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Arte invisible convertido en comida

Aunque durante los últimos meses se habló de un artista que había vendido la primera escultura invisible, lo cierto es que no es nada nuevo para el público y arte español. Ya en el año 2001, Boyer Tresaco, artista español, había realizado la primera venta de una de sus esculturas invisibles en la Galería Theredoom de Barcelona.

Tresaco lleva trabajando casi tres décadas en el arte invisible, participando en ARCO 93 y ARCO 94 con dos de sus primeras exposiciones de la "ausencia" y captando la atención internacional de crítica y coleccionistas.

Desde entonces, Tresaco ha seguido produciendo todo tipo de obras que intentan representar los "espacios de ausencia". "La energía predominante" como dijo el propio artista, que concluye con el hecho de que "nuestra ausencia es algo que permanecerá para siempre".

Críticos de renombre internacional como Thomas McEvilley del New York Times, por entonces rector en la Escuela Superior de Artes Visuales de Nueva York, llegaron incluso a escribir un ensayo al respecto para hablar de "La exquisita técnica de Tresaco, enteramente de su propia invención".

El genial artista español presentó también Invisible Sculptures en París, Nueva York y años más tarde en Madrid, Septiembre del año 2015; una exposición que tuvo gran repercusión, incluso cuando la crítica y medios la calificaron como una de las mejores exposiciones del trimestre, junto a una del Museo Reina Sofía, y otra realizada en el Palacio de Cristal.

La venta de aquella primera escultura invisible en 2001 en Barcelona tuvo una cara poco conocida: el importe íntegro de la venta se dedicó a la adquisición de medicinas para enviar, previa prescripción médica, a las personas que las necesitaban con urgencia en Cuba.

A esta primera iniciativa se sumaron, en años sucesivos, hasta doscientas cincuenta mil raciones/día de alimento, específico para niños famélicos, que por su extrema situación física no podían ingerir alimentos convencionales.

En ese contexto y con el afán de seguir promoviendo la ayuda a través del arte, se constituyó, ya hace 6 años, la Fundación Boyer Tresaco, que tiene su sede en un pequeño pero precioso edificio del arquitecto Antonio Bonet, en Cartagena, en el kilómetro cero de La Manga del Mar Menor.

En estos últimos años, la Fundación Boyer Tresaco se ha estado haciendo cargo de toda la alimentación de un colegio de 285 niños y niñas, en Zambia, propiciando los fondos para adquirir "las materias primas que siembran los padres y madres de esos niños, que recogen posteriormente sus frutos, preparan los alimentos, los elaboran en las cocinas, ordenan sirven y recogen las mesas en el colegio, de manera que toda una comunidad gira en torno a ello. De hecho, los niños van al colegio, por distante que se encuentre de sus casas, para poder comer, y como consecuencia reciben la educación necesaria para su mejor futuro" explican desde la Fundación.

La Fundación Boyer Tresaco, que desea ampliar sus aportaciones, acaba de abrir en Madrid una pequeña galería de arte en la calle Alameda, detrás de Caixa Forum, bajo la denominación de Cobertura FBT, un lugar en donde se podrá adquirir obra de artistas multimedia, y especialmente, previas eventuales donaciones de Boyer Tresaco, algunas obras invisibles interdisciplinares, con su exclusivo certificado, cuyo importe se dedicará íntegramente a alimentación y educación de más niños en su lugar de origen.

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