Cuando hablamos de la histórica temporada que está cosechando Carlos Alcaraz, a veces parece que incluso las expectativas más optimistas se quedan cortas. Berretini, Nadal y Korda son los únicos que pueden presumir de haberle superado en un 2022 casi inigualable.
Si bien ayer logró la hazaña de convertirse en el más joven en vencer a Nadal en tierra batida, hoy tenía otro enorme reto por delante: ser capaz de batir a Novak Djokovic. Es cierto que el serbio llegaba a este torneo después de regresar a la competición en Belgrado y con escaso rodaje, pero con el paso de los partidos había ido subiendo el nivel y poco se asemejaba a la versión que vimos en Montecarlo.
A cualquier otro le temblaría el pulso en la primera cita contra la mejor raqueta del planeta; no fue así para el murciano, que tras una exigente batalla de más de tres hora y media derrotó al campeón de veinte Grand Slams por 6-7, 7-5 y 7-6. Mañana jugará por primera vez la final del campeonato madrileño siendo el más precoz que alcanza dicha ronda.
Desde el inicio vimos a un Alcaraz con muchas ganas de demostrar que perfectamente podía llevarse el triunfo. Novak comenzó bastante frío, sorprendido por la velocidad de bola de su oponente, lo que provocó un break en el primer juego. Había venido a ganar, no a competir.
Con el paso de los juegos el balcánico se fue entonando: el pupilo de Ferrero ya no encontraba tantos ganadores y la igualdad era más palpable. Mientras el tres veces campeón en Madrid sacaba adelante sus servicios con extrema facilidad, el español sufría prácticamente en todos los turnos de saque. Un contrabreak puso el cuatro iguales de un set que se decidiría en el tie break.
En la muerte súbita la solidez del número uno se impuso a la precipitación del flamante top 10. El grito del jugador entrenado por Ivanisevic indicaba lo que le había costado adelantarse en el marcador. Tocaba reaccionar y sabía cómo hacerlo.
Sangre fría, corazón caliente
Los ingredientes principales que necesitaba si quería tener opciones de victoria eran dos: mejorar al saque y empezar a robar puntos al resto. Y eso hizo. Cada punto valía su peso en oro, ninguno quería ceder terreno en lo que se estaba transformando en un choque épico. Los juegos se debatían en el canto de una moneda y el tenis de ambos asombraba a un público sediento de fuertes emociones.
Carlos intentaba proponer, y muchas a veces arriesgando de más, lo que provocó que el serbio dispusiera de varias bolas de partido; sin embargo haciendo gala de una templanza brutal consiguió neutralizar dicho peligro usando su golpe favorito: la dejada. Esas situaciones límite llenaron de confianza al ganador del pasado Godó, que valiéndose de una gran inteligencia logró desordenar a Djokovic para empatar el encuentro. El tercer set dictaría sentencia.
La valentía como estandarte
A partir de este parcial la dinámica cambió por completo: ahora era el nuevo número seis del mundo el que dominaba y su rival trataba de detener las acometidas. Aunque esto provocó que reaparecieran las oportunidades de break, por desgracia no pudo aprovecharlas debido a algunos errores infantiles y a los tremendos servicios de Nole. Alcaraz estaba dejándolo vivo en el peor momento posible.
Después de varios juegos apasionantes llegamos al punto culminante de la tarde: el finalista se decidiría en otro infartante tie break . Los nervios unidos a la tensión acompañaban los últimos compases de una contienda con tintes históricos.
Dicen que la victoria es amiga de la osadía, atributo que el murciano parece tener grabado en su adn. El número uno quizá pensaba que los galones iban a asustar a su contrario, algo que por supuesto no inquietó en absoluto al mismo, y mostrando un descaro brutal culminó una remontada digna de una película de Hollywood. Ha nacido una estrella y nadie duda de que va muy en serio.
Sigue rompiendo récords
Con este éxito dilapida una estadística extraordinaria: es el primer jugador de la historia que logra derrotar a Nadal y a Djokovic en tierra batida de forma consecutiva. También se convierte en el tercero más joven en superar al número uno del mundo.
Segunda final de Masters 1000 para Alcaraz, que se enfrentará a Alexander Zverev con el objetivo de levantar el cuarto título de la temporada. El alemán tratará de acabar con su impoluta racha en finales, ya que hasta ahora ha vencido en las cuatro finales atp que ha disputado. Dicho evento se celebrará a las 18:30 y podrá visualizarse a través de la 1 o por el canal #Vamos de Movistar.