) y las ilustraciones de Rosa Leal Arias. El apartado musical está a cargo de la Agrupación Musical Santa Elena.