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La ruta de los telares argentinos y sus tejedoras: un viaje para recorrer la cultura textil y artesanal del país

Descubrir los caminos de la historia textil latinoamericana es una de las más hermosas experiencias turísticas para disfrutar

En Argentina, desde los ancestros hasta la actualidad, el ritual de las familias tejedoras transmitido generación en generación, todavía mantiene vivo su legado en diferentes provincias del país, e invita a un cálido recorrido por el simbolismo cultural de esta tradición de artesanos locales. Por su dedicación y proceso de producción, la diversidad de texturas y evolución de su desarrollo, hoy es una tradición de gran valor cultural.

Salta. Esta provincia del norte argentino en la localidad de Seclantás, ha sido cuna de una de las prendas más importantes de la tradición argentina: el poncho. Se trata de una tela pesada y gruesa con un corte en el medio para que pueda pasar la cabeza. El abrigo ideal para cualquier campesino. El camino de los artesanos El Colte -un paraje ubicado a 20 km de la ciudad de Cachi- es un gran paseo turístico para conocer la labor manual de sus tejedoras. Con técnica precisa, constancia y tramas únicas, se puede ver la producción desde tapices hasta ponchos en un paseo que cuenta con varios talleres dedicados a esta actividad.

Jujuy. Cada telar tiene su encanto y cada región su especialidad. La fauna jujeña inspira y otorga la materia prima para realizar los tejidos que, con lana de oveja, vicuña y fibra de llama, logran magistrales piezas de telares de diferentes tipos: de pedal, de cintura o a dos agujas. La localidad de Huacalera del departamento de Tilcara, invita a apreciar diversos espacios de emprendedores que se nuclearon para mostrar su arte con esta técnica milenaria en un paseo de gran calidez y conexión con la cultura local.

La Pampa. Visitar los telares pampeanos es una experiencia representativa de la cultura argentina. La riqueza de los tejidos en telar y sus tinturas naturales, destaca el patrimonio de esta provincia y la identidad de sus piezas únicas. Este laborioso proceso comienza con un ovillo de lana en crudo, su lavado, y luego la formación del hilo de lana que se retuerce con dos hebras para dar curso al hilado, el teñido y por último su paso al telar. Para este teñido, se usa una mezcla de anilina y plantas como papa de monte, jarilla, piquillín, cáscara de nuez, eucaliptus, entre otras especies que generan una paleta de ocres, amarillos y marrones. Un recorrido por sus mercados, es una oportunidad para adentrarse en esta hermosa y dedicada labor.

Catamarca. En el departamento de Belén, la ruta del telar catamarqueña se convierte en una oportunidad para recorrer espacios de producción y técnicas textiles de tradición indígena. Revalorizando el trabajo de los hilanderos y tejedores, en 2003 la UNESCO distinguió a los artesanos como "Tesoros Humanos Vivos" y la provincia los declaró Patrimonio Cultural. Pasear por los lugares que unen a las familias de tradición tejedora, es un encanto por descubrir y admirar, como también una invitación a llevarse algún recuerdo con el cálido valor de acervo cultural.

Neuquén. La tradición tejedora atraviesa muchas rutas de Argentina. No sólo como parte de su economía local, sino también como un ritual artístico que combina colores naturales, con una habilidad manual y el cuidado de la fauna local de la que se obtiene la materia prima. Hoy la producción textil de la provincia de Neuquén ha logrado altos estándares de calidad e innovación que la posicionan en el segundo lugar del Registro Nacional de Artesanos. De orígenes mapuches el telar evoca mitos originarios que se pueden descubrir en visitas a telares y en la capital de esta provincia.

Descubrir la historia de esta actividad, es una oportunidad para viajar al origen de rituales autóctonos que lograron cruzar fronteras y ser reconocidos mundialmente. El proceso artesanal de cada prenda es, sin duda, parte de una oportunidad turística para conectarse con la tierra, la cultura y los ancestros. 

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