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6 de cada 10 niños no quieren dedicarse a lo mismo que su padre

Los niños españoles lo tienen claro: seis de cada diez no quieren dedicarse a lo mismo que su padre

Un estudio realizado por Lingokids entre 600 familias españolas analiza la relación de los menores de 4 a 10 años con sus progenitores.

La tecnología se ha convertido en un punto de conexión entre padre e hijos: el 82% juegan juntos con dispositivos electrónicos.

La figura del padre es un referente a imitar, un espejo en el que los hijos se miran en su proceso de aprendizaje y desarrollo. Pero cuando a los niños españoles les preguntan si de mayores les gustaría dedicarse a lo mismo que su padre, seis de cada diez (el 61%) responden que no. Así se desprende de un estudio realizado por Lingokids, startup de contenidos digitales infantiles en inglés, entre 600 familias de todo el país con hijos de entre 4 y 10 años, con motivo del Día del Padre. 

La razón, para el 48% de los consultados, es que tienen ya sus propias preferencias respecto a la profesión que desean elegir, y un 13% descarta seguir los pasos de su padre porque este dedica demasiado tiempo a trabajar y apenas tiene tiempo libre. Solo el 29% tendría intención de repetir la profesión paterna, mientras que el 10% restante admite no tener muy claro en realidad en qué consiste su trabajo.

Entre los aspectos que a los niños más les gustan de sus progenitores destacan que son divertidos y les hacen reír (53%), que juegan mucho con ellos (47%), que son muy cariñosos (44%) y les enseñan a hacer muchas cosas (36%). Por el contrario, los pequeños no dan importancia a su ocupación profesional (solo un 5% afirman que les gusta el trabajo que tienen) ni a lo material (solo a un 2% les gusta que su padre gane mucho dinero).

A la hora de plantearse en qué aspectos les gustaría ser como su padre cuando sean mayores, para un tercio de los consultados la figura paterna es un verdadero referente, y admiten que les gustaría ser como él en todo en general. Por otro lado, un 54% querrían tener sus mismos conocimientos, y un 31% parecerse a él en la forma de ser.

La tecnología como conexión intergeneracional

Una de las conclusiones que se desprende del estudio de Lingokids es que el uso de la tecnología se ha convertido en un elemento de conexión entre padres e hijos: el 82% de los consultados afirman que juegan juntos a juegos con el ordenador, la tablet o la consola. Asimismo, cuando se les pregunta en general sobre el tipo de actividades a las que juegan con sus padres, los videojuegos ocupan el primer lugar (28%), seguidos de los juegos de mesa (24%), juegos al aire libre (23%) y deportes (18%).

“Compartir las aficiones de nuestros hijos y jugar con ellos crea una corriente muy positiva para la relación familiar. Y no podemos obviar que el universo digital se ha convertido en una parte importante de su vida, por lo que acercarnos a ellos en este entorno nos ayudará a entenderles mejor. De ese modo no solo podremos orientarles hacia el buen uso de la tecnología y recomendarles juegos online adecuados a su edad, con los que divertirse y también aprender; además, podremos sugerirles otro tipo de juegos en el mundo físico que conecten con sus gustos y puedan resultarles atractivos”, sostiene Rhona Anne Dick, directora de Experiencia de Aprendizaje de Lingokids.

Apostar por el tiempo de calidad

Otro de los aspectos que analiza el estudio es la percepción del tiempo que pasan juntos padres e hijos. Según los menores, ocho de cada diez pasan con su padre a diario más de dos horas (incluso más de cuatro según el 54%) y gran parte de los fines de semana. Sin embargo, cuando se consulta a los padres qué echan más en falta en su relación con sus hijos, con diferencia la principal respuesta, compartida por la mitad de los encuestados, es que les gustaría poder pasar más tiempo con ellos. 

“Este dato pone de manifiesto una vez más que, en lo que se refiere al tiempo, la calidad es más importante que la cantidad. Puede que pasemos mucho tiempo con nuestros hijos, pero no siempre exprimimos esos momentos, sino que muchas veces simplemente los dejamos transcurrir, y se nos pasan sin que realmente nos llenen por dentro, quedándonos la sensación de que no han sido suficientes”, apunta Rhona Anne Dick.

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