Los invernaderos solares del sur de Europa, ubicados en Almería y la costa de Granada, surten de productos hortícolas al 60% de los mercados europeos y al 47% del mercado español
Pese a que la actividad de los invernaderos solares ha estado inmersa en una suerte de erróneas percepciones, en muchas ocasiones provocada por la presión de los mercados competidores, lo cierto es que la aportación de este modelo no solo es necesario, sino que es el más sostenible y productivo de cuantos existen en la actualidad y el más preparado para hacer frente a los retos demográficos y medioambientales del futuro. Desde el programa de promoción CuteSolar: cultivando el sabor de Europa en invernaderos solares rompen una lanza por este sector y desvelan las ventajas de este modelo productivo.
Frutas y hortalizas frescas durante todo el año. La protección que ofrecen las cubiertas plásticas de los invernaderos, que preservan a los cultivos de las condiciones climatológicas adversas, posibilita que los consumidores tengan a su disposición frutas y hortalizas frescas durante todo el año, sin importar la época en la que nos encontremos. Además, ya lo cantaba Danza Invisible “naranjas en agosto y uvas en abril”. Los invernaderos permiten adelantar los periodos de producción de algunos cultivos para que podamos disfrutarlos en épocas en las que tradicionalmente no era posible. Gracias a las óptimas condiciones de clima que se generan en el interior de los invernaderos los cultivos pueden desarrollarse de forma natural durante los meses mas rigurosos de otoño e invierno–únicamente con los rayos del sol, las cubiertas de plástico y la ventilación natural-, ampliándose su disponibilidad en el mercado a todo el año.
Productos de gran calidad. La mejora de las variedades vegetales es un proceso natural que nuestros antepasados han realizado durante miles de años guardando las semillas de las mejores plantas y cosechándolas al año siguiente. Históricamente, la mejora iba orientada a aumentar la productividad, obtener resistencias a plagas y enfermedades o mejorar características agronómicas, como el tamaño de la planta o los frutos. Hoy por hoy, las mejoras se enfocan también a potenciar sus propiedades organolépticas, nutricionales y saludables y de facilidad de consumo que acrecientan su valor. El resultado es una amplia gama de productos con más sabor, más calidad y más fáciles de consumir.
Calidad certificada. Los cultivos procedentes de los invernaderos solares cumplen con los más exigentes sistemas de certificación y normas de buenas prácticas, lo que garantiza la trazabilidad y calidad de los alimentos en todas las etapas de la producción, la sostenibilidad de la actividad y el cumplimento de buenas prácticas laborales en toda la cadena de valor. Con todo ello se pretende asegurar al máximo y garantizar que los productos lleguen al consumidor en óptimas condiciones y con la mejor calidad.
La mejor alternativa para dar de comer al mundo. El planeta entero se encuentra ante el importante reto de dar de comer a una población que va en aumento cada día, mientras menguan los recursos para producir el alimento (la tierra y el agua). Se estima que para el 2050 la población mundial supere los 9 mil millones de personas por lo que la producción agrícola deberá aumentar un 70% para satisfacer esta demanda. Como la mayoría de las tierras adaptadas para la agricultura ya se cultivan, el crecimiento pasa por obtener mayores rendimientos en los cultivos, algo que ocurre en los invernaderos, cuya producción se maximiza año tras año gracias a la mejora de semillas y el uso de la tecnología más avanzada.
Reducción de plaguicidas químicos. Los invernaderos solares del sur de Europa son líderes en el mundo en el uso del control biológico para mantener en niveles inocuos las plagas que amenazan a los cultivos. Esta técnica, es mucho más respetuosa con el medio ambiente, ya que se minimiza el uso de plaguicidas químicos y en su lugar se fomenta la biodiversidad utilizando plantas “barrera” y huéspedes e insectos beneficiosos que actúan eficazmente en el control de las plagas. En la actualidad, el 80% de la superficie cultivable de los invernaderos utiliza el control biológico, lo que convierte a esta zona en la mayor área de cultivos del mundo que emplea esta técnica respetuosa con el medio ambiente y con la salud de los trabajadores y consumidores.
Utilización racional del agua. El agua es un bien escaso y lo va a ser más debido al cambio climático, con periodos más prolongados de sequía o de lluvia torrenciales. Los cultivos de invernadero hacen un uso sostenible de los recursos hídricos mediante una agricultura de precisión gracias a las técnicas de enarenado, el riego por goteo, la fertirrigación, o la recolección del agua de lluvia. Todas estas técnicas permiten la optimización de los recursos hídricos y el aprovechamiento de cada gota de agua. Sirva de ejemplo que la huella hídrica (m3 per cápita) de los productos hortícolas cultivados en los invernaderos solares es 19 veces menor que la del conjunto de la agricultura nacional española.
Aprovechamiento de la luz del sol como única fuente de energía. Ni sistemas de calefacción artificial, ni de iluminación adicional. La mayoría de los invernaderos solares se encuentran en zonas de Europa con muy alta insolación. Luz y agua son los dos elementos necesarios para el crecimiento de las plantas y, en esta zona, la luz se recibe a raudales. Por ejemplo, en la costa de Almería-Granada se reciben unas 3.300 horas de sol al año, lo que contrasta, por ejemplo, con las 2.280 horas de Bruselas o las 2.500 de Berlín. Esto hace posible que el 96% de la energía utilizada en los invernaderos solares de Almería y Granada proceda únicamente del sol, sin necesidad de usar ni otras fuentes de energía ni combustibles fósiles.
Reducción del calentamiento global. La concentración de invernaderos solares en el sur de España dedicados al cultivo de productos hortofrutícolas ha hecho que se produzca un efecto de enfriamiento en el clima de su entorno de casi un grado durante las tres últimas décadas debido a la reflexión de parte de la radiación solar en las cubiertas de plástico blanqueadas, lo que se conoce como efecto albedo; cuando la tendencia es completamente opuesta en cualquier otra parte del mundo. Otro dato positivo de la contribución de los invernaderos solares al medio ambiente es que cada hectárea de invernadero es capaz de fijar entre 8-10 toneladas anuales de CO2, o lo que es lo mismo, cada hectárea absorbe la emisión diaria de 8 coches.
Desperdicio cero. La agricultura de invernadero precisa las cubiertas de plástico no solo para proteger a las plantas de las inclemencias meteorológicas o de las plagas, sino también, para aprovechar los recursos de la luz, la temperatura y la humedad. El empleo de estos plásticos resulta esencial para esta actividad agraria y, a pesar de la mala imagen debido a la generación de estos residuos, el sector agrícola solo genera el 7% del total de residuos plásticos y contribuye más que otros al reciclaje, ya que representa el 9% del total reutilizado, sin contar los envases. De hecho, el 95% de los plásticos son retirados y el 80% son reciclados o reutilizados para, por ejemplo, fabricar contenedores de basura, bancos, papeleras, columpios y otra serie de elementos del mobiliario urbano, capazos para la recolección hortofrutícola o maceteros, entre otros. Asimismo, los plásticos de difícil reciclado se están utilizando para la generación de combustible líquido. Otra de las apuestas del sector por la economía circular es la utilización de los restos vegetales para el desarrollo de nuevos alimentos o complementos alimenticios, cosméticos...
Motor de empleo. Después de la llegada de los invernaderos, la provincia de Almería pasó de ser un área despoblada y económicamente deprimida a un polo de atracción para la economía y para el aumento de la población. Gracias a este sector en constante crecimiento e innovación, en la actualidad pueden vivir de él más de 14.500 familias, se generan 45.000 empleos directos (de los cuales un 60% son trabajadores inmigrantes) y más de 100.000 indirectos. Hoy en día, la agricultura bajo invernadero, la manipulación y comercialización de hortalizas, y la industria auxiliar de la agricultura, representan casi el 40% del PIB de la región.
¿Qué es un invernadero solar?
Un invernadero solar es una estructura cerrada cubierta por plásticos, a través de los cuales inciden los rayos del sol dejando pasar la luz necesaria para que las plantas mantengan la temperatura adecuada para su desarrollo en los meses de invierno, de modo que puedan realizar la fotosíntesis. En este proceso las plantas producen nutrientes a partir del CO2 que absorben del aire y liberan cantidades ingentes de oxígeno a la atmósfera. Los invernaderos solares se diferencian notablemente de los métodos productivos de otras superficies invernadas, donde sí se utilizan sistemas de calefacción e iluminación artificial a partir de combustibles fósiles que conllevan hasta un 30% más de consumo energético, más el consiguiente efecto contaminante.
Acerca de CuteSolar
CuteSolar: cultivando el sabor de Europa en los invernaderos solares es un programa impulsado por APROA, Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Andalucía, HORTIESPAÑA, Organización Interprofesional Española de Frutas y Hortalizas, y EUCOFEL, Asociación Europea de Frutas y Hortalizas, con el objetivo de informar a los consumidores europeos de las características específicas de los métodos de producción agrícola en invernaderos solares, especialmente en aspectos clave como la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente y la seguridad, calidad y trazabilidad de los cultivos.
El programa, que cuenta con una inversión total de 1,95 millones de euros, está cofinanciado por las organizaciones proponentes y la Unión Europea, tendrá una duración de tres años (2020-2022) y se desarrollará en España, Alemania y Bélgica.