Desde su diagnóstico ha convivido no solo con la enfermedad, sino también con el estigma alrededor de la misma y la falta de información
Educar en sexualidad y en infecciones de transmisión sexual es una realidad que se hace cada vez más necesaria. El tabú que existe a día de hoy alrededor de estas cuestiones, sobre todo desde el punto de vista de las mujeres, ha movido el interés para que Freeda, la plataforma que difunde historias reales para inspirar un cambio positivo, dedique el mes de septiembre a temas que traten la educación sexual. En este caso, en su sección 'Yo También' Freeda comparte la historia de Olga, diagnosticada con el Virus del Papiloma Humano (VPH) hace diez años, un virus de transmisión sexual que tiene muchas variantes, siendo algunas de ellas menos agresivas, mientras que otras llegan a ser cancerígenas. En el caso de Olga, fue diagnosticada con dos de los más graves y se sintió sentenciada. La manera en la que su ginecólogo le transmitió este diagnóstico no solo la dejó confusa, sino, además, emocionalmente aturdida ya que no sabía si podía ser algo mucho peor:
"Yo tenía 23 añitos cuando fui a una de esas revisiones anuales que nos tocan. Acudí a mi ginecólogo y me dijeron que tenía ASCUS. Ese resultado podía significar que tenía o nada o cáncer. Y ahí empezó una historia que lleva diez años en mi vida. Siempre sentía que ese diagnóstico, esas tres siglas, eran un fantasma que me seguía", cuenta Olga durante su conversación con el equipo de Freeda España.
Tras cinco años, la lesión provocada por el VPH fue a peor y Olga tuvo que ser intervenida del cuello del útero con una conización, o, dicho con otras palabras, tuvieron que extirparle un trozo de útero. Le dijeron que el proceso de recuperación le costaría dos o tres días, algo que en boca de Olga es bien distinto:
"Estuve casi un mes sangrando y no cerraba la herida. Entonces, cuando yo vuelvo a la revisión y me coloco en esta camilla en la que abres las piernas, esa ginecóloga lo que hizo fue introducir un aparato que cauteriza y no me avisó. De repente sentí un dolor como nunca he sentido, que me estaban quemando el cuello del útero", añade Olga al equipo de Freeda España.
Olga recuerda el dolor y la impotencia que sintió cuando nadie la informó correctamente sobre el procedimiento al que la iban a someter y el proceso de recuperación. Según Olga, "el modelo médico y ginecológico contiene mucha violencia implícita. Que parece que no está, pero está. Todo eso es parte también del VPH: Esos no consentimientos, no solo con las parejas sino cuando nos abrimos de piernas delante de los ginecólogos que a lo mejor no están teniendo el tacto que requieren nuestros cuerpos" concluye durante su charla con Freeda España.
Olga cuenta que se sintió sola y reclama que el servicio médico acompañe e informe, no solo en el proceso de sanación físico, sino también el psicológico.
"Yo sé que hay gente que verá esto y dirá, "uff, yo lo viví y no fue para tanto". Si yo lo sé y yo sé que hay casos y casos, pero hay personas, que somos muchas, que no podemos reconocer que estamos teniendo miedo porque no hay quien esté ahí para escucharnos" concluye Olga durante su conversación con el equipo de Freeda España.
"Pasar por una enfermedad de transmisión sexual se puede hacer especialmente duro si los profesionales que deberían cuidar e informar, lejos de hacerlo, abandonan a las pacientes solas en el proceso. Desde Freeda vemos importante y necesario dar voz a protagonistas de historias que visibilizan temas tabúes, especialmente aquellos que afectan a las mujeres, pues son los que son más silenciados duramente. No hay que avergonzarse ni dejar de hablar de ello, ya que solo normalizándolo se puede acabar con el estigma" concluyen desde el equipo de contenidos y Marketing de Freeda España.