Durante 2019, las distintas demarcaciones del COACM, rindieron homenaje a Miguel Fisac, mediante importantes actividades divulgativas. Exposiciones, conferencias y la presentación del libro "Fotografías. Miguel Fisac" fueron algunos de los actos que este año debido a la pandemia no han podido repetirse
El Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha y en especial la Demarcación de Ciudad Real, a través de la Fundación Fisac, que custodia y divulga su legado desde 2006, ha realizado los últimos años diferentes eventos que se suman a los muchos trabajos de investigación, tesis doctorales y libros sobre Miguel Fisac.
Teodoro Sánchez-Migallón Jiménez, doctor arquitecto, define a Fisac como “el verso libre de la arquitectura española”. Verso libre es la manifestación poética que se caracteriza por el alejamiento de manera intencional de las pautas de rima y metro. Entre 1950 y 1970, Fisac representó arquitectónicamente esta contradicción, enmarcado en la irrupción de una arquitectura moderna y racionalista dentro del régimen autárquico y solitario que intentó establecer un estilo nacional desde 1940.
Con unos cimientos bien asentados en un clasicismo escolástico, en unas influencias nórdicas y orientales, fruto de sus intensos viajes, y en las raíces populares, retomadas de sus imágenes juveniles del paisaje manchego, y bien apadrinado por el CSIC y por los dominicos, las obras germinales de Miguel Fisac como la cafetería del instituto de óptica Daza Valdés y el Instituto Laboral de Daimiel, representaron la apertura española al organicismo y a un nuevo lenguaje funcional. Este esplendor culminaría con el Teologado de Dominicos de Alcobendas, el Colegio Arcas Reales de Valladolid y la Iglesia de la Coronación en Vitoria.
Si nos detenemos en los años cincuenta, etapa pionera, junto a las otras grandes firmas hispanas, De la Sota, Fernández del Amo, Aburto, Cabrero, y el tardío y afamado Sáenz de Oiza, los orígenes castellano-manchegos de Fisac quedan reflejados en el Mercado de Daimiel, la Casa de Cultura de Ciudad Real, o la Casa de Cultura de Cuenca, además de algunas en interesantes viviendas, institutos y restauraciones varias.
Un culto ruralismo, rodea edificios de lenguaje cúbico y abstracto, usando la construcción tradicional de murallas con tapial y mampuestos. O la reiteración de nidales que forman las profundas ventanas del mercado de Daimiel, entre palomar y bodega. Elementos que unen a este prestigioso y premiado arquitecto europeo en los años cincuenta, con una tierra manchega entre huertas y quinterías, materia pura y rugosa, reflejada con posterioridad en sus texturas de hormigones vertidos, además de los huesos y las finas bóvedas ondulantes de cubiertas secundarias.
Difícil de encuadrar en una secuencia lógica, muchos historiadores lo obviaron, pero con la distancia temporal, se lee entre líneas en otros relatos, la importancia de sus avances y tropiezos.
Durante el 2019, se realizaron importantes actividades divulgativas sobre los trabajos del arquitecto manchego. Una de ellas fue la exposición ´Miguel Fisac, una mirada´ en la sede del COACM de Ciudad Real, con más de 30 obras, organizada por Diego Peris, presidente de la Fundación Fisac e investigador incansable, que se expuso más tarde en el Instituto Laboral de Daimiel.
La demarcación de Guadalajara del COACM, realizó una conferencia sobre los Escandinavos y Fisac, con varios ponentes, en junio del 2019.
La Demarcación de Albacete, expuso en tres espacios una importante muestra de planos y fotografías de la obra de Fisac, con más de 180 paneles, mostrando los mejores fondos de la Fundación, con gran impacto en la ciudad.
En junio de 2019 se presentó en la Biblioteca Municipal de Ciudad Real, el libro ´Fotografías. Miguel Fisac´ elaborado por los doctores Diego Peris y López Rivera. Es, sin duda, una magnífica colección de imágenes de época, con un afán divulgativo y algo más. Además, a través de la Fundación, ubicada en la sede del COACM de Ciudad Real, se documentan los diversos trabajos y publicaciones de investigadores de todo el mundo.
“Fisac, debe ser reconocido como el mejor arquitecto castellano-manchego del siglo XX, y aunque su reconocimiento por parte del CSCAE y de la crítica española fue tardío, debe ser una reseña, y solo nos queda proteger y recuperar sus edificios, valorarlos y rehabilitarlos con los mejores criterios. Es el verdadero legado, del que todos podemos aprender” concluye Teodoro Sánchez-Migallón.