La actual pandemia causada por el virus Covid-19, conocido como coronavirus, está causando un auténtico terremoto tanto económico como laboral en nuestro país. Son millones los profesionales que no pueden ir diariamente a trabajar y que tienen que teletrabajar. Pero hay otros varios millones que no pueden hacerlo, debido a que su empleo requiere presencia física. Hablamos de bares, restaurantes, fábricas, tiendas de todo tipo, grandes superficies… Y una de las soluciones que están adoptando muchas empresas, ya sean grandes multinacionales o pymes, son los ERTEs.
Los llamados Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTEs) son una modalidad de expediente recogida en el artículo 47 de nuestro Estatuto de los Trabajadores Se trata de una suspensión con carácter temporal de los contratos, un parón de la relación laboral entre empresa y empleado que se establece por un plazo de tiempo determinado y que las compañías adoptan por razones económicas, organizativas o de producción. O bien por causas de fuerza mayor, como es el caso y como el Gobierno ha dictaminado que se reconozcan en esta crisis. Y se están multiplicando en los últimos días, por lo que quiero expresar mi opinión para asesorar a empresas y empleados.
En el actual Estado de alarma decretado por el Ejecutivo, los ERTEs son posiblemente una de las soluciones de más rápido impacto para garantizar la supervivencia de muchos de los negocios afectados. Pero, ojo, solo se deben aplicar en aquellos casos en los que la supervivencia del negocio esté real y efectivamente afectada y en peligro. En este sentido, será fundamental la vigilancia y el seguimiento de las autoridades laborales con el objetivo de evitar posibles casos de picaresca.
Lo que me gustaría también es pedirle al Gobierno que, una vez que la situación remonte, lleve a cabo un conjunto de medidas que garanticen un impulso del consumo con el objetivo de recuperar lo más rápidamente los niveles de actividad previos a la declaración de alarma nacional. Es fundamental para poder salir de la posible crisis, laboral y económica, a la que nos enfrentaremos.
Y me gustaría poner el ejemplo de mi institución académica, IMF. En esta situación, hemos optado por mantener nuestros proyectos de enseñanza de manera 100% online y contamos en este caso con la ventaja de ser una organización que lleva cerca de 20 años trabajando de esta manera. De todas formas, de manera responsable, solo lo pondríamos en marcha si éste fuese el único mecanismo para garantizar la continuidad del negocio después de la pandemia, y siempre después de un proceso de análisis exhaustivo sobre las áreas en las que resultase imprescindible y con el objetivo de acotarlo exclusivamente al periodo de tiempo necesario. Este debe ser el espíritu de los empresarios antes los ERTEs.