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"¿Humanismo?", por Mariano Galián

Todo político o aprendiz de político que se precie, ha de formar su conciencia para procurar hacer el bien en el ejercicio de su trabajo, en sus relaciones sociales, familiares y en el entorno doméstico. No existen vidas paralelas. Si toda la "conciencia" del político se reduce a seguir "a ciegas" las indicaciones del partido, lo más lógico es que acabe siendo una mujer, un hombre "sin conciencia".

Normalmente, con el paso de los tiempos, pueden surgir opiniones dispares en torno al "humanismo cristiano" o a otros conceptos. En cada momento histórico es posible vayan apareciendo matices de allí y de allá.

De vez en cuando aparece como por ósmosis el "Humanismo Cristiano", en términos que no llegan a los de un verdadero debate cultural, sino más bien a una ínfima controversia de partido político.

El Humanismo Cristiano es una realidad cultural que se caracteriza, entre otros detalles, por las siguientes notas:

  • Defensa de los derechos de la vida, desde la concepción en el seno materno hasta la muerte natural.
  • Una defensa clara de los derechos del matrimonio entre hombre y mujer, y de la familia que ese matrimonio origina, que es el manantial de la vida humana.
  • Una defensa clara de la libertad del hombre; una libertad que abarca todos los planos de la conciencia, del pensamiento, de la creencia religiosa, de la educación.
  • Una defensa del sentido de servicio de la autoridad: quien gobierna, en cualquier plano social está para servir el bien común de los demás.

No se discute que quienes deciden dedicarse a la política, tienen el buen deseo de servir a los ciudadanos con las mejores ideas que puedan desarrollar. Servir libremente, se entiende, sin desear imponer ningún modo especial de vivir ni de desarrollar la vida personal de cada uno. Lo contrario sería "ideología", y acabaría siempre en dictadura, abuso de poder, como nos ha enseñado la historia.

Así, no podemos erradicar las bases cristianas de Europa del desarrollo de nuestras naciones, así como no se deben eliminar las torres y pináculos de la vista de nuestras ciudades.

Las anteriores palabras han pasado a la historia dichas por la baronesa Sayeeda Hussein Warsi, ministra sin cartera del gobierno británico, de origen paquistaní. Ministra que, por cierto, es musulmana. Una musulmana que ha sabido agradecer el ejemplo del ministro paquistaní católico, Shahbaz Bhatti, asesinado por su empeño en conseguir que exista libertad religiosa en su país.

En este contexto, humanismo cristiano no tiene relación directa con el mundo eclesiástico. Es una convicción cultural de razón. Por ello, no parece lo más adecuado considerar que "es absolutamente improcedente proponer como base de una formación política a -correspondencia a una convicción religiosa-". El planteamiento de la cuestión así es desconocer la verdadera realidad del problema.

¿Sería suficiente decir "humanismo", sencillamente? Es lo que se ha pretendido desde Rousseau hasta ahora en Europa; y los frutos están ahí: abortos, suicidios (de los que nadie desea hablar); familias destrozadas; corrupción generalizada, desconfianza social, etc.

¿Podemos construir alguna civilización, alguna cultura, sobre esos "restos"?

Mariano Galián Tudela

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